En la Divina comedia, Dante Alighieri hace referencia al tema del libre albedrío que es inmanente al hombre, específicamente en el canto XVI del Purgatorio. En el tercer círculo Dante habla con Marco Lombardo, y le pregunta la causa por la cual el mundo carece de virtud y está cubierto de maldad. Lombardo le responde que los hombres piensan que todo es causa y decisión divina, y que si así fuera, los humanos no tendrían el menor poder de decisión, no tendrían libre albedrío y ni el Paraíso ni el Infierno tendrían algún sentido, puesto que todo sería voluntad absoluta y predeterminada de Dios.
El espejo de Dante
El hombre, continúa Lombardo, tiene la capacidad dada por Dios de discernir entre el bien y el mal. Y tomar una decisión frente a la naturaleza, es decir, tiene libre albedrío. Marco Lombardo dice: “Así, pues, si el mundo se aparta del verdadero camino, vuestra es la culpa y en vosotros debe buscarse, como ahora te probaré con toda veracidad.” (Canto XVI, v. 82)
Lombardo sigue y le dice a Dante que, por falta de leyes y de vigilancia en su cumplimiento, es que el mundo está en pecado.
Pero la naturaleza humana sigue siendo buena y el hombre puede buscar el recto camino en sí mismo.
Es decir, el hombre tiene siempre la elección, debe apropiarse de la responsabilidad de su existencia y de sus acciones, el hombre tiene siempre la elección, debe apropiarse de la responsabilidad de su existencia y de sus acciones, haciendo uso de su voluntad, de su capacidad para obrar, como definiría Jung al libre albedrío. Quizás motivado por una entusiasta lectura de la Divina Comedia.
Dante nos enfrenta entonces contra un gran espejo que no solo refleja al lector, si no a él mismo y a toda la humanidad. Parece que nos conduce sobre el desierto de sal de Uyuni en Bolivia, el mayor desierto de sal continuo sobre la faz de la tierra que cuenta con más de 10.500 kilómetros cuadrados. Se encuentra rodeado por una corona de montañas y sobre su superficie en los meses de lluvia se forma una fina capa de agua que actúa como un infinito espejo natural que refleja las nubes y picos. Incluso podemos llegar a percibir un espejismo o confundir el cielo con su reflejo en el vasto horizonte.
Dante nos invita a través del texto a mirarnos en ese espejo interno. A reflexionar sobre nosotros, sobre la forma en la que actuamos en el mundo, sobre nuestros “pecados” y nuestras virtudes, nos invita entonces a estudiar ese reflejo. A ver cada detalle y sobre todo nos incita a corregir nuestro camino. Pero no solamente desde un punto de vista externo con acciones hipócritas o falsas pretensiones religiosas, si no, a partir de una revisión íntima.
Como dice Platón en su diálogo el Fedón: “El conocimiento no es más que un autoconocimiento, una esencia universal que compartimos todos los seres humanos.”
El infierno interior de Dante
Dante propone hacer un viaje hacia nuestro infierno interior, donde cada una de nuestras faltas sea reconocida y avergonzarnos de ellas. Y sufrirlas, error tras error, e ir avanzando uno tras otro. Luego profundizar y sumergirnos en nuestro purgatorio y empezar el proceso de sanación paulatino, de perdón. Una decisión personal que nos hace liberarnos de culpas y sufrimiento, donde reconocemos nuestro accionar y hacemos un esfuerzo por cambiarlo, aprendemos de nosotros mismos y evolucionamos hacia un mejor yo. Pero es lento. Es arduo, tan duro como subir una interminable montaña cuya recompensa es el conocimiento del sí mismo.
Para concluir el viaje en la ascensión al Paraíso, lugar de absoluta paz, sosiego, de comodidad y seguridad maternal en contacto absoluto con el todo, en un retorno prácticamente uterino. En este paraíso interno sigue el proceso introspectivo de la humildad depurada. Aceptándonos y amándonos en perfecta sincronía con la vida. Fluyendo con ella y obrando según nuestra razón y humanidad.
Pero debemos reconocer que esto es solo una propuesta. Dante nos toma de la mano y nos lleva por este gran espejo natural como el desierto de sal de Uyuni. Pero sigue dejando en claro que la decisión vive en cada uno de nosotros y se toma cada día de nuestras vidas. Con paciencia, pescando la luz.
Por Maria Graciela Medina (Estudiante de Artes, Universidad Central de Venezuela.)
Este ensayo fue escrito en el marco de la cátedra “Introducción a la Literatura”, dictada por el profesor Daniel Dannery, en la Escuela de Artes de la Universidad Central de Venezuela, sobre el estudio de “La Comedia” de Dante Alighieri.
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