Se requiere de tres actrices para poder recrear el potente imaginario de una sola Camille Claudel, una artista olvidada por los libros de historia, mayormente conocida por haber sido alumna y amante del escultor Auguste Rodin, cuya ímpetu vigorosa y talento innato para la escultura habrían podido convertirla en una figura de renombre sino hubiera sido tildada de loca y encerrada en un sanatorio.
Retazos de lo que bien podría ser un taller de escultura con varias piezas sin terminar, recibe a los espectadores que entran a una sala oscura ambientada con música francesa. Allí, una cama con barrotes es la primera señal del encierro de Camille, quien a medida que avanza la historia, matiza la etiqueta simplista de “loca” que le asigna su madre al encarcelarla y le demuestra al público que su desvarío tiene un origen mucho más complejo, que deriva de dos profundos sentimientos humanos: la pasión por su arte y su amor desmedido por Rodin.
“Me robaste mi primavera, mi juventud, mis años felices. Ojalá nunca te hubiera conocido”.
Camille es la historia de una mujer que también está presa por dentro, y el ambiente es un reflejo de su psicología. El espacio escénico propone una sutil prisión, encantadora por el espíritu de la mujer que lo habita y los materiales que utiliza, pero sombría, por los elementos alusivos a la triste historia de incomprensión y desamor con la que carga en sus hombros.
Esta dicotomía está muy bien representada por Mariana Marval, Patricia Ramírez y Natasha Martínez, quienes enriquecen el montaje a nivel visual con formas corporales cargadas de sugestiones a la escultura, como si las actrices estuvieran esculpiendo la vida de la artista.
“Regresaré cuando mis formas de mujer no sirvan de adorno para la tiranía del hombre”.
La obra escrita por José A. España y dirigida por Jennifer Gásperi, ilustra la injusticia de un pasado en el que la mujer artista no podía asumir una identidad propia, sino que estaba subyugada a la existencia del hombre. Camille es la fuerza femenina que lidia con el fantasma de un amante que robó su ilusión, dejándola en tinieblas. Es la representación de una obra castrada por el encierro, que no es más que una proyección de ella misma. Es el mundo interno de la mujer artista y su enfrentamiento con la realidad.
Como parte de la experiencia teatral, el montaje de Teatro Nueva Era incluye “Un extra: conversaciones con Camille Claudel”, un espacio para conversar con distintas artistas venezolanas sobre su proceso como creadoras, sus posibles asociaciones con la obra y la vigencia de sus temas. Mujeres como Diana Carvallo, Jennina Guzmán, Isabel Cisneros, Desiree Chique, Josefina Núñez, Elisabetta Balasso, Consuelo Méndez y Valerie Brathwaite, participaron en esta sección con el apoyo de la Sala Mendoza.
La pieza, que estuvo en temporada hasta el 5 de junio, regresa en el marco de la semana Francesa gracias a la Embajada de Francia y a la Alianza Francesa, con tres funciones especiales en la sala experimental del CELARG: el martes 14 a las 6pm, el miércoles 15 a las 7pm, y el jueves 16 a las 6pm. Entrada libre.
Fotografía: Aglaia Berlutti