El actor venezolano Mariano Álvarez es recordado por sus extraordinarias interpretaciones en teatro, televisión y cine. En teatro en La Revolución junto con Gustavo Rodríguez, Cartas de amor y Lo que mayordomo vio, grandes piezas en las que destacó como productor y el director.
En televisión, fue reconocido por papeles inolvidables como Nicolás Feo en la novela Paraíso, José Gregorio Hernández en el unitario El siervo de Dios o Simón Bolívar en la película Manuela Sáenz, la libertadora del libertador. Personajes que se quedaron en la memoria colectiva y que aún hacen mella en la idiosincrasia del venezolano.
Fue un actor preocupado por todo lo que conlleva el proceso artístico desde el guion, la producción hasta dirección y estudió actuación en el East 15 Acting School en Gran Bretaña. Sin duda, fue y sigue siendo un ejemplo a seguir como artista. Su recuerdo vuelve a nuestra memoria a través de uno de sus dos hijos y de dos amigas actrices.
Desde El- Teatro, le rendimos homenaje para, indagar en profundidad en un personaje de la escena artística venezolana. Nos concedieron la entrevista su hijo mayor Roberto Mariano (R) y las actrices Beatriz Valdés (B) y Amanda Gutiérrez (A). Han aceptado compartir sus recuerdos, como un homenaje al padre , al amigo y al actor.
Mariano, el padre
R: Nos veíamos mucho, estaba muy pendiente de mí. Fui su asistente cuando trabajó en Radio Caracas Televisión, le buscaba el vestuario, los libretos y me pagaba. Mi relación con él fue intensa más no extendida porque no nos veíamos todos los días. Aprovechaba el tiempo conmigo. Yo tenía 15 años y mi hermano tenia 6 cuando falleció. Lamentablemente mi hermano no tuvo la misma oportunidad de estar tanto tiempo con él.
B: Era un hombre que amaba tanto a su familia, que pudo vivir y esperar a morir por ellos.
A: Era muy familiar compartí muchas veces en su casa y él en la mía. Estuve con el hasta el último momento. Actualmente tengo contacto con su hijo mayor Roberto Mariano.
El artista y sus proceso creativo
R: Mi papá era muy natural, pero se preparaba mucho en los ensayos en el teatro. Etapa que yo viví bastante. Él fue tanto director como actor en muchas de las obras que realizó. Hacía de todo, desde buscar la obra, los actores, la dirección de actores… y lo disfrutaba muchísimo.
B: Era un artista, un creador. Era un actor en toda la investidura de la palabra y gozaba de un criterio que había que escuchar. Muchas veces nos enfrascábamos en diatribas profundas sobre los destinos de nuestros personajes, con el director Luis Manzo, un hombre brillante que siempre ha valorado la visión de actores como nosotros, los que abordábamos nuestros personajes desde el conocimiento de nuestro oficio y la profundidad con la que los defendíamos.
Mariano fue el baluarte de la idea del “ACTOR” con mayúscula, que yo había configurado cuando me formé como actriz y en los años en los que desarrollé la mitad de mi carrera, en mi país de origen. Él se convirtió en mi partner insustituible, hasta el punto en que yo también enviudé cuando Mariano faltó, porque fue mi mejor pareja en mi oficio. Mis personajes de Libertad y Manuela, lo lloraron tanto como Tamara, su esposa, y ella lo sabe.
A: Éramos de la misma escuela. Siempre muy puntual, letra aprendida y se tomaba muy en serio todos sus personajes. Yo aprendí mucho de él, estudió en Londres actuación y me transmitía todos sus conocimientos.
Compañero de actuación y amigo
B: Fue un gran compañero y uno de los pocos que nunca pretendió llevarme a la cama, debo decirlo por justicia. Mariano respetó mi integridad y siempre me vio como una colega, así como yo lo veía. Eso no se consigue fácil, eso de poderse asomar a la mirada de un compañero, con el que se puede recrear la vida de dos personajes que vibran entre ellos, desde el respeto y la integridad, no se da siempre y yo lo viví con él. ¿Qué te puedo decir? Como ves, lo extrañaré por siempre.
Conocí a Mariano en la primera telenovela que hice en Radio Caracas, Volver a vivir de Fausto Verdial. Al principio, me resultó intimidante, era un hombre con una personalidad imponente y yo venía con la aprehensión de llegar a un lugar nuevo, pero él fue tan solidario y profesional, que pronto conectamos a través de dos personajes tan poderosos, que nos unieron para siempre: Libertad y Abelardo. Más adelante lo amé como Bolívar desde la mirada de Manuela y comprobé que era mi mejor compañero profesional.
Nuestra relación fue más personal. Había una conexión profesional tan poderosa entre él y yo, que nuestra amistad sobrepasó el entorno laboral y quiero pensar que quiso protegerme con su entorno más preciado. Yo era una mujer sola, extranjera, recién separada de mi compañero de vida y con un hijo pequeño. Y él era un hombre tan generoso, que estoy segura que convocó a su círculo más íntimo y a su manera les dijo: “…ella nos necesita”. Y eso fue lo que mi hijo y yo recibimos de aquel círculo de amigos: una familia enorme que nos cobijó hasta hoy. Tanto tiempo después de su partida. Uno de ellos, Martín, es el padrino de mi hijo. Ese era Mariano, un hombre excepcional, sensible, talentoso y humano. Ese fue el colega que conocí, mi mejor amigo y mi insuperable pareja profesional.
Ese era Mariano, un hombre excepcional, sensible, talentoso y humano.
A: El era muy celoso de lo que se grababa, de lo que se hacía posteriormente, así que siempre aportaba algo. Por ejemplo, las escenas que nos tocaban juntos las diseñábamos y las estudiábamos. Compartía conmigo fuera de las grabaciones, incluso iba mucho a mi casa y yo a la de él. Nuestra amistad fue muy especial. Además ayudábamos a los que comenzaban en el medio artístico y nos poníamos de profesores para que tuvieran un mayor desenvolvimiento como actores.
Un sentido del humor muy particular
B: Si es verdad que era un gran profesional, muy riguroso, pero también tenía un sentido del humor muy especial. Era sarcástico e irónico y muchas veces nos ponía a llorar de la risa. A mi me provocaba muchas veces cuando me ponía un poco intensa por mis personajes y ahí estaba él sacándome de ese lugar tan serio en el que yo entraba tan fácilmente.
A: Era un amor y con mucho sentido del humor negro. Por ejemplo a mí me decía “vieja” y yo le daba un beso y me decía “los besos de vieja saben horrible” a pesar de que yo estaba joven.
Mariano Álvarez y su vida privada
R: En cuanto a su vida privada era muy reservado. Una vez unas chicas descontroladas, fanáticas, lo persiguieron en el automóvil y le rompieron el retrovisor. Luego muy apenadas se lo devolvieron.
B: Mariano era muy selectivo. Era un hombre profundo e inteligente y apreciaba esos mismos atributos en la gente que habitaba su círculo más cercano. Tenía grandes amigos de nuestro medio: Carlota Sosa, Amanda Gutiérrez, Héctor Manrique y su con-cuñado Alejo Felipe, por mencionar solo algunos. Yo tuve la suerte de conocer su círculo más íntimo y familiar: a su esposa Tamara, sus hijos y aquella tropa de amigos personales, con los que compartimos mi hijo Mauricio y yo, casi todos los fines de semana, durante aquellos casi 10 años gloriosos.
A: Era una persona que guardaba muy bien su vida privada. Nosotros nos conocimos muy jóvenes en el canal 8, cuando ensayamos para Bolívar. Aunque es cierto que al final no la hice, sino que hice La gaviota, a partir de ese momento, Mariano Álvarez y yo nos convertimos en mejores amigos. De hecho, él me decía que yo era su “mejor amigo” y yo le decía que él era “mi mejor amiga”.
Mariano, a través de su hijo Roberto Mariano
En una entrevista realizada por Marcos Salas en 1990, justamente cuando el éxito de Paraíso le brindaba amplio reconocimiento, Mariano Álvarez confesó: “La telenovela es un género que no me gusta, no puedo seguirle la línea, ya que resultan demasiado largas y generalmente los finales son previsibles. Por eso no me llaman la atención”. Sin embargo, al referirse a Nicolás Feo, reconoció que era “un rol extraordinario y sumamente rico en posibilidades. Está muy bien escrito. En TV he visto pocos malos como él. Es loco y manipulador y, por supuesto, inteligentísimo. Además es sumamente culto: conoce la obra de los griegos, habla como cuatro idiomas”.
Fechas especiales
R: Las fechas especiales para mí eran los días que me tocaba estar con mi papá, por supuesto yo tenía 3 años cuando se divorció de mi mamá. Pasaba el 31 de diciembre, la mitad de las vacaciones y los carnavales con él. Mis padres no se la llevaban bien después del divorcio y eso duró hasta un poco antes de que mi papá falleciera.
Otra profesión
R: Antes de irse a estudiar actuación en Londres ejerció la psicoterapia. Estoy seguro de que eso lo ayudó mucho con sus personajes. Por ejemplo, uno de lo que más disfrutó fue Nicolás Feo que era un psicópata. Ese conocimiento de la psiquis lo ayudó mucho.
La escritura y la lectura
R: Estuvo en el proceso de escribir una novela. No recuerdo el nombre de la escritora con quien la estaba trabajando, no la llegó a terminar. No sé si la otra escritora la publicó. No te sabría decir porque no le seguí la pista cuando mi papá falleció. Lo que si recuerdo es que lo hacía con mucha dedicación, con mucho afán, era algo que quería hacer y que le llamaba mucho la atención. A pesar de realizar muchas novelas en la televisión no era su medio favorito, sin embargo se interesó por escribir una. Creo que el ser creativo y el ir mas allá lo motivó.
Leía mucho teatro, tanto en español como inglés. Me dejó el libro Ética para Amador de Fernando Savater cuando ya sabía que nos iba a dejar. También recuerdo otro libro en particular titulado De ratones y hombres (Of Mice and Men) de John Steinbeck. Nunca he podido llevar el ritmo que él tenía al leer en cuanto al volumen y al tiempo.
La cocina
R: A mí papá le gustaba mucho cocinar y una de los platos más conocidos y queridos por la familia y sus amigos era el chupe. Lo preparaba con su propia receta, le quedaba riquísimo y siempre lo recuerdo. También prepara pastas cuando sus amigos y familiares lo visitaban. Y algo que le encantaba comer era la arepa con suero de tapara hecho en casa por mi tío Ignacio.
La religión
R: Mi papá era agnóstico, no creía en rituales, en el azar. Él tenía una visión más científica. A pesar de haber representado a José Gregorio Hernández y por el cual fue bastante reconocido. Estoy seguro de que disfrutó mucho haciéndolo, pero dudo que lo haya disfrutado como católico porque no lo era. Esa era su visión, no estaba interesado en ningún tipo de ritual religioso.
Viajes y aficiones
R: Recorrimos media Venezuela. Mi papá disfrutaba muchísimo viajar por Venezuela, sitios como Mérida, Margarita Apure. Además le encantaba montar a caballos en la Victoria y hasta estuvo en competencias no profesionales.
Sus dos hijos Roberto Mariano y Mariano Roberto
R: La relación con mi hermano era un poco complicada nos veíamos 2 o 3 días cada dos semanas. Fue una relación un poco extraña. Él siempre estuvo con mi papá y yo estaba a veces si y a veces no. Mirando hacia atrás, sobre todo cuando nació, yo tenía 9 años y tuve los celos habituales, sin embargo nos llevamos bastante bien.
Seguir sus pasos
R: Yo creo que en algún momento mi hermano se lo llegó a plantear pero yo no. Llegué hacer teatro en el colegio con el grupo teatral Skena y fue una experiencia muy bonita, el tema del teatro me gusto mucho. Incluso fui de gira a varias ciudades cuando mi papá hacía teatro. Cuando mi papá falleció, sentí que el teatro me acercaba a él, perderlo fue muy duro.
Él quería que estudiará una carrera que tuviera más “garantía” por así decirlo, así que estudié ingeniería en computación. Ahora mismo tengo un podcast y por ahí sale a relucir a veces mi lado creativo. Yo creo que tenemos tiempo aún, mi hermano tiene 27 y yo 36 años, si en algún momento decidimos hacer teatro o algo relacionado con lo artístico.
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En 1999, Mariano debió abandonar su participación en la novela Mujer secreta, donde interpretaba al villano José Manuel Valladares, debido al avance de su enfermedad: esclerosis lateral amiotrófica. Desde entonces no se le volvió a ver en pantalla hasta conocerse la lamentable noticia de su deceso. En mayo de 2015, el programa Detrás de las cámaras, conducido por Luis Olavarrieta en Televen, le brindó un homenaje.
Extraordinario trabajo sobre Doris Wells.
Desde la óptica de sus hijos.