Nos hemos acercado, un año más, a compartir la celebración y la fiesta teatral en la 26 Feria de Teatro de Castilla y León, una de las ferias más cercanas y queridas de España, que se celebra en el pueblo medieval de Ciudad Rodrigo. Como cada año, hemos disfrutado de una variedad de espectáculos diferentes, con compañías provenientes de diferentes provincias, comunidades y hasta de Portugal -siendo país aliado de la feria-, en las que ha predominado, como punto en común, el recurso del homenaje para narrar y contar las historias de antaño.
Siendo que las historias y personajes de otros tiempos nos han definido y allanado el camino hacia lo que vivimos hoy en día (como dirían las chicas de Territorio Violeta, Calema Producciones y Es.Arte), nos ha sorprendido la recurrencia de la veneración hacia el pasado en múltiples obras presentadas este año. Hay una especie de memoria y de recuerdo que no se quiere pasar por alto en Ciudad Rodrigo y que conecta a las compañía de hoy con la historia. Tanto con sus personajes (obras que hablan de personajes del siglo de Oro) como por los temas que tocan (como la belleza, la violencia o el teatro per sé).
Es el caso de ¡Guapa!, una obra de El Mono Habitado que habla de los espectáculos de fenómenos de principios del siglo XX a través del recuerdo de Mary Ann Bevan, un personaje real a quien anunciaban como “la mujer más fea del mundo”. Esta mujer, nació en 1874 en el este de Londres, donde vivía con sus siete hermanos. Tras estudiar enfermería comenzó a trabajar en un hospital, pero poco después de cumplir los 30 años le diagnosticaron acromegalia, un trastorno causado por un exceso de la hormona del crecimiento que hizo que sus huesos siguieran creciendo hasta deformarla físicamente. La enfermedad se caracteriza por fuertes migrañas, crecimiento anormal y desfiguración del rostro.
La transformación de Mary es el punto de partida de la compañía para hablar de la belleza y de los freaks, como eran conocidas todas las personas cuyo físico tendía hacia lo fuera de lo común o lo raro, como la mujer barbuda o el hombre lobo, y que eran sujeto de burlas en los circos. La historia en ocasiones toma un tono anecdotario y reflexivo, en el que observamos al propio autor, Raúl Camino, interpretándose a él mismo y a Mary, indagando sobre la primera vez que pensó que su madre era fea. Caminan y se pasean por el concepto de belleza según su propia opinión y toman nota de algunas personalidades como Freud o pinturas como La mujer barbuda de José de Ribera para conectar su perspectiva con la historia de Mary.
Hay teatro sin duda, una performance que se acoge del cuadro y los frescos como los apuntadores de la narración, y el uso de una estética carnavalesca y de vodevil. Sin embargo, tiene mucho de exposición explícita que no deja mucho de reflexión en el espectador y nos pone en bandeja de plata lo que se quiere contar sin una trama coherente. En ocasiones, el ritmo baja y no vemos más que un homenaje.
Por otro lado, tenemos la propuesta de Ruido Interno llamada Cervantes, encantado. La compañía cántabra centra su trabajo en la construcción de espectáculos escénicos y audiovisuales, combinando técnicas y estilos, lo que la ha llevado a sumergirse en el mundo de la realidad virtual con otro homenaje, esta vez a Miguel de Cervantes. Cabe decir que el uso de los dispositivos de VR ya no son innovadores en tanto que lo que se nos muestra a la vista y al oído es ocurrente, diferente, irreverente o didáctico. Este no es el caso. Ruido Interno pone en primer lugar, en la escena, a un actor completamente solo que hace un preámbulo de lo que veremos como si fuese un personaje del autor, durante unos minutos que se hacen eternos. Este indaga, a su vez, sobre si es real o no o sobre si el espectador -y le pregunta rompiendo la cuarta pared- cree en lo sobrenatural. Pasa desapercibido el texto y el juego de luces, para pasar a la etapa de la VR, donde vemos a un Miguel de Cervantes bien representado pero agotador que se empapa de versos aleatorios sobre como ha creado los personajes de Don Quijote, Sancha Panza o Dulcinea. Con respecto a esta última, de hecho pregunta a los propios personajes sobre cuál es su mirada que no deja de ser la del propio autor.
En seguida, la narración se torna en ilustraciones bien logradas que vemos desde adentro de la cavidad del aparato y que se aprecian (tanto historia como imagen) mucho mejor que la escénica que ha sido grabada. Por tanto, pifia en lo teatral y narrativo y ensordece en un homenaje a Cervantes gastado y para el que hay que conocer muchísimo la historia del dramaturgo. Pareciera que es necesario llevarnos por un camino didáctico -aunque de difícil comprensión- y nos desconcierta si el target de este espectáculo es para niños, adultos o mayores. Claro que siempre llevar este tipo de tecnologías a los pueblos es acertado y aplaudido.
Otro homenaje ha sido a las dramaturgas -prácticamente desconocidas- del siglo de Oro. Territorio Violeta, Calema Producciones y Es.Artes se han unido para llevar al Afecit de la Feria de Castilla y León la pieza Que mujer prodigio soy (Dramaturgas de oro) de Juana Escabias. Una metatexto en el que vemos a tres actrices (Carolina Calema, Rosa Merás y Laura Ordás) tratando de montar una obra o de Ana Caro de Mallén o de María de Zayas o de Sor Juana Inés de la Cruz o de las tres, sin éxito. Vemos en escena a las actrices y a los personajes en un búsqueda dialoguista y reflexiva sobre los puntos en común o desacuerdos sobre el rol de la mujer y las historias de estas tres escritoras, con la premisa de juntarlas en un mismo espacio.
Lo cierto es que el homenaje vuelve a estar sobre la palestra, enganchando nuestra realidad actual y sujetándola a un pasado que todavía nos llama.
La narrativa se desparrama por el escenario tanto como las telas con las que ellas juegan. En escena vemos imágenes maravillosas que se desvanecen con momentos de incoherencia, por ejemplo, la presentación de sor Juana Inés de la Cruz es uno de los momentos más potentes del montaje pero pronto se desvanece cuando vemos a las actrices jugando con espadas en sus cabezas, bailando sin sentido o haciendo gestos disparatados que enturbian el propósito del texto y dejan al espectador en un espacio de contradicción en el que no sabe si es una comedia o burla hacia la ilusoria existencia de estas tres mujeres, o un homenaje explícito a su obra y recuerdo. Es cierto que el espacio no ha ayudado y, en nuestra opinión, la organización debería velar porque todos los espacios dispongan de los requerimientos básicos sonoros para poder escuchar el espectáculo.
¿Nos da miedo que las nuevas historias que escribimos no estén a la altura de aquellos autores de antaño y por tanto preferimos invocarl sus espírtos en una especie de conjuro fantasmal?
En este sentido, es difícil generar una apreciación sólida sobre el montaje siendo que se trata de una de las más importantes compañías feministas de España, con espectáculos maravillosos en su haber. Lo cierto es que el homenaje vuelve a estar sobre la palestra, enganchando nuestra realidad actual y sujetándola a un pasado que todavía nos llama. Hay necesidad fuerte en los grupos contemporáneos en recordar, indagar y repetir en voz alta lo hecho antaño como si se nos hubiese olvidado. ¿Por qué será? ¿Hay una urgencia por buscar una identidad que se ha perdido en el teatro actual? ¿No somos capaces de crear una historia como lo hizo Cervantes o Juana Inés de la Cruz incluso partiendo de sus premisas? ¿Nos da miedo que al hacer estas nuevas historias no estén a la altura de aquellos autores y por tanto preferimos invocar sus espíritus en una especie de conjuro fantasmal?
Por un lado es bonito y aleccionador, sin duda. Por el otro, nos puede delatar un deseo o una añoranza mucho más fuerte. ¿Quizás el rechazo a lo presente? ¿El rechazo de los paradigmas actuales de belleza y justicia? Por supuesto. Esa mezcolanza de imágenes que proyectamos en el escenario y que buscan hacer trascender a nuestros ancestros como quien duerme y se sumerge en un sueño surrealista en busca de sus orígenes.
¿Estamos ante el El rechazo de los paradigmas actuales de belleza y justicia?
Como de costumbre, la Feria de Castilla y León nos hace reflexionar con su variedad de propuestas y nos invita a seguir yendo al teatro, indagando en lo escénico y buscando verdades. Agradecemos infinitamente a la organización que cada año nos recibe con una amabilidad y resolución excepcional que hacen de nuestra estancia algo maravilloso.