Ingmar Bergman ha sido un de los cineastas más polémicos y claves de la segunda mitad del siglo XX. No solo en cine, también de teatro. Bergman es conocido por sus contenidos llenos de muerte, dolor y amor, pero atinó, además, en un tema que promete, como mínimo, entretenimiento y una buena sesión de catarsis con su obra Escenas de la vida conyugal.
La obra sale a colación con motivo del estreno de la pieza en Teatros del Canal, en Madrid, bajo la dirección de Norma Aleandro, con las interpretaciones de Andrea Pietra y Ricardo Darín.
Un matrimonio entrado en años, el de Juan (Ricardo Darín) y Mariana (Andrea Pietra), dan vida a situaciones cotidianas, en ocasiones divertidas, otras dramáticas, momentos íntimos que percibidos tan de cerca adquiere una perspectiva inesperada. Relatan al público una secuencia de escenas que tiene que ver con su matrimonio y la relación que mantienen después de su divorcio.
Dos personajes que se quieren y atraviesan los obstáculos inherentes a su unión. Conflictos con los que probablemente cualquiera podría identificarse y que permiten una de las maravillas del teatro: un espectador se ríe de sí mismo.
Por esta misma razón, alguien podría cuestionar el distanciamiento entre la más reciente adaptación de la pieza devenida en comedia de desamores y el texto talante original de Bergman, que no era tan hilarante y se prestaba más bien a la consideración de un auténtico drama.
Pero lo cierto es que la apuesta por enfatizar lo cómico y la participación de actores consagrados hacen parte de una fórmula legítima para el éxito comercial de la pieza. Además del sello Bergman.
La risa y el vértigo de lo trágico
Darín explicaba recientemente a los medios que para Pietra significaba, no sólo un desafío, sino un vértigo estar mano a mano sobre el escenario con un texto tan intenso y tan extenso”.
“Sin embargo, siempre llegamos a la misma conclusión cuando hay conexión, cuando estamos conectados todo está bien”, decía el actor, galardonado con la Concha de Plata a Mejor Actor en el Festival de Cine de San Sebastián por Truman.
“El escenario es peligroso, es vertiginoso y peligroso, eso sugiere una actitud, para estar parado frente a una cantidad de gente determinada, sugiere un nivel de compromiso y de equipo”, continuaba Darín en relación al texto sobre una pareja que ve cómo su matrimonio se destruye.
Al respecto, Pietra señalaba que han contado con “la inmensa fortuna de que Norma estuviera al frente” del montaje, especialmente por “haber expresamente transitado esta pieza en profundidad”.
“Yo me acuerdo cuando me decía, al principio de los principios, te vas a asombrar de la cantidad de veces que la gente se va a morir de risa por cosas trágicas y uno esas cosas las escucha a priori porque bueno son para tener en cuenta, sobre todo si te lo dice alguien como Norma, pero realmente me sorprendí, hay como un efecto de catarsis y eso es lo que provoca la risa del espectador, no necesariamente porque lo esté disfrutando”.
Bergman: De la televisión al teatro
Escenas de la vida conyugal fue concebida por Bergman como una miniserie para la televisión sueca, con Liv Ullman y Earland Josephson como protagonistas, en una versión de cinco horas de duración.
Esta fue presentada en seis capítulos. Su estreno en 1973 concitó una audiencia espectacular, reuniendo en su última emisión a más de la mitad de la población sueca frente a sus televisores.
Con el mismo éxito fue presentada luego en la televisión mundial, lo que hizo que importantes distribuidores cinematográficos norteamericanos se interesaran en el producto y pidieran a Bergman una reducción de la miniserie a un film de 167 minutos de duración. Todo ello para que pudiera ser estrenada en cines de Estados Unidos y Gran Bretaña. Una vez presentado allí cosechó varios premios como el Golden Globe y el BAFTA.
Tiempo después, el mismo Bergman adaptó el guión cinematográfico al formato teatral. Finalmente, se estrenó en 1981 en el Teatro Marstall de Munich (Alemania), donde se encontraba exiliado voluntariamente después de haber sido acusado en Suecia por evasión de impuestos.
Texto y edición: Stephanie Bor y Patrizia Aymerich
Fotos: Teatros del Canal