La cuarentena ha significado para muchos aprender una nueva habilidad, oficio o receta y para otros intentar algo que nunca habían hecho, retomar un pasatiempo de niñez o simplemente no perder la cordura en este contexto. Este es el caso de muchos de los que participan en clases de ballet a distancia, una idea bastante peculiar que solo es una muestra más de estos nuevos tiempos de adaptabilidad.
María Gabriela Adames es bailarina y profesora de ballet que fundó en Venezuela, en su ciudad natal, Villa de Cura, la academia de ballet Le Tutu y que por razones de la conocida crisis social y económica de su país, migró y después de vivir en varios países, finalmente se estableció en Chile los últimos 4 años.
“Vine a Chile buscando mejores oportunidades y calidad de vida. Cuando ya me sentí estable me dije que tenía que hacer lo que me gusta, lo que sé. Yo nací para enseñar ”, explica la profesora sobre su vocación y lo que la mueve para fundar su academia en este país.
Adames después de trabajar varios años en trabajos de retail en 2020 fue el año en que decidió volver a fundar su academia en Santiago de Chile y a pocos meses de iniciar este nuevo emprendimiento llega la pandemia y tuvo que parar las clases. No obstante, el 29 de abril que fue el Día de la Danza, como una manera de celebrarlo y ofrecer consuelo durante el confinamiento decidió empezar las clases de ballet a distancia.
“Lo pensé bastante, temerosa por todo lo que estaba ocurriendo en Chile y también cayó la pandemia y por eso ahora nos reinventamos online”, describe sobre lo desafiante que ha sido el inicio de la academia.
Ballet a distancia en tiempos de pandemia
Adames dice que prefiere Zoom a un en vivo en Instagram o Facebook porque puede interactuar con las alumnas. Habla también de las ventajas y dificultades de esta metodología.
Acerca de los beneficios, comenta que se conecta con más personas, de distintas partes, que estando en una academia, es más difícil de llegar. “Se abre una ventana, especialmente en ballet adulto, para compartir la vocación, la pasión y las mismas ganas de aprender la danza clásica de todas partes del mundo”.
Para ella lo más difícil de enseñar de esta forma es la corrección del cuerpo.
“Te toma más tiempo enseñarle a esa persona a distancia”.
Ella reconoce que su motivación es llevar una distracción a las personas, no enriquecerse en estos tiempos de pandemia. “Por ejemplo a mis alumnas de Venezuela no se les cobra”, explica.
Ya con 40 alumnos online se siente bien y con más confianza en cada clase. Sobre lo que espera del futuro y su academia dice que cuando la emergencia sanitaria pase volverá a dar clases pero no piensa abandonar a sus estudiantes en línea.
Para más información puedes encontrar la academia Le Tutu en Instagram como @letutuchile.
Fotos: @letutuchile