Destacados#Crónica: Perdedores Hermosos (IV/IV)

#Crónica: Perdedores Hermosos (IV/IV)

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Sara Valero Zelwer como Kassandra en una foto de William Fuentes @vidrioahumado

Perdedores Hermosos.

Memorias de un viaje a Mérida, en el marco del Festival de Teatro para Mérida.
(IV/IV)

PUEDES LEER LA PRIMERA PARTE DE ESTAS CRÓNICAS AQUÍ / Perdedores hermosos I.

IV

 

Mérida
Viernes 20 de diciembre.
7:30am

Kassandra se presenta a las 3pm en el “Espacio Proyecto Libertad”, un edificio que funciona como Centro Cultural, según Elizabeth Marín Hernández, su curadora, es casi como una hermana aliada de la Organización Nelson Garrido (La ONG) acá en Caracas o, al menos intentan funcionar administrativamente y artísticamente en su estructura interna de esa manera, con creatividad, en resiliencia, un espacio de y para la libertad desde su inauguración hace cinco años.

Belkis Maldonado, la impulsora del proyecto, está dando el todo por el todo en ello. En una conversación que tendremos, me hablará de toda la historia por detrás del emprendimiento y su particular odisea.

“Kassandra” de Sergio Blanco se presentará en el estacionamiento de este edificio. Literalmente el estacionamiento acondicionado como una tasca. Han utilizado la mueblería de la oficinas y algunas baldosas para construir la barra de atención. Ya tienen en vía un proyecto de residencias para artistas. En sus paredes descansan obras de Juan Toro y Dianora Perez.

En su terraza se puede ver el aeropuerto, bromeo negramente acerca de su posible utilidad (la del aeropuerto) como frontera de trueque. Del edificio, pienso que es un grandioso espacio. Su gente, a la que luego conoceré, fueron gentiles y serviciales. Anfitriones en toda regla. Consuelo Vargas, artista y profesora universitaria, fue la que nos acompañó durante todo el día.

Tomaremos mucho café. Hablaremos de las redes sociales. De la necesidad de crear redes y lazos en tiempos tan difíciles, comeremos un bollito, al que luego en la intimidad con mi pareja de turno: Abilio, le diré será el primer bollito-hallaca de chorizo, que he probado en mi vida. Lo digo por el particular sabor de la carne roja que llevaba en su interior.

Por la noche celebraremos y brindaremos a la salud de todos los presentes.

9:30am
El taxi pasa por nosotros en el hotel. Vamos directo al edificio donde se ubica el “Espacio Proyecto Libertad”.

En el camino me he quedado sin cigarros, le pregunto al taxista sobre la posibilidad de parar en algún lado para poder comprar. Lo toma en cuenta y cinco minutos después tengo las cajetillas en mis manos. Creo que he fumado más de lo que esperaba en este viaje.

Finalmente llegamos al edificio. Nos recibirá Consuelo, nos presentará a los empleados, y nos dará una visita por el espacio. Moisés también nos recibirá, estará con nosotros también ese día, con Moisés hablaremos de todo, le comento que éste será un día relajado, todo lo contrario a “Las Trenzas”, él me dice que es terrible que sea así, no puede estar quieto un momento, lleva unos días intensos yendo y viniendo de acá para allá.

Unos minutos después estamos sentados en una de las mesas, Consuelo, Abilio, Elisa y Moisés, hablando de todo un poco.

Selfie. Daniel Dannery, Moisés Angola, Consuelo Vargas y Abilio torres con la sierra merideña a la distancia.

12:13am
Sara llegará con su acostumbrado “Hello!”, irá a camerino, dejará sus cosas, hablará de las maravillas de su recién descubrimiento: “La Nonna”. Amanece feliz, pone una rama de romero sobre mi oreja, me da un beso y va a prepararse. Elisa ha llegado antes, su presencia será estacionaria entre el camerino y el estacionamiento-bar.

El estacionamiento tiene su encanto. Me comenta José, el hijo de Belkis y bartender de la noche, que el espacio es como un “club de la pelea” y efectivamente eso parece, bromeo diciéndole que en una de las áreas se puede acondicionar un ring donde caerse a golpes, leer poesía, o romper instrumentos.

Así que comprenderán cuando les digo que la primera regla del club de la lucha, es no hablar del club de la lucha.

Sara Valero Zelwer en el camerino acondicionado del Espacio Proyecto Libertad. Foto Elisa Castillo @unaelisaimaginaria.

1:20pm
Se ha ido la luz. Moisés se acerca para decirme:

Dani, te tengo una buena y una mala noticia. La mala es que se ha ido la luz, y se ha ido en toda la ciudad. No es sectario. La buenas, es que cuando eso pasa la luz regresa una o dos horas después.

Más adelante bromearemos sobre el hecho de que “estamos esperando que llegue la luz, la luz viene en camino”. Y así será, la luz hará acto de presencia justo en medio de la primera función de “Kassandra”. Sara improvisará un afectuoso: “I love Mérida”, en medio de la situación, la gente reirá con ella, y una vez más la “Kassandra” de Sergio Blanco habrá conquistado corazones.

Muchos comentarán sobre el poder de desdoblamiento de Sara, en la capacidad histriónica de manejar su personaje.

Lo otro, es que retrasaremos la función una hora. Nos lo podemos permitir. Kassandra dura alrededor de una hora. Así que haremos las funciones a las 4pm y 6pm. Sara así tendrá unos 45 minutos de descanso previo a la segunda función.

Consuelo nos advierte que será prendida la planta de electricidad del edificio, para que éste pueda permanecer operativo. La planta queda justo en el estacionamiento, a unos pocos pasos de alguna mesa del bar. El ruido que produce el aparato es tormentoso. A partir de este momento iremos y vendremos cada quien por su lado, en pequeñas small talks, dudas de último momento, y comentarios aislados.

Kassandra en la vía a vender cigarros de contrabando. Foto Elisa Castillo @unaelisaimaginaria.

 

3:31pm
El público comienza a hacer acto de presencia. Reconozco público que nos acompañó en la función de “Las Trenzas” del día anterior, saludo, intercambiamos algunas palabras.

Me acerco a la mesa de @maryvalentine_, @maryvalentine_ es una de esas personas que conoces por redes sociales. Un día ella empezó a seguirme, y yo empecé a seguirla, así ahora nos seguimos. Si lo pensamos a profundidad el asunto de las redes sociales, funciona. Acorta distancias.

Sara Valero Zelwer como Kassandra en una foto de William Fuentes @vidrioahumado

@maryvalentine_es estudiante de teatro. Conversamos unos pocos minutos. La primera impresión que me generó es que tiene alma de gitana. @maryvalentine_ es joven y pícara. No la he visto actuando. Pero tiene duende. Unas horas antes, por instagram me dice que ha ido a “Las Trenzas”, y que se acercará a ver “Kassandra”, perfecto, pero que esta vez se acerque a saludar.

Finalmente soy yo quien se acerca. Conversamos apenas unos minutos, sus compañeros empiezan a llegar, y ya estamos a punto de comenzar función.

4:10pm
“Kassandra” hizo acto de presencia.

Una vez más, aunque los requerimientos son menores a  “Las Trenzas”, era un ensayo para Sara, si bien habíamos tenido una función previa en Caracas que había salido formidable, algunos días le precedían. Y Sara estaba fría. Igual la función era diurna y “Kassandra” un personaje nocturno. Estaba seguro que la función de las 6pm triplicaría la energía.

Confío plenamente en el actor. En la medida de lo posible incentivo su capacidad de juego y creación en la escena. Me gusta pensar que el actor tiene libertad de crear en sintonía con su cuerpo y su conexión emocional con lo que dice. Si un actor no está enamorado de un personaje, siento que no vive del todo la experiencia de actuar. Se puede notar en cine, televisión y mucho más en teatro, medios donde los actores suelen repetir parlamentos como loros. Máquinas automáticas repitiendo palabras, sin gesto, y entrega por la mimesis.

Sara en ese sentido es como Abilio, son actores capaces de diseñar a través del juego mimético, y hacer avanzar y evolucionar su gesto histriónico facial y corporal. Sin condicionamientos teóricos, simplemente haciendo soplar la llama que proviene de la fogata. Haciendo funcionar la máquina mimética. De ese fuego interno que los moviliza por querer ser mejores en el acto de la transformación, en la repetición.

Confío plenamente en ambos, y es una confianza que se genera desde los ensayos. Cada uno tiene su ritual de preparación, y se trabaja en función de mantenerlo.

Sara hace crecer el personaje constantemente, evolutivamente, el personaje es cada vez más brillante, más vivo, más lucido, más desgarrador y generador empático. Es un personaje amoroso y terrible. Sara lo verbaliza y moviliza con ímpetu, extendiéndose sobre los espectadores, hablándoles directo al oído, enseñándoles el horror de la guerra a través de gestos, miradas profundas que nacen de una necesidad de resistir, de seguir resistiendo.

En el poder de la esperanza y sus virtudes temporales. En la sanación de las heridas a través de la verbalización de la verdad, de nuestras propias verdades atrapadas en la memoria, en medio del espanto, la barbarie y la lucha por el amor, “Kassandra” se gana el espacio donde llega. Lo hechiza. Lee el tarot, descubre su propia muerte y se marcha. Así lo ha reescrito Sergio Blanco en su obra, es la Kassandra que le corresponde a nuestro tiempo, y su nueva mitología. En esa Kassandra están las bases sobre las que se construye la belleza del personaje.

Kassandra lee el tarot a uno de los asistentes. Foto de William Fuentes @vidrioahumado

Termina la función, mismo ciclo, gente que se acerca a felicitar, comentarios de todo tipo.

5:15pm
Subo a la oficina donde acondicionaron el camerino de Sara. La felicito, le digo que fue una bella y poderosa función. Me siento, hablamos de todo un poco. Elisa está con nosotros, en algún momento le entregué la cámara para que tomara fotos. Tomó foto en la función que arrancamos sin luz… ¡sin luz!… el ISO estaba en 8000, luego de que la luz llegó, nunca pensé en cambiarle otra vez el registro, y aún no he visto las fotos, pero deben haber quedado saturadas/quemadas. Elisa no es fotógrafo y es primera vez que sostiene una cámara de este tipo. Lo pienso y lo dejo ir. Por alguna extraña razón. Estupidez quizás.

PS: Al revisar las fotos he descubierto que Elisa, sí sabe tomar fotos.

5:45pm
Es hora de la segunda función. Moisés sube a pedir autorización para empezar. Le digo que estamos listos. Allá vamos. Yo saldré primero. Sara esperará cinco minutos antes de hacer acto de presencia.

Abajo la gente conversa, tenemos la función full, mucho más gente que la función previa. Algunos beben una cerveza. Kassandra comienza a vender sus cigarros, a hacer acto introductorio. Durante poco más de una hora, la gente reirá con ella, se conmoverá y se trasladará a una Grecia imaginaria, desconocida del todo para otros, reinventada para algunos.

Efectivamente, Sara entró más fogosa, se abraza a la columnas del edificio, hace crecer sus gestos, amplifica su interacción con el público, comienza a llevarlo un poco más allá, saliendo de algunas zonas de confort y descubriendo su capacidad de romper y variar con el texto en algunas circunstancias específicas y propias del momento vivo de la representación.

7:15pm
Sara crece como actriz con cada función, asume más riesgos y lo hace con libertad expresiva. Cada vez que nace un nuevo gesto, la reacción del público es abrasiva, Sara responde con Kassandra, la función sigue adelante, hasta que el taxi llega y ella debe partir, camino a su propia muerte.

La tragedia se sirve. Los aplausos suenan. Se escucha algún “¡Bravo!” y el sonido de las palmas se sostiene durante unos buenos segundos. Ha sido una función hermosa. De las mejores. Y ahora que escribo esto, pienso en que siempre digo lo mismo, cada vez que “Kassandra” se presenta es mejor, crece más, se solidifica. Se hace más bella.

Kassandra muestra su destino. Foto Elisa Castillo @unaelisaimaginaria.

7:30pm / 3:00am
A partir de este momento, conoceré a básicamente todo el equipo de artistas que trabaja en el edificio: Manu Vásquez-Ortega, Génesis Alayón, Rosa Velásquez, Gabriel Lozada. A Argimiro Castillo, el decano de la facultad de Arquitectura de la Universidad de los Andes (ULA). Todos apoyan el festival, como parte del grupo que hace vida activa del espacio.

A mi encuentro vuelve el profesor Freddy Torres, entusiasmado una vez más por el trabajo, esta vez llegó ofertando cosas, le explicaba que en Caracas había diseñado un laboratorio de exploración creativa dramática (Alquimia Dramática), él me dice que es una excelente idea para un seminario en la ULA, que lo llame. Es lo que dice.

Se acerca Hugo Alejandro, un arquitecto egresado de la ULA, proveniente de Mérida, él ya ha tenido oportunidad de ver la pieza en Caracas, alguna función en la “Taberna del Navegante”, apenas se enteró que estaríamos en Mérida me escribe interesado en ir a verla una vez más.

Hugo, es amigo de Aarón José Martínez, un buen fotógrafo que conoce a Sara y que trabaja de la mano con Fran Beaufrand, juntos vieron la obra en Caracas. Todos recuerdan a Hugo siendo un niño en la ciudad. Argimiro comenta en algún momento de la noche “Yo conocí a este muchacho cuando tenía 8 años, dejé de verlo, y ahora lo vuelvo a ver”. Ahora Hugo es Arquitecto, y para él la ciudad está sola, aunque solo esté de paso.

Argimiro es un hombre encantador, de esos que no tienen miedo de decir las cosas en la cara, sin importar ofender o… da igual. Es un catedrático, presumo de los buenos. Cuestiona cada cosa que digo, y trata de dejar en evidencia algunas palabras que uso cuando hablo. Digo que el clima de Mérida me ha parecido fresco y templado. “¡Templado y fresco no es lo mismo!” responde él. Y así se nos va la noche. Al final hemos reído y compartido.

En función escuchaba las risas de una espectadora, luego descubriría, se llama Genesis, se reía e interactuaba para sí misma con algún diálogo que “Kassandra” en medio de su performance lanzaba como flechas. No pude evitar acercarme a conocerla, y decirle que me alegraba que la obra le hubiese gustado tanto. Más tarde en la madrugada, nos auxiliaría con el número de una línea de taxi que nos sacaría borrachos de ahí rumbo al hotel a Abilio, Sara y a mí.

Genesis es artista visual, acaba de ser premiada en el salón de jóvenes con FIA, y tiene mirada de femme fatale, es una mujer hermosa, dulce e inteligente, proveniente del estado Aragua. En más de una ocasión mi voluntad se verá en la obligación de hacer halago de su belleza, de la forma de sus ojos o de sus ojos en sí mismos. Le digo que el Genesis en la biblia me parece un libro hermoso, y que el Libro de Job, absolutamente existencialista. Me pierdo hablando de cualquier cosa, con tal de hablar.

La noche se nos va entre cervezas, canciones, risas, cuentos, chistes, y un largo sin fin de palabras inmemorables.

Se nos van de lado las piernas y es hora de ir a dormir.

V
UNAS POCAS HORAS DESPUÉS.

Mérida.
Sábado 21 de Diciembre.
3:45am
Tengo dolor de cabeza. Las cervezas hicieron su efecto. Tengo la vejiga de un niño, tomo cerveza y no paro de ir al baño. El dolor de cabeza es producto de la deshidratación. Voy a mear, tomaré un acetaminofén y volveré a la cama. Aún siento en el cuerpo la pesadez del alcohol, no lo he metabolizado del todo, y me paro un poco mareado.

Afortunadamente mañana nos podemos levantar a las 9:00am. Iremos al “Mercado Principal” a comernos una pizca andina. Podremos ver algunas obras del festival; cosa que me tiene entusiasmado, poder ver el trabajo de otros y su desempeño, es una forma de inyectar sangre nueva a mi labor como parte de la “Asociación de Critica Teatral Venezolana” (AVENCRIT), tengo una responsabilidad en ese sentido, ver el trabajo de otros, comentarlo, criticarlo, cuestionarlo y realimentarlo, cosas en las que creo.

Al final del día iremos a la fiesta de clausura del festival, para finalmente partir hacía Caracas el domingo 22 en la mañana. No tenemos pasaje todavía, y al parecer los autobuses que salen son un misterio. Hay que organizar el regreso a casa.

Juan Carlos me había preguntado hace unas horas cuándo pensábamos irnos, le dije que los planes siempre habían sido el domingo en la mañana. Estuvo de acuerdo.

Reviso el celular para ver la hora. Son pasadas las tres de mañana… casi las cuatro. Bajo la ventana de notificaciones; Abilio duerme rendido a mi lado, tengo un mensaje de whatsapp de Sergio Blanco. Pienso que puede estar preguntando por las funciones del festival, habrá visto el material publicado en redes por el público que asistió a verla.

Sergio mandaba una notificación anulando nuestro acuerdo de presentaciones de “Kassandra”, había visto un video en redes donde consideraba que el espíritu de la obra se había perdido y transgredido, y prefería dar por terminado el proyecto.

La verdad no supe qué pensar en el momento. Un fantasmal frío se instaló en el estómago. No entendía la decisión, ¿qué podía ser tan grave? No estaba pensando en ese momento. No podía pensar. Me dolía la cabeza. Es de madrugada. Necesitaba estar en mejores condiciones para responder a Sergio. Hice lo único que podía hacer en ese momento, le copié el mensaje a Sara, ella lo vería en la mañana y en el mercado desayunando conversaríamos sobre la situación y buscaríamos una forma correcta de defendernos.

Mientras tanto, fui a dormir.

8:25am
Sentí a Abilio salir de la habitación. Bajó a fumarse un cigarro, por supuesto llevaba su taza de café caliente en las manos. Traté de no pensar mucho en el mensaje que había leído de Sergio en la madrugada. Necesitaba un poco aclarar las ideas. Ver qué iba a responderle, buscar la causa del desagravio. No entendía nada. No revisé el teléfono. Además teníamos un día largo por delante. Queríamos conocer algún sitio, caminar la ciudad, ver las obras.

Tengo que bañarme.

Una buena ducha siempre es un espacio de meditación. Las duchas del “Hotel Convension Boutique”, dejan salir el agua bajo una fuerte presión y además su agua caliente es regulable. Lo que me gusta de los hoteles de este tipo, son sus duchas. En la ducha, puedo permitirme quedar paralizado y en silencio mientras el agua caliente abre mis poros, y también mis ideas y pensamientos.

Necesito despejarme y despojarme. Una de las situaciones absurdas de este baño con la que me encontré la primera vez fue que el gel de baño, el shampoo dos en uno y el jabón para manos, cada uno identificado con un cartel distinto, eran exactamente el mismo tipo de jabón líquido.

Con líquido ámbar me embadurnaba el cuerpo. Y la espuma iba corriendo por mi piel hasta la rejilla del desagüe.

Me senté en la cama, después de bañarme. Agarré el teléfono y escribí un mail a Sergio.

Le mandé lo escrito a Sara. Sara ya había iniciado conversaciones con Rossana Hernández, quien nos ayudaría como puente con Sergio Blanco a reducir la molestia y ser conciliadora entre las partes. Incluso Sergio se encargó de hacerle llegar su decisión inicial a Rossana, la encargada en Venezuela de montar su trilogía autoficcional, “Tebasland”, “La Ira de narciso” y pronto “El Bramido de Düsseldorf”..

Me vestí, agarré un poco de café de una de las tazas, y bajé a fumarme un cigarro con Abilio, que en todo este tiempo no hizo acto de presencia en la habitación.

Bajé y ahí estaba él sentado en una acera viendo su teléfono. Le di los buenos días y las malas noticias. Por supuesto Abilio no entendía nada y decía: “Coño y ¿qué más nos va a pasar?” le respondí que a estas alturas, sabría que estoy vivo solo al llegar a Caracas y pisar mi casa.

Reímos en algún momento. Abilio sabe reír de las cosas malas, se quitó una correa imaginaria del cuello, como esa endeble que sostiene a los pequeños niños en la carta del diablo en el tarot. Las risas de Abilio y las mías, estabilizan la tragedia… como dice Kassandra: “…But Bugs Bunny!”

Decidimos que era hora de marcharnos. Sara y Elisa nos esperarían en el mercado.

10:37am/11:00pm
Salimos a las nueve de la mañana del hotel y llegamos a las diez y media al mercado. ¿Cómo pasó? No lo sé. Pero caminamos desde la Plaza Milla, hasta el Mercado Principal.

Sin quererlo, Abilio me dio un tour obligado en Mérida. Al menos plazas, callejones y recovecos.

En medio de esta situación, una yaga fue producto de molestia en Abilio. Pasó todo el día haciendo buches de agua oxigenada y secando la herida con Pilvex. La yaga estuvo presente durante todo el viaje, y brotó justo después de la última función de “Las Trenzas”. Abilio hablaba sobre la posible somatización de stress a través de su yaga. También lo creí posible.

A mí en una entrepierna comenzaba a iniciarme un molestia que luego descubriría sería un acceso inflamado. Luego en algún momento, Sara me confesaría que estaba sufriendo de lo mismo, un acceso en una entrepierna.

Nuestras tres heridas, nuestros tres clavos. Coincidencia o no. Los tres estábamos realmente sumidos en una situación de alto stress, y el cuerpo comenzaba a pasar factura.

Llegamos al “Mercado Principal”, Sara y Elisa nos esperaban sentadas en la entrada. Morían de hambre por nuestro retraso, la verdad yo también tenía hambre y estaba agotado, no había pasado buena noche, y el mensaje de Sergio me había terminado por desmoralizar.

En algún momento entregado al drama llegué a comentar: “Pues si no volvemos a presentar “Kassandra”, al menos pienso que fue un viaje perfecto, un ciclo cerrado.” Lo pensaba por varios condicionantes.

“Kassandra” como proyecto inició su recorrido el 15 de Febrero de este mismo año. Fue el día que decidimos viajar a Coro, para tomar las fotografías que acompañarían la campaña de publicidad de la obra. Para nuestra sorpresa, Caracas se quedaría sin luz el 07 de Marzo, prácticamente un mes después de haber tomado las fotos.

Aún así estaríamos estrenando el 09 de Marzo en los espacios de “La Íntima Live” en Suka Bar del Centro Comercial San Ignacio, quienes tenían planta. Dos funciones más tarde los hermanos Gómez, los dueños del local, se reunirían con nosotros para anular nuestro acuerdo comercial con la obra, ellos alegarían que el proyecto no estaba llevando suficiente público al espacio, y para ellos tenernos ocupando el horario de los jueves en las noches, básicamente no era rentable.

Una sensibilidad de bolsillo.

Nuestra primera función en Mérida de “Kassandra” la iniciamos sin luz, porque la ciudad de Mérida, aún sufre las penurias de ese apagón nacional suscitado el 07 de Marzo, y unas horas después Sergio nos contactaría para anular nuestro acuerdo.

Coro, Caracas y Mérida, conviviendo en un mismo espacio.

Así pues… en algún momento entregado al drama llegué a comentar:

Pues si no volvemos a presentar “Kassandra”, al menos pienso que fue un viaje perfecto, un ciclo cerrado.”

Abilio me miró a los ojos y me dijo:

A mí no me parece que sea perfecto… esta es una situación producto de un malentendido y se puede solucionar.”

Sara me vio impávida, y le di la razón a Abilio.

En la mañana apenas llegar al mercado principal, nos sentamos en unos de los restaurantes del último piso del mercado, y fue cuando descubrí que también estaba en bancarrota. Si no administraba bien el dinero, podía llegar a Caracas con un posible día de hambre. Abilio me brindó el desayuno. No me comí la pizca andina, pensé que podía caerme mal en el estómago, sus ingredientes tienen como base principal “leche”, y he descubierto mi posible intolerancia a la lactosa. No quería pasar todo el día con el colón inflamado mientras resolvía un asunto humano. Era lo peor que me podía pasar.

Desayuné el merideño, dejé la carne que traía a un lado, estaba seca y sin sabor. Me comí dos pequeñas arepas de trigo, revoltillo, queso blanco rallado y un pedazo de aguacate con nata. Me sentó bien. Le pedí una cucharada de pizca andina a Abilio, para probar, estaba rica. Luego me arrepentiría de no haber pedido la pizca…y de pagar por un café cuarenta mil soberanos. En el pueblo llegué a desayunar por 50 mil.

Nos quedamos sentados en la mesa un buen rato discutiendo el asunto “Kassandra”, Elisa lloró por un asunto personal, Sara desapareció durante unos largos minutos. Yo indagaba en formas de buscar una solución, ¿había sido mi error? ¿qué no había dicho o dejado de decir? “Está bien, lo que sea que haya hecho lo acepto.” Pensé.

Con “Kassandra” he comprendido la necesidad de aceptar, y también la de decir y explicar. Todas las cosas que he hemos hecho e ideado con ella, se han realizado desde una profunda honestidad, nunca antes me había sentido así o me había entregado por completo a algo de esta manera, siempre queda algo suelto, pero uno siempre está en capacidad de sujetarlo y de adquirir más experiencia, aprendizaje y conexión. La última vez que recuerdo estar en una experiencia similar fue con “Burkina Faso” de Daniel Dalmaroni, hace exactamente cuatro años.

De “Burkina Faso” solo quiero comentar el aprendizaje ganado de tantos errores. Que las relaciones a distancia son difíciles y que las amistades son vulnerables a quebrarse. La historia de “Burkina Faso”, como el país africano es dramática y medio trágica. Pero como todo, el trabajo se hizo. No volvería repetir la experiencia, no con “Kassandra”, tengo errores acumulados y mucho aprendizaje ganado.

Finalmente estando todos una vez más enfocados y reunidos, comidos y despejados, sentados en un restaurant del mercado principal de Mérida, redactamos entre Sara y yo las palabras para Sergio. Se escribió y se esperó respuesta.

Sergio amablemente nos diría que llegando a casa luego de su jornada nos respondería con calma. Tendríamos que esperar un día completo para saber la decisión final. Si “Kassandra” aún formaba parte de nuestra agenda, o si por el contrario, la maleta donde llevábamos sus cosas, habría que guardarla definitivamente a nuestro regreso a Caracas.

Una llamada pérdida al celular de Abilio generó una nueva intriga. Era el hotel, nos pedían hacer el check-out a la 1pm. Juan Carlos no me había comentado que el hotel nos despacharía el 21, pensaba que nuestra conversación anterior había dejado claro que abandonaríamos la ciudad el 22 a primera hora. El hotel pidió confirmar sistema, pero efectivamente teníamos que hacer el check-out y ofrecieron un deadline, antes de las 6pm sacar nuestro equipaje.

Hicimos una parada en casa de Tía Marina. Comimos frambuesas silvestres en el patio trasero del edificio. Hablamos de nuestra condición, agotados, puede ser la palabra. Sara no dejaba de comentar el trato, y yo le decía: “Esta situación habla más de nosotros (como grupo) que de ellos”.

Desde un inicio, la información que se supuso clara de las reglas en la participación del festival, fueron manipuladas. El viaje no duró doce horas, sino dieciocho, nunca se advirtió esta situación, no la lectura del futuro, sino la prevención y la alerta de que es una posibilidad. Con conocimiento de causa uno es capaz de sopesar mejor y de prever ciertas cosas, aceptándolas con más paciencia y tolerancia.

Pero hay momentos en que se pasa una débil frontera donde el respeto es vulnerable a quebrarse.

Sara hablaba de maltrato. Especialmente ella se sentía así, maltratada, por la forma como la producción del festival no hizo mucho para apoyarla. Nadie la acompañó del hotel, o ofreció un transporte de traslado. Más allá de la situación turbiamente política por la que botaron a Sara; y en parte a nosotros del hotel, la producción del festival tuvo que al menos no apartar la vista del todo por razones igualmente políticas, pero condicionadas al trato humano.

Yo estoy de acuerdo de que faltó información, o no sé manejó de la manera correcta: Un primer encuentro de creadores, suspendido. Ningún asistente de producción haciéndose cargo de agrupaciones en la ciudad, muchos descuidos de seguridad, e información con relación a la situación actual de la ciudad. Mucho nerviosismo, risa pícara, pero poco enfrentamiento. Más que maltrato, descuido y más que descuido, maltrato.

Una producción solvente en su trabajo y esfuerzo, no escapa de darle valor humano, fuera de las paredes de un escenario a sus visitantes.

En la divertida comedia de Fiedrich Dürrenmatt “Proceso por la sombra de un burro”, uno de los personajes sentencia: La estupidez humana es como para llorar. Pero uno ríe, después de todo es el año del “Guasón”.

Cuando participé y viajé al Festival de Cine de Margarita en el año 2014, con mi cortometraje “La Roca”, recuerdo que siempre estuvo el staff muy pendiente de sus invitados. Informando sobre las funciones y horarios, no dando a entender qué bastaba con una cartelera. Organización, básicamente. Incluso en aquel momento, la aerolínea y sus contratiempos hicieron que permaneciera toda la semana en el festival. Me dejaron hospedado los días siguientes a los que se suponía ya tendría que haber abandonado la isla.

(INCISO)

 Sobre las recomendaciones al festival, se sugirieron varias en el camino:

1.-Que el festival en alianza con alguna institución gubernamental, sirva de vocera a las líneas de autobuses, si bien puede que la línea no cumpla un acuerdo, al menos si estar informada de que grupos de personas viajarán a la ciudad, y que en esta se orquesta un festival.

2.-Esta red, estar conectada con algún asistente de producción de campo encargado de manejar toda situación en el terminal, de esta forma se garantiza comunicación directa sobre algún problema y/o imprevisto de transporte en el proceso.

3.-Si bien se garantiza el alojamiento, informar y comunicar desde el día uno el tiempo que se tiene previsto de la agrupación en el marco del festival. De esta manera, los invitados poder decidir con anticipación su estadía a conveniencia. De forma contractual.

4.-Aunque la movilización de las agrupaciones puede estar restringida a su tiempo laboral en el festival, y no es una obligación movilizar al participante en sus días previos o posteriores, hay que tomar en cuenta que muchas de estas personas puede que no conozcan la ciudad o no tengan relaciones directas en ella, poner en conocimiento a la agrupación sobre temas de transporte debería ser una obligación, al menos ofrecer el apoyo de un asistente encargado de la agrupación que pueda facilitar la información.

5.-Se debe garantizar al menos un alimento diario, desde el día de llegada, hasta el día de salida. Si bien es cierto el hotel ofrece este servicio, en este caso en particular fue negado. Existen posibilidades de tener alianzas con pequeñas empresas como restaurantes, kioskos, franquicias de comida, emprendimientos de este tipo siempre enaltecen el trabajo de otros que estarán a disposición de ayudar.

6.-Si bien, las condiciones extremas, la falta de mantenimiento de los espacios y el deterioro de los mismos puede corresponder a un interés mayor fuera del alcance de las políticas económicas del estado y del país, para un emprendimiento de este tipo, pueden ser solventadas en menor medida por el factor humano. Forjar el carácter y la personalidad de asistentes, estudiantes y afines, a través de la limpieza y el sentido de pertenencia, es un valor que debe ser cultivado.

Cada una de estas sugerencias la creemos posibles por la forma como observamos el capital humano trabajando para el festival, siendo una ciudad universitaria en toda regla, el trabajo de los estudiantes engrandece y potencia estas actividades, enseñando sobre organización, planificación, producción de campo, ejecutiva y general, y por supuesto gestión cultural.

En Mérida, hay descuido por parte del festival. Sobretodo en el manejo de la información, y esto promueve las suposiciones y los malos entendidos. Quizás estos sean temas a tratar como sugerencias para las futuras ediciones, porque nada más valiente y riesgoso a aventurarse a promover el traslado de agrupaciones teatrales para darle a la ciudad una necesaria lavada de cara, pero hay cosas que deben observarse con detalle.

(FIN INCISO)

Cuando nos dirigíamos de casa de Tía Marina hacía el Centro Cultural Tulio Febres Cordero, caminábamos por un callejón, acabábamos de dejar las maletas, tomar agua, hablar un rato y descansar. Los cuatro, ahí estábamos: Elisa, Sara, Abilio y yo. Vistos a la distancia una postal. Sara que tiene esa capacidad de proyectar, suelta una carcajada y dice:

-Beautiful Losers!

Y sigue riendo. No me deja de dar gracia el comentario.

¿Han escuchado “Perdedores Hermosos” de Luca Prodan? Yo no… en este momento no… pero al llegar a Caracas, y casi en la meta final de terminar de escribir estas memorias… por no dejar busco en Google.

Tecleo: p e r d e d o r e s  h e r m o s o s

Y ahí aparece, con un lánguido sonido de trompeta triste, con forma de canción hippie de los 70s, de un tipo que no sabía que existía, Luca Prodan, un italiano de padre turco y madre china, que llegó a la argentina a hacer música y que entre sus composiciones destaca: “Perdedores Hermosos”, una canción que forma parte del álbum homónimo. La canción además es la que abre el LP. Tiene panderetas, y una voz sucia a lo Tom Waits, y aunque el título es en español, la canción va en inglés:

see, beautiful losers
lovely, lovely losers
just you and me

11:00pm
El resto del día, lo pasamos caminando. Fuimos al teatro y de regreso nos comimos un helado, en la heladería más famosa de Mérida, la de los mil sabores: Coromoto. Llegada la noche, todos sentados en torno a una mesa, con papeles y lápices, conversábamos sobre la semana que habíamos tenido. Tía Marina preguntaba si Sergio ya había dado respuesta. Aún no.

Era la noche del 21 de Diciembre, el día más corto del año, y Sara quería quemar los deseos. Así lo hicimos. 21 deseos a la hoguera. Durante unos minutos estuvimos en silencio, cada uno, incluyendo a la Tía Marina, que nos había sorprendido con una exquisita cena que incluía una sorprendente crema de auyama con mandarina; en mi boca todavía se guarda el sabor de esa mezcla.

La fortuna fue buena con nosotros y logramos dormir esa noche en casa de “Hada Marina”, como Sara finalmente bautizó dulcemente a su tía. Era el “Hada Marina” en toda regla. Una mujer mágica, resguardada en su refugio, que en las horas sin luz aprende alemán y cose banderas en señal de protesta, rodeada del recuerdo de una abuela italiana que hacía teatro con Pirandello, de una foto con Ionesco, y de esas cosas que el teatro guarda en los misterios del alma.

Nos bañamos, preparamos las maletas. El taxi que nos llevará al lugar donde tomaremos el autobús pasará por nosotros a las 6:00am.

Había que descansar y dejar todo en orden.

VI
EL REGRESO

Mérida.
Domingo 22 de Diciembre.
5:00am
Suena el despertador. Marina ha pedido que la despierte a primera hora, nos ayudará a preparar el desayuno mientras el resto se arregla para partir. Así lo hago. Llamo al taxista para avisarle que estamos prevenidos, que esperaremos por él. Iremos a una casa de “Fe y Alegría” donde se han quedado algunos participantes del festival provenientes de Los Teques, la agrupación teatral “Fenix”, su director, Gabo Yánez ha pasado la semana en cama con un cuadro hepático, lo conoceremos unas horas después, un chico flaco, de rulos y simpático… con la mirada ligeramente amarilla.

Este autobús será nuestra salvación para no tener que enfrentarnos al caos del terminal.

Sara se separará de nosotros en algún momento de su viaje, hará una escala en Barquisimeto, pasará las fiestas decembrinas con parte de su familia que vive en el interior. El festival ha estado enterado de esta circunstancia, y han prometido que el autobús de la Agrupación Teatral Fenix, pasará por la puerta de Barquisimeto. Pareciera que el viaje de regreso será menos acontecido.

O eso es lo que creíamos.

Al despertar y abrir los ojos, antes de tocar la puerta de Marina, antes de llamar al taxista, y mirar la pantalla del teléfono, descubro que Sergio Blanco ha mandado respuesta. Un largo texto donde nos invita a seguir con el proyecto, bajo ciertas condiciones. Lo acepto todo. Finalmente las cosas van adquiriendo un nuevo orden. Le comparto el mensaje a Sara y seguimos con lo planeado.

Unos minutos después, Sara se quitaría un peso de encima al tener la seguridad de que su “Kassandra”, la que ha diseñado, la que obra en su cuerpo y voz, la que le valió una fractura de pie en proceso de ensayo, su creación del alma, podrá seguir vendiendo cigarros a destajo durante 2020.

Sobrevivimos.

Mientras tanto, el taxi está abajo y debemos regresar.

Mérida – Caracas
6:30am/11:00pm

Llegamos a la casa de donde partirá el autobús. Ahí está, parado. Aún no hay nadie despierto, esperamos un rato en la calle con nuestras maletas a que alguien nos abra. Así pasa. Minuto tras minuto van llegando otras agrupaciones que viajarán con nosotros. Una vez más lo haremos en una ENCAVA, pero considerablemente más cómoda que la anterior. A menos, tiene asientos reclinables y un pasillo más amplio. Y no tendremos que viajar con las maletas en el interior.

Al preguntar al chofer sobre su recorrido, me advierte que el autobús no pasará por Barquisimeto. Si en nuestro viaje de ida el autobús tomó la ruta Lara-Barinas, en nuestro regreso el autobús tomaría la ruta Barinas-Portuguesa. Sara entra en crisis. Llamamos a Juan Carlos, no atiende.

Se le llama a Gunther, despierta sorprendido, le digo que el autobús no pasará por Barquisimeto, que Sara necesita una solución. Inmediatamente Gunther nos dice que vendrá por Sara.

Sara conversa con el chofer y logra un acuerdo, el autobús la dejará en el terminal de Acarigua. En conversaciones acuerda con su tío para que éste la pase buscando en Portuguesa. Gunther llega con un plan poco previsible. Los autobuses que van a Barquisimeto desde Mérida salen a las 7:00pm, Sara tendría que esperar en casa de la familia de Gunther hasta llegada la hora. Declina el plan, y sigue con nosotros.

Nos montamos en el autobús. En el camino me voy quedando dormido. Al despertar, estoy en medio de los paramos, en San Rafael de Mucuchies, el autobús ha hecho una parada turística justo frente a la capilla de piedra levantada por Juan Felix Sánchez, si me lo dijeran no lo creo. Hace cinco días hablaba con Geyer sobre su película y aquí estaba, frente a la obra del hombre milagroso de los paramos. Realmente el paisaje es hermoso, los tono verdes y las curvas de las colinas perdiéndose y fundiéndose entre otras.

Sara va en el camino leyendo una autobiografía de Liv Ullman que “Hada Marina” le ha regalado. Yo leo el “Gen Egoísta” de Richard Dawkins, que una compañera bióloga de la Universidad Simón Bolivar me ha prestado. Abilio repasa el texto de una obra infantil en la que pronto actuará.

Así se nos va el camino, la verdad no hablamos mucho entre los tres en el viaje de regreso. Necesitamos esta pequeña ilusión de espacio privado, de meditación, de… ¿reflexión?.

La primera parada no turística la hace el autobús en el terminal de Acarigua, el chofer aprovecha para preguntar en qué parte del camino pueden recargar gasoil, durante todo el trayecto ésta es la mayor preocupación.

Conocemos al Tío de Sara, y nos despedimos. Abilio y yo seguimos en el viaje. Yo prácticamente lo que hago es dormir. Si abro los ojos a veces veo una cola de kilómetros de carros esperando por llenar sus tanques de gasolina. Nada escapa a la realidad de un país que pareciera día a día se desdibuja, se va perdiendo… y reconstruyendo… ¿Quiénes lo reconstruyen? Posiblemente los esfuerzos e ideales de nosotros mismos, al margen de quienes se enriquecen con la bárbarie y el dolor ajeno.

Vuelvo a abrir los ojos. ¿Qué hora es? ¿6:00pm? Próxima parada: Carabobo. Adiós amigos que se bajan en Carabobo. Vuelvo a dormir. ¿Dónde estoy? ¿Aragua? ¿Estamos en Los Teques? Abilio me dice que en la vía hacía Los Teques, aún no salimos de Aragua. Bajamos, meamos, fumamos, hablamos, Abilio comenta que el resto del grupo está tomando café y nosotros no. Subo, me vuelvo a dormir. Despierto. ¿Dónde estoy? Los Teques. Adiós amigos del grupo Fenix. San Antonio: Adiós amigo. Duermo. Despierto. ¿Dónde estoy? Caracas. Próxima parada Plaza Venezuela, adiós amigos.

Por una vuelta del destino, el autobús prácticamente me deja en mi casa. Apenas a dos cuadras de distancia, casi como si el chofer leyese mis pensamientos y el GPS de mi destino final. Abilio y yo fuimos los últimos en bajarnos del autobús. Tomamos nuestras maletas, caminamos hasta el edificio donde vivo.

Subo a dejar las maletas, busco las llaves del carro. Enciendo y abro camino por la autopista para dejar en su casa a Abilio.Voy a penas a 60km/h, son alrededor de las 10:30pm. Por primera vez en todo el viaje, le pregunto a Abilio cómo se siente después de la experiencia. Conversamos, reflexionamos, me alentó a escribir algo, y acá estoy cerrando lo escrito. Llegó a su casa, nos despedimos, le agradezco por todo, y abro camino hasta mi cama.

Mérida es una ciudad de una luz hermosa. De calles y fachadas detenidas en un tiempo. Una ciudad que se resiste. De alguna forma. De múltiples formas. Como el país, como nosotros que nos resistimos a dejarnos dominar. Venezuela siempre ha sido un país para la aventura, para cualquier clase de aventura. La de nosotros es hacer teatro, quizás perdemos más de lo que ganamos, este oficio tiene esa condición, te quita más de lo que te da ¿o es al contrario? El teatro tiene esa ventaja, hace de uno alguien mejor, por alguna razón, por alguna extraña razón.

Cuando esa noche me fui a dormir, no pensé en nada de esto. Agradecí poder estar en mi hogar. Cuando llegué a Mérida la primera vez, luego de esas 18 horas de viaje, tampoco pensé en lo que había pasado, simplemente agradecí poder estar ahí.

La ventaja de ser un perdedor es que las pequeñas cosas, las más mínimas, las más ínfimas, los pequeños detalles, engrandecen. Un perdedor es un eterno ganador de minucias, y en ellas se van construyendo las razones de vivir con lo que se tiene, mientras lo que se pierde abre la posibilidad de volver a construir un sueño, más hermoso, más duradero.

see, beautiful losers
lovely, lovely losers
just you and me
Daniel Dannery
Martes 31 de Diciembre de 2019,
3:39pm.

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PUEDES LEER LA TERCERA PARTE DE ESTAS CRÓNICAS AQUÍ / Perdedores hermosos III.

 

 

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