A Robert Chacón se le siente la nostalgia y la alegría en la voz. En una mezcla de conmoción y perseverancia, también se dejan sentir los kilos que desaparecieron de su cuerpo por la tristeza que lo empañó a su llegada a Barcelona. “Fueron tres meses llorando, fue el periodo en el que más he llorado en mi vida”.
Pese a todo, su éxito se delata en las más de 200 palabras por minuto que el productor y actor usa para contar sus proyectos actuales. Desde noviembre de 2015 sus ideas, junto con él, saltaron el charco hacia el viejo continente. Su trabajo es ejemplo de su máxima: “La diversidad en el arte hace que la sociedad crezca”. Por eso el microteatro que ahora desarrolla en España tiene dosis de la escena catalana, sueca e italiana.
Él es parte de los cientos de artistas venezolanos que actualmente buscan amplificar la voz del arte criollo fuera de sus fronteras.
¿Cómo ha sido tu travesía hacia el viejo continente?
Ha sido un camino complejo pero divertido porque esto de irse es muy difícil. Es empezar de cero. Pero depende de cómo lo miras también. Tiene que ver con una nueva oportunidad de hacer, de seguir haciendo a partir de la experiencia que tienes, y te vas encontrando con muchas manos amigas, que siempre están dispuestos a ayudar.
¿Llegaste con el objetivo claro de hacer teatro?
No, llegué a España con la idea de hacer estudios en gestión cultural. Pero desde el momento en el que llegué las cosas empezaron a salir mal, económicamente, Cadivi dejó de servir. Al no tener el respaldo económico busque otras alternativas en un país donde nadie me conoce.
En un principio te deprimes, lloras muchísimo. Los primeros tres meses fue el periodo en el que más he llorado en mi vida. No sabes cuál es la solución, la salida y te desesperas. Empiezas a buscar alternativas. Estaba entre cuidar niños y limpiar platos o hacer lo que sé hacer: teatro.
Es una oportunidad de reconocerte y decir quién eres tú. Si tu pasión es hacer las mejores arepas entonces busca la manera de montar la arepera estés donde estés. Si tu pasión es el teatro busca hacer teatro estés donde estés.
¿Qué estás haciendo actualmente allá?
-Encontrar un circuito que ya existe y que tiene ya sus obras es muy difícil. Empecé a evaluar que obras podía montar y le escribí a dramaturgos, conocidos y no conocidos para ceder derechos y llegar acuerdos para montar aquí las obras.
La primera que montamos fue La llamadita de Mónica Montañés. Luego fragmentos de obras de Indira Páez y después llegamos a A 2,50 la cubalibre de Ibrahim Guerra. Con Aileen Celeste emprendimos nuestra propia empresa productora llamada Dararte Producciones, con la que estamos produciendo varias obras. En el postgrado conocí también a Anais Pascual, una catalana a la que me uní para crear Microdegustación teatral, contando con la experiencia que ya tenía en Caracas con Microteatro Venezuela. Ella ya tenía un proyecto de microteatro con un formato distinto y nos unimos, pues ella conocí el espacio y tenía los contactos.
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¿Se trata de una especie de Microteatro Venezuela?
-Es diferente y asiste público de todos lados. Se trata de la representación de cuatro obras de pequeño formato por noche, en Casa Gracia Barcelona, que es un hostal, ubicado en el edifico que era la sede del banco popular en Barcelona. En la parte del sótano tienen toda la infraestructura de lo que el banco, con la bóveda y las cajas fuertes.
Es un espacio lindo y grato. Ya hemos hecho varias temporadas. También nos unimos a varios venezolanos residenciados en Barcelona para que trabajaran en el proyecto. Las salas tampoco tienen el mismo aforo, es un espacio no convencional, por lo tanto, hay una sala para 15 personas, otra para 20, otra para 9 y otra para 17. El costo de una obra es 4 euros, si pagas dos pases horarios pagas 7 euros, y así te vamos haciendo descuentos.
¿Casa Gracia se ha convertido en el centro del teatro venezolano en Barcelona?
-El proyecto lo llevamos a cabo Yeremi Rodriguez (venezolano), Anais Pascual (catalana), Robin Aitken (escocés) y yo. Te podrás imaginar que son visiones distintas del teatro, por lo que hay un poco de todo. No es solo para público venezolano. Incluso participó una vez un italiano con uno de los montajes.
¿Cómo ha respondido el público local?
-Como todo inicio fue un proyecto con muy poca gente. Pero hemos tenido momentos en los que se han acabado las rondas de funciones. Estamos todavía estudiando al público porque por ejemplo en verano la gente prefiere estar al aire libre y no ir al teatro.
Es distinto, pero es una satisfacción muy grande hacer teatro venezolano en un lugar en el que Venezuela tiene tan poca presencia. Y ha sido impresionante la reacción del público catalán y español sobre nuestros dramaturgos. Es una vitrina para nosotros, pero también es rico ver que nuestro trabajo causa risa y emociones en otro público.
¿El sistema español le permite a un artista venezolano cumplir sus sueños?
-Si vienes de la manera convencional y ser un asalariado es más difícil, porque aquí hay demasiados gastos y muchas cosas por pagar. Veo que lo más viable es emprender un proyecto para sostenerte. Aunque si vienes como estudiante vas a tener también la posibilidad de hacer prácticas. Debes saber atajar las oportunidades y prepararte, porque si vienes como turista tienes estancia limitada.
Sin embargo no te has separado de tus proyectos en Venezuela, sigues siendo gerente de Urban Cuplé.
-Es así. El tema de las diferencias horarias es lo que más me ha costado. Pero nos mantenemos trabajando y en contacto con reuniones por Skype. Todo lo que tiene que ver con Microteatro está a cargo de Malala Dubuc y Dairo Piñeres. Aunque trabajando así estoy de turno casi las 24 horas del día.
Estar en Europa te ha permitido tener otra visión del teatro. ¿Cómo ves actualmente el teatro en Venezuela?
Con respecto a eso tengo una opinión bastante criticada en el gremio.
Desde afuera lo que veo es que en Caracas hay una cartelera lo más variada posible, para todos los gustos. Conviven desde el teatro que se hace en La Caja de Fósforos hasta el que se hace en Urban Cuplé o en el Teatro Chacaíto. Todos son absolutamente respetables, y absolutamente necesarios para diversificar la cartelera y tener un público cada vez más diverso y nutrido. La diversidad genera que la sociedad crezca. Algunas fronteras mentales que genera cada grupo generan opiniones como “el teatro que yo hago es el mejor, porque da más dinero” o “el mío es mejor porque tiene más reflexión”, pero los calificativos son innecesarios.
Cuando estas en Caracas te creas una barrera y solo ves el teatro de Caracas. Pero si estás afuera ves el teatro de toda Venezuela. Eso también es generar una frontera, lo que llamamos comúnmente como la rosca. Queremos pertenecer a una. Pero defiendo la diversidad en lo teatral.
¿Qué debemos aprender del teatro español?
-Creo que más allá de aprender es rescatar todo lo que tiene que ver con la disciplina del teatro. Por la premura y la improvisación que se hace en Venezuela, vamos dejando de lado la disciplina. Desde el actor que no calienta la voz porque llega media hora antes de la función, hasta el actor que no se pone el vestuario a tiempo, porque no le provoca. No todos son así, pero hay mucho de eso. Hay que rescatar la disciplina.
¿La clave del éxito para un artista que quiere emigrar?
-Bueno, no lo sé. No tengo idea de cuál es. Porque ni yo me considero una persona exitosa. Soy un inventor, terco, alguien que constantemente le lleva la contraria a lo preestablecido. Creo que en la medida en que te enfoques en hacer lo que te apasiona, lo logras.
¿Y para los que se quedan en medio de la crisis?
-Es una decisión. Hay que desarrollar la pasión dentro de la crisis. Las crisis es una gran oportunidad porque te permite crear a partir de las dificultades. Los que tienen éxito en este momento en Venezuela son los que aprovechan la crisis a su favor. Si la estás pasando mal puede que estés prestando más atención a todos los problemas. Si la atmosfera está contaminada ponte una máscara y sigue caminando.
¿Algún artista español que te llame especialmente la atención?
-Estoy viendo muchos clips de video de Antonia San Juan y me llama la atención el formato de teatro que plantea. Es actriz, productora y creadora y está mostrando una serie de monólogos cortos con personajes y situaciones de la actualidad, pero son varios relatos unidos por un conector, que es lo que crea el espectáculo.
Viene en septiembre a Barcelona, y seguro la iré a ver. Me gusta porque genera a partir del divertimento una reflexión, y una forma de invitar al público a pensar en temas que no piensa habitualmente.
¿Y un artista venezolano?
-Mucha gente. Desde hace tiempo he sentido afinidad por el trabajo desarrollado por Mimí Lazo; la tenacidad con la que desarrolla sus proyectos Dairo Piñeres; la perseverancia con la que ha llevado su carrera como gestora cultural Margarita Lamas, por ejemplo. El ímpetu de José Manuel Ascensao; la perseverancia de Anibal Grunn y Carlos Arroyo con la Compañía Regional de Teatro en Portuguesa, y todo el equipo de La Caja de Fósforos, que tiene una cosa que no tiene todo el mundo; Sheila Colmenares que quiere impulsar el espacio La Colina, con quien estoy trabajando como asesor. En fin, admiro a todo el que intente crear espacios.
¿Qué proyectos tienes para el segundo semestre del año?
-Proyectos muchos. Seguimos con Microteatro en Venezuela, la novena temporada de Microteatro Infantil y la programación habitual de Urban Cuplé. En Barcelona hay varias cosas andando. Empezamos a leer Relatos borrachos que haremos con Martin Brassesco, Aileen Celeste y Daniela Alvarado. Vamos a montar No soy loca, soy bipolar de Juan Carlos Duque, que ya montó con Fabiola Arace.
Estoy coproduciendo con Nathalia Paolini Gorditas, de Gustavo ott, que deberíamos estrenar en septiembre. Mucho de lo que se ha montado en Microteatro se montará para la Microdegustación, obras de José Manuel Suarez, Mónica montañés, Indira Páez y Javier Vidal. Desde septiembre habrá mucho qué ver, en total ocho proyectos entre micros y obras largas. También queremos hacer la primera Temporada de Teatro de 1/4 en Barcelona en un espacio que estamos revisando.
Artistas en el exilio I | Robert Chacón y la Microdegustación catalana
Fotografías: Vicente de la Calle
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