Por Sara Valero Zelwer. Co-fundadora y miembro de El recuerdo del futuro.
Desde muy pequeña me interesó saber sobre los antepasados ausentes: sus gustos, sus locuras, sus fracasos, sus logros. Quizás porque perdí a mi padre a una edad muy temprana, aunque desde antes de eso preguntaba por los abuelos muertos. Curiosidad acrecentada con mi judaísmo, pensemos que se recuerda semanalmente al descanso del Creador al hacer el mundo, por ejemplo. Ya adulta -todo lo adulto que uno es a los veinticuatro años- escogí a Argentina como mi hogar por siete años, una nación en donde las palabras MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA significan mucho después de la terrible última dictadura militar. Allí las palabras archivo, historia, registro, testimonio, testigo, pesan veinte obeliscos juntos.
En Buenos Aires, cuando comentaba sobre mi formación o el teatro venezolano, nadie conocía nada. Alguno que otro podía decir: “Ah, si…Gené estuvo allá varios años” y un par de veces supieron de José Ignacio Cabrujas. Era como si nuestra escena teatral no existiera. En internet tampoco había casi nada. Corría el año 2016 y yo empecé a imaginar un proyecto de archivo digital para las artes escénicas venezolanas.
Comencé a dar clases en la Escuela de Artes de la Universidad Central de Venezuela en el 2019. A comienzos del año siguiente, vi la oportunidad de abrir un espacio de investigación sobre archivos y artes escénicas en el formato de materia electiva. No quería hacerlo sola, apuesto por la construcción colectiva desde el 2012, año en el que empecé a dar clases en el Bachillerato Popular Alberto Chejolán -una secundaria para adultos ubicada en la Villa 31, barrio vulnerado más grande de Buenos Aires- hasta el 2016. Decidí invitar a Areani Rondón, compañera y amiga del Centro de Creación Artística TET y de la Escuela de Artes con una sensibilidad especial para la investigación, a que dictara la materia conmigo. Y apareció el nombre: EL RECUERDO DEL FUTURO. ARCHIVOS Y TEATRO, pensando en el ejercicio de ir hacia el pasado para dejar el registro de los que vienen en el futuro.
En este caso, utilizando las bondades de Wikipedia, una plataforma que tiene la nobleza del software libre: acceso para todos a todo. Contactamos a Óscar Costero, coordinador de Wikimedia Venezuela, encargado de enseñarnos a crear artículos, capacitación gratuita para grupos que desean llevar adelante una investigación concreta.
Se inscribieron unos cuantos conejillos. En la primera clase leímos el ensayo La ciudad escondida de Cabrujas, que habla de Caracas como una ciudad que se derrumba y construye constantemente donde no está ni la casa donde uno nació. Fue una hermosa primera clase el miércoles 11 de marzo del 2020…divertida…profunda… y el viernes 13 se estaba declarando el confinamiento debido a la pandemia.
En medio de la niebla de ese año, El recuerdo del futuro se convirtió en un refugio para todos. Nos encontrábamos religiosamente cada miércoles a través de un chat. Al grupo se sumaron un par de oyentes, hacedores de teatro interesados en la investigación, y en la paradójica y sensual relación entre un arte efímero como el teatro y el archivo. Leímos y reflexionamos con Giorgio Agamben, Félix Guattari y Suely Roelnik, Leonardo Azparren, Milagros Socorro, entre otros, y tuvimos varios invitados argentinos y venezolanos, expertos en distintas áreas relacionadas al proyecto.
Eran sesiones profundas, llenas de discusiones y reflexiones suculentas. Creamos nuestro manifiesto, inspirados en las vanguardias artísticas del siglo XX y lo convertimos en una pieza audiovisual. Creamos nuestros seis primeros artículos: Teatro del Contrajuego, GA 80, Skena, Teatro San Martín, Taller Experimental de Teatro y Grupo Theja, grupos escogidos por su trayectoria e impacto en nuestro teatro. Estábamos ya tras nuestro objetivo: hacer un espacio micropolítico en el que la memoria de nuestra historia fuera registrada. Una pequeña república con leyes que preservan nuestra historia, que promueven el legado del relato sobre el gran país teatral que hemos sido. Rebelarnos contra la práctica evasiva de olvidarlo todo.
Después vinieron más artículos, el archivo paralelo creado para las redes sociales, una exposición. Integrantes valiosos pasaron y se despidieron. Siguen llegando otros, con nuevas ganas e ideas. Estamos preparando un documental y una experiencia escénica itinerante. Tenemos más proyectos que manos y a veces, estamos agotados. Ahora vamos aprendiendo cómo convertir nuestro valioso proyecto en recursos que nos permitan seguir construyendo archivo.
Por mi parte, soy una feliz madre. El niño ya camina y le están saliendo unos dientes. En Instagram @elrecuerdodelfuturo.
Esta nota se publica en alianza entre El-Teatro.com y el proyecto El recuerdo del futuro, con el fin de promover el archivo y la memoria cultural de Venezuela.