La mágica historia literaria de Roald Dahl, Matilda, estrenó su primera versión musical en Castellano en El Nuevo Teatro Alcalá de Madrid. Con una propuesta maravillosa que le hace honor a su predecesora original de la Royal Shakespeare Company, que fue aclamada con más de noventa y nueve premios internacionales y se ha mantenido exitosamente en cartelera por doce años.
Después de 4 premios Tony, las expectativas de la pieza requerían de un equipo que estuviera a su altura para versionarla en España. Así es como David Serrano, director de Billy Elliot en castellano, reúne al mismo equipo artístico que le acompañó en su anterior hazaña y asume la dirección general de este nuevo montaje.
El resultado es una historia universal para todo público, contada por un elenco enorme de niñas y niños que sorprenden con la fuerza de sus interpretaciones. Pese a sus cortas edades, bailan, cantan y actúan como profesionales. Inclusive, algunas Matildas acaban de cumplir ocho años, pero eso no las detiene para apropiarse de la escena con carisma y entrega.
Todo el elenco infantil tiene momentos brillantes y resulta especialmente destacable el timing para la comedia que manejan las niñas que hacen de Lavanda. Quienes aprovechan cada texto para simpatizar con el público, que acaba por acompañarlas en su misión de ser la mano derecha de Matilda. Para lograr proezas como esta, estuvieron preparando al elenco durante más de un año y medio en una escuela de teatro musical pensada exclusivamente para la obra.
En palabras de Enric García
Enric García, Director Musical Infantil de la Escuela, nos cuenta que el elenco infantil no tenía formación vocal previa. Debieron tener mucha paciencia porque las canciones son complejas y se encontraron con problemas de ritmo y modulación. Como necesitaban que se les entendiera cada texto, revela que fue agotador para los profesores porque los niños y niñas demandan mucha energía, pero que al final el resultado fue gratificante.
“Empezando el proceso llegó la pandemia y ordenaron el uso de mascarillas ¡Cantábamos y bailábamos con mascarillas! Obviamente los niños desarrollaron una potencia vocal increíble. Recuerdo el día en el que nos las quitamos por primera vez ¡Los niños comenzaron a saltar! Todo lo que para los adultos es una pequeña emoción para los niños es mucho más grande. Nos contagiaron su entusiasmo y celebramos junto a ellos ¡Por finos mirábamos las caras!”.
Cuando habla se le iluminan los ojos de orgullo, como si fuera la propia Ms. Honey hablando de Matilda. Confiesa que es la obra en la que más se ha involucrado emocionalmente, logrando conmoverlo hasta las lágrimas. “No puedes evitar pensar: recuerdo que le enseñé esto y le costó 1500 repeticiones lograrlo y ahora lo está haciendo delante de 1500 personas como si nada”. Cuenta que lo sorprendieron con su inteligencia y su capacidad de improvisación, asegurando que son un ejemplo para el resto del elenco adulto y que les motivan a estar a la altura ese ingenio infantil “o te implicas con todo o no vale la pena”, concluye.
El director general, David Serrano, aprovecha para destacar el trabajo de los adultos sabiendo que serán los niños quienes se roben los suspiros ¡Y vaya que lo merecen! En la familia de Matilda encontramos personajes pintorescos y satirizados. La madre tiene uno de los mejores números de baile de toda la pieza y hace una estupenda dupla actoral con el padre. Mientras el hermano se roba carcajadas del público con intervenciones muy precisas.
Pero sin duda alguna Trunchbull, interpretada por Daniel Orgaz, es la gran revelación de la pieza que destaca notablemente con su capacidad actoral y se apropia de todos sus momentos con facilidad. Fuera de escena se le ve haciendo chistes. Baila con una de las Matilda y dice que cantará “Maybe this time” para pasar el rato. Su camaradería y buen humor hacia la protagonista tampoco pasan desapercibidos.
“Acá somos amigas pero antes de comenzar la obra le hago una seña y ya sabe que a partir de ese momento nuestros personajes aparecen y somos rivales”. Dice riendo con la niña que asiente vivazmente, como si compartieran un juego secreto. Esa picardía para comunicarse podemos verla también cuando están sobre el escenario.
La versión musical en castellano
La producción, a cargo de SOM Produce, cuenta con siete Matildas y seis intérpretes diferentes para los ocho personajes infantiles. Sumando en total a un elenco de más de ochenta personas. La escenografía, a cargo de Ricardo Sánchez, esta compuesta de libros coloridos que llegan hasta el techo. La tarima está cubierta de lomos de libros gigantes en los que se dejan ver títulos como Golondrina e inclusive Matilda, en homenaje al libro que inspiró la historia.
Conceptualmente la dirección de arte responde al universo de la protagonista. Mientras el montaje se toma licencias regionales interesantes y entretenidas que juegan con el origen de sus intérpretes. Sin embargo, teniendo en cuenta que Matilda cita a Charles Dickens y se pregunta por las injusticias del mundo que se ven reflejadas en el suyo propio. Resulta inapropiada la decisión de sugerir una nacionalidad distinta para los mafiosos. Al igual cambiar el icónico momento en que la madre de Matilda accede a firmar los papeles de adopción en la famosa película.
En esta propuesta es el padre quien tiene ese momento con la protagonista y la madre permanece completamente indiferente. Merece la pena aprovechar el tema de la pieza y preguntarnos quiénes son los niños revoltosos del ahora para poder darles voz.
Matilda es una celebración a la diversidad, a la rareza, a la literatura y a la curiosidad. La pequeña protagonista se arriesga a entender el mundo con una mirada distinta sin permitir que un entorno hostil quiebre su espíritu aventurero. En general, da gusto ver una pieza que reivindica el amor a la lectura y la importancia de la imaginación. Asimismo invita al público a conectar con lo estimulante que resulta una buena historia mediante un espectáculo divertido y emocionante.