“¿Usted no encuentra, pues, odioso, despreciable, que una mujer abandone a su marido y a sus hijas para seguir a un hombre cualquiera, del que nada sabe, ni siquiera si es digno de su amor? ¿Puede usted realmente excusar una conducta tan atolondrada y liviana en una mujer que, además, no es ya una jovencita y que siquiera por amor a sus hijas hubiese debido preocuparse de su propia dignidad?”.
Por Javier Molina.- Estas palabras fueron escritas en 1927 en una Europa que salía de una guerra terrorífica y estaba metiéndose a pasos agigantados en otra mucho peor. El destinatario: una sociedad que aún vegetaba encorsetada en una mentalidad puritana y conservadora. El autor: un judío austriaco hedonista y cosmopolita que predicaba la libertad espiritual e intelectual. Se llamaba Stephan Zweig (1881-1942) y fue uno de los escritores más leídos de su tiempo.
Durante décadas fue injustamente olvidado, pero hoy asistimos a una oleada de homenajes, reediciones y adaptaciones de su obra que vuelven a ubicarlo en el lugar que le corresponde: entre los más grandes.
24 horas en la vida de una mujer es la historia de una distinguida y envejecida dama británica que decide sincerarse con un comensal en un hotel de la riviera francesa. Su confesión nos traslada al pasado, al día más agitado y emocional de su vida, a las 24 horas de arrolladora e imprudente pasión en las cuales decidió seguir los impulsos de su corazón.
En el 75º aniversario de la muerte de Zweig se presenta una de sus mejores novelas breves convertida en un musical de cámara intimista protagonizado por la multipremiada Silvia Marsó, que además ejerce de productora en España.
El teatro Condal de Barcelona acoge hasta el 25 de noviembre este espectáculo de profunda resonancia europea: un autor austriaco, música de piano y violines de compositor ruso y libretistas franceses, director español y actores catalanes.
La adaptación de Ignacio García se resuelve notablemente al son de una actriz sólida y precisa como Marsó, y de un actor formidable que siempre colorea el escenario y lo llena de alegría: Germán Torres.
“Existen días de nuestra vida que nos colocan ante un dilema o una decisión que cambiará nuestra existencia para siempre. Días que nos convierten en quienes somos”, reflexiona el director, admirador confeso de Zweig.
El austriaco, además de biógrafo y ensayista, fue un gran analista de la condición humana y de sus misterios. Amigo íntimo de Freud (que ese mismo año de 1927 publicó El porvenir de una ilusión), Zweig decidió adentrarse en sus deseos autorreprimidos y en sus pasiones incontrolables. El resultado fue esta historia en la que emuló a su admirado Flaubert y se retrató a sí mismo a través de esta suerte de Madame Bobary impetuosa, sensual e inestable. Así fue su vida: un cúmulo de pasiones que experimentó sin censuras hasta que, harto de todo y abrumado por la expansión del nazismo, decidió suicidarse en 1942.
Zweig plasmó algunas de las reflexiones intelectuales más lúcidas de su época en sus memorias: El mundo de ayer, quizás el mejor libro para comprender Europa. Sus intimidades, sus frustraciones, su bisexualidad y sus secretos inconfesables los conocemos gracias a un gran estudio biográfico de Oliver Matuschek: Las tres vidas de Stephan Zweig. Esta adaptación musical de 24 horas compone un nuevo un homenaje, una celebración y una merecida fiesta para disfrutar de la obra de ese gran judío vividor y desesperado.
Cabe preguntarse, junto al director: “Cuando el destino nos empuja a una situación límite, cuando las pasiones se escapan a nuestro control… ¿somos capaces de romper esas barreras para conquistar la libertad?”.
24 horas en la vida de una mujer se representa en el Teatro Condal de Barcelona hasta el 25 de noviembre.