El Teatro entrevistó a la poeta mexicana Ana Corvera sobre sus inicios con la palabra y su primer encuentro con la poesía.
Nos narra que en su casa no había muchos libros, si acaso un par de enciclopedias y diccionarios. Manifiesta: “Recuerdo bien el día en el que, a mis 15 años, fui sola a la biblioteca y me acerqué al estante de poesía. Mi intención era llevarme el tomo que más me atrajese y empezar a leer sólo por gusto, hacer mis propios descubrimientos”
Fue así como dio con Elegías del Duino y Cartas a un joven poeta, ambos de Rainer María Rilke. Con una claridad exquisita se sintió partícipe de su deseo por descifrar el silencio. Se identificó con esa suerte de ansiedad entre lo que era capaz de verbalizar y lo que no.
“nos pasa que queremos decir algo sentido, intuido, pero pareciera que no existe una forma precisa, hasta que lo descubrimos”
Desde ese momento se sintió marcada por la obra de Rilke. Sus poemarios, sus cuentos, sus novelas, sus cartas, le asombran cada vez que los relee.
Encuentro con la escritura
Empezó a escribir desde que era niña, pero no enfatiza que no era poesía y que tampoco un intento. La primera vez que se dio cuenta fue alrededor de los 11 años, a través de un concurso de cuento y su texto fue el ganador. Luego, a eso de los 13 años hubo otro concurso pero de ensayo y también lo ganó.
Posteriormente conoció las bases de la poesía y realizó sus primeros ejercicios en un taller al que llegó cuando tenía 18 años. Sin embargo, asegura que aunque se conozcan los aspectos formales del poema. Se debe escribir sobre lo que es propio y lo que te interesa, desde la honestidad.
Sus primeras publicaciones poéticas fueron en revistas literarias, una mexicana que se llamó La cabeza del moro y una venezolana en versión digital, llamada Letralia. Enfatiza que no ha sido difícil publicar sus poemas. Incluso ni con su primer libro y hasta el momento el único llamado Nocturno corazón de los insectos.
La poeta mexicana recalca que la poesía tiene mucha utilidad y que el parámetro no debe ser el aspecto monetario sino el humano.
“Hemos construido de tal manera nuestra sociedad que nos hemos vuelto normópatas”. Es decir, sostenemos ideales imposibles respecto a todo sin una postura verdaderamente propia aunque eso nos haga daño”, asegura.
Le asusta por ejemplo que existan estereotipos de belleza tan marcados y que la mayoría de las personas quieran alcanzarlos. Sin saber la maquinaria de intereses y sesgos que hay detrás.
“Vivir dentro de una norma que alaba cierta apariencia y cierto estilo de vida es una aspiración automatizada”.
La influencia de la poesía
Corvera señala que la literatura y particularmente la poesía, es un desautomatizador que nos ayuda a pensar de otra manera y nos amplía el sentido de todas las reglas establecidas y no establecidas que debemos afrontar en la vida cotidiana. Tanto en lo intelectual como en lo sensible.
“Si no existiera el lenguaje metafórico no podríamos pensar sino en la univocidad y creo que nadie podría vivir en un mundo donde todo quisiera decir una sola cosa; ya no nos asombraríamos y quizás tampoco podríamos empatizar con el otro o con nosotros mismos”, apunta.
Sobre los poetas que le gustan mencionó algunos de su país : Jorge Fernández Granados, Saúl Ordóñez, Margarito Cuéllar, Balam Rodrigo, Maricela Guerrero, Francisco Trejo, Armando Salgado, Manuel Iris, Verónica Arredondo, Antonio León, Carolina Olguín y Jorge Ortega.
Jorge Díaz Granados, Jorge Valbuena, Henry Alexander, Francy Liliana Díaz, Sandra Uribe y Laura Castillo de Colombia. Xavier Oquendo, Santiago Grijalva y Juan Suárez Proaño de Ecuador. De Venezuela, Edda Armas, de Siria, Maram Al Masri y admira mucho a Anne Carson.
Considera que el movimiento poético en el contexto latinoamericano está en un muy buen momento, que las propuestas son diversas y que los lazos entre países son cada vez más fuertes, algo que también propició lo que estamos viviendo este 2020.
Cabe destacar que su conexión con la escritura en el contexto actual ha sido de gran provecho. Afirma que esta emergencia sanitaria vino a recordarnos que contamos con herramientas útiles no sólo para el entretenimiento, sino para el aprendizaje y el intercambio cultural.
Además nos cuenta que ha tenido la suerte de participar en conversatorios desde el inicio de la pandemia con un grupo de maestros, escritores y promotores culturales. Entre ellos el Colectivo Casa Desnuda de Colombia, quienes han hecho programas ininterrumpidos con lecturas y entrevistas de las que a veces Ana Corvera ha sido anfitriona.
“La pandemia me permitió compartir espacios con personas a las que admiro en festivales universitarios o de ayuntamientos no sólo de México sino de otros países, y también darme cuenta de que hay un público creciente que disfruta de la poesía y desea interactuar con los autores”, finaliza.
Conociendo Ana Corvera
Ana Corvera (Zacatecas, México 1984). Maestra en Estudios de Literatura Mexicana por la UdeG y Licenciada en Letras por la UAZ, obtuvo el Premio Nacional para Proyectos Artísticos y Culturales en 2004 y el Premio Estatal de Ensayo Mauricio Magdaleno en 2006. Becaria del PECDA en 2007 y 2015, ha publicado en revistas de México, Venezuela, España y Colombia como La cabeza del moro, Letralia, Liberoamérica y La raíz invertida. También en los libros El viento y las palabras (La Zonámbula), Pensamiento Novohispano (UNAM), Dolores Castro, palabra y tiempo (BUAP) y Ficcionario de Teoría Literaria (Texere). Su libro Nocturno corazón de los insectos (Taberna Libraria) es un híbrido entre narrativa y poesía. Fue docente de la Academia de Escritores en Venezuela. Actualmente divulga ciencia, colabora en el programa Cuenta Conmigo de Televisión Educativa y es asesora del coloquio internacional Voces desde el llano.