Para celebrar sus 33 años, el Teatro Teresa Carreño consideró la idea de remontar Don Quijote de Marius Petipa, que finalizó funciones en 2013. Pero el anhelo de rememorar el momento en el que se inauguró el complejo cultural el 19 de abril de 1983 llevó al Ballet Teresa Carreño a escenificar Coppelia, un espectáculo sobre el cual la institución mantiene un total hermetismo.
En tan solo seis semanas Laura Fiorucci logró recrear la historia de la muñeca danzante de Coppelius, que ha sido montada en dos ocasiones más en el Teresa Carreño: en 1983 con coreografías de Enrique Martínez, en un montaje que se presentó en el Teatro Municipal antes de llegar a la Ríos Reyna; y posteriormente con dirección de Vicente Nebrada, una obra que se vio por última vez en 2003.
Sin halo de modestia, Fiorucci precisa que los números de baile son totalmente nuevos.
“Respeté solo algunas partes del repertorio clásico”, confiesa.
Los movimientos de los 30 bailarines que integran el reparto poco tienen que ver con el original de Arthur Saint-Léon –creador del libreto en conjunto con Charles Nuitter–. Este es el segundo ballet completo que dirige la coreógrafa y que asume como un reto. “No teníamos tiempo de montar algo como Don Quijote, así que propuse Coppelia porque que es un espectáculo fresco, divertido y ligero”, afirma la profesora con una trayectoria de 32 años en el arte.
La historia se centra en Swanilda y Franz, una pareja que se disgusta cuando él se enamora de una muñeca de tamaño real creada por el juguetero Coppelius. Swanilda, celosa, hace todo por recobrar la atención de su amado y termina haciéndose pasar por Coppelia y enredando la situación. Se trata de un espectáculo de tres actos, con dos intermedios de 15 minutos, alegre y de fácil comprensión para el público.
“No es un cuento de hadas, pero es una historia sencilla que contiene elementos de comedia que la hacen apta incluso para niños”, indica Fiorucci y agrega que el elenco se ha apropiado de la pantomima para expresar las emociones de los personajes. El cuento en el que está inspirada la trama, sin embargo, no es tan divertido. Es un relato de terror del escritor prusiano E. T. A. Hoffmann denominado El hombre de arena, en el que el protagonista muere tras descubrir que la muchacha de la que se ha enamorado es una autómata.
La música de Léo Delibes se mantiene, con la intervención de dos piezas de Sylvia del mismo compositor francés, incorporadas en el tercer acto por orden de Fiorucci. En la fosa actuarán alrededor de 70 músicos de la Orquesta Sinfónica Juvenil Regional Ezequiel Zamora –de entre 13 y 25 años de edad– que fueron seleccionados de los más de 120 que forman parte los núcleos de los Valles del Tuy. Todos conducidos por César Iván Lara.
“Esta es la primera vez que estos niños acompañan un ballet profesional, lo que le da un mayor significado al ballet”, señaló el director.
No solo la falta de tiempo ha marcado la realización de Coppelia, sino también el hermetismo. El Nacional quiso entrevistar a los bailarines principales, pero no se le permitió.
Fiorucci señala que la crisis económica ha socavado la calidad de las producciones en Venezuela. Argumenta que los años ochenta fueron la época dorada del Ballet Teresa Carreño, pero que hoy existen agrupaciones más pequeñas que mantienen vivo el arte. Pese a todo, asegura que el Teatro Teresa Carreño “ha marcado la pauta en la danza clásica” del país desde su creación. Un objetivo que sigue buscando con reestrenos cada cuatro o seis meses.
Por Patrizia Aymerich para El Nacional