Aunque pueda resultar socialmente algo cursi la idea de ver un chico enfundado en unas medias de ballet, lo cierto es que hemos querido destacar la película de Billy Elliot por su capacidad transgresora de romper clichés y prejuicios por un único pero consistente motivo: la firme actitud de un niño de perseguir su sueño e ilusión, el de ser bailarín.
Billy Elliot presenta de forma sincera, lírica y emotiva el proceso de madurez de un joven de padre severo en el contexto de la huelga de mineros en Durham allá por el año 1984. La búsqueda de su propia identidad es el núcleo de un filme que explora, por si fuera poco, otras muchas cuestiones de vital importancia en la adolescencia como son las relaciones familiares (perfectamente diferenciadas y definidas), la sexualidad, el amor, la pérdida, el activismo, las drogas o la pasión por el arte. Todo ello aderezado por un marcado halo de crudeza dado por la subtrama social que acaba por entremezclarse con el relato central y contrastando con la amabilidad y empatía que causa una historia, a priori, tan humana y universal como la que principalmente se narra.
A simple vista pudiera resultar fácil comprender que el deseo de bailar de un niño adolescente no fuera obstaculizado por ningún motivo, o al menos humano. Sin embargo, esta película refleja la lucha incesante por conseguir un sueño y cumplir así con una vocación sin importar las discrepancias e humillaciones sociales a las que se pueda someter uno durante el proceso de conseguirlo.
Lucha contra los estereotipos
Billy Elliot con once años vive una vida complicada en Durham. Su rutina consiste en cuidar de su abuela, y visitar la tumba de su madre, con la que tenía una relación especial. En un contexto de huelga y conflicto social con grandes enfrentamientos civiles, su padre como es tradición en la ciudad, apunta a su hijo a clases de boxeo. Sin embargo, Billy descubriría su pasión cuando en ese mismo lugar del gimnasio, se impartirían también clases de ballet, de las que se sentiría fuertemente atraído.
El dinero invertido para el boxeo era destinado para el baile sin que nadie conociese la situación hasta que inevitablemente, resulta conocida por todos. La presión familiar y el aislamiento social provocan que Billy no pueda presentarse a algunas audiciones para poder dedicar su tiempo de formación al baile al mismo tiempo que su frustración y autoestima juguetean con la inestabilidad. Pero lejos de rendirse, este niño de once años gracias a su profesora, la única que es capaz de creer en él, lucha hasta el final por ese talento innato que Spin to win now!This classic 5 reel, 5 line online slot is bursting with juicy action. demuestra en la danza, consiguiendo llegar alto y lo más importante de todo, haciendo que finalmente, su familia se sienta orgulloso de él.
Lecciones aplicables a la vida real
Y es que aunque tu entorno no te comprenda, no puedes por ello renunciar a tu pasión, tu talento y tu vocación, puesto que seguramente has sido creado para dedicarte a ello. El talento interno de cada persona debe ser explotado firmemente sin importar las consecuencias que pueden darse por ello. Gestiona tu propio talento. Créete dueño de tus virtudes y gestiona cada potencialidad en el mejor momento para alcanzar la meta.
Billy Elliot es un ejemplo y un tributo al triunfo de la perseverancia, la dedicación y la convicción. Nos emociona una y otra vez esta joya cinematográfica. Además nos encanta su banda sonora repleta de clasicazos.