“…Por su trabajo constante se han convertido en referentes culturales, nutriendo la escena teatral en la historia y su relación con la sociedad”.
De esta manera el programa de Salas Concertadas del Ministerio de Cultura define la categoría de salas de teatro históricas, que son espacios para la práctica teatral con una trayectoria mayor o igual a 35 años y que cuentan con programación permanente.
Este año, siete de ellos recibieron apoyos de este programa oficial: La Fanfarria de Medellín, Esquina Latina y el Teatro Experimental de Cali, ambos de la capital del Valle; la Corporación Colombiana de Teatro, la Fundación Centro Cultural Gabriel García Márquez, el Teatro La Mama y el Teatro Taller de Colombia, de Bogotá. Por otro lado, dos no clasificaron por la falta de la firma en un documento: el Teatro Libre del Centro y La Candelaria.
De esos grupos que se han convertido en un “legado cultural para Colombia”, como lo apunta el programa, uno de ellos, La Mama, está en riesgo de quedarse sin sede.
Desde 1974, el grupo funciona en una casa en la calle 63 con carrera 9 en un contrato de comodato, que se venció el pasado 16 de junio. El espacio es propiedad del Instituto de Desarrollo Urbano de Bogotá (IDU), que lo necesita para la ampliación de la calle 63 en Bogotá. “El IDU requiere de un espacio físico para realizar encuentros o reuniones con la comunidad y otras actividades, para lo cual no se cuenta con recursos para alquilar espacios particulares”, dijo el ente público en un comunicado.
Según Rodrigo Sánchez, actual director del teatro que se fundó en Bogotá en 1968, el grupo está pendiente de una reunión con el IDU para encontrar una posible solución.
“El problema grave es que tenemos unos contratos ya aprobados con Idartes y el Ministerio de Cultura pero nos falta el contrato de comodato de este inmueble, entonces ellos detienen eso y quedamos bloqueados por todos lados”, dice Sánchez.
El grupo incluso inició una campaña en la plataforma Change.org en la que solicita el apoyo de Idartes, el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural, el Ministerio de Cultura y la Alcaldía Mayor de Bogotá para no quedarse sin sede.
Es una situación similar a la que vivió otro grupo histórico, Esquina Latina de Cali, que por más de 20 años estuvo también en comodato en una casa que pertenecía a la Universidad del Valle, pero hace dos años, cuando finalizó el acuerdo, comenzaron unas largas negociaciones para que el grupo adquiriera la sede. Finalmente, la semana pasada, se concretó la compra del inmueble.
“Hemos contraído una deuda muy grande pero tenemos en este momento la propiedad de la casa, lo cual nos va a permitir el desarrollo de acuerdo a nuestros planes y proyectos, no necesariamente circunscritos a lo que se pudiera convenir con la universidad”, dice Orlando Cajamarca, director del grupo.
Además de estas nueve instituciones, hay grupos que también han superado la frontera de los 30 años con actividad permanente (Teatro Nacional, Matacandelas, Mapa Teatro, Quimera, Ensamblaje, La Libélula Dorada e Hilos Mágicos, entre otros).
Incluso hay algunos colectivos sin sala, como Teatro Petra y Teatro Tierra, que suelen estrenar producciones cada año y están en giras permanentes.
Y a pesar de que hay apoyos estatales y distritales, como el propio programa de salas concertadas y las becas de creación, los grupos instan a un mayor apoyo a toda esta escuela de tradición.
“En los procesos artísticos hay un momento en que los grupos han demostrado trayectoria, ya se han ganado un espacio, eso no es de azar sino que es un legado… Nosotros pensamos que este tipo de proyectos deberían tener ya unas características especiales para no ponerlos todo el tiempo a competir por unos recursos”, asegura Cajamarca.
Fuente: El Tiempo