“El teatro es transcripción de la vida, espejo de la naturaleza, como enseña (Shakespeare), pero ese reflejo fiel se logra a través de medios específicos: no fabricando una realidad falsa, sino haciendo haciéndola más real aun destacando su esencia gracias al prestigio del arte. Sobre la escena nada de superfluo, solo lo estrictamente necesario al actor: el tablado por dónde camina, los trajes con que se viste, la silla o el banco en que se sienta, la mesa en que escribe, y la luz: el juego del día y de la noche”.
El texto fue escrito por
Nicolás Curiel para el programa de mano de la obra de teatro
Don Juan Tenorio, de José Zorrilla, montada por él en 1957 con el
Teatro Universitario de la UCV (TU) y presentada en el Aula Magna de esa casa que siempre vence las sombras.
En esas líneas está la esencia de lo que para este hombre de teatro, actor, dramaturgo, directo y docente, fallecido el día de hoy: el actor y el texto; el texto comprometido con la verdad, haciendo más real la realidad, y el actor sin más artilugios que sus gestos, sus palabras y su cuerpo.
Nicolás Curiel, el Brecht venezolano
Nicolás Curiel nació en Caracas el 26 de abril de 1928. Era nieto del docente falconiano Nicolás Curiel Cutiño, de quien heredó la pasión por la enseñanza. Estudió la secundaria en el Liceo Fermín Toro y en 1947 inició estudios de Derecho en la Universidad Central de Venezuela. El artista no terminó la carrera porque a los dos años viajó a Francia donde ingresó a a la Academia Education par Le Jeu Dramatique, dirigida por Jean Louis y Madeleine Barrault. Posteriormente, siguió su formación en el Teatro Nacional Popular, de la mano de Jean Vilar. También en Francia se hizo dirigente del Partido Comunista.
Su trayectoria teatral comenzó en el Liceo Fermín Toro, donde recibió clases de Alberto de Paz y Mateos. Se dio a conocer en el mundo de las tablas a través de sus múltiples proyectos de Teatro Universitario desarrollados en la Universidad Central de Venezuela (UCV). En sus clases se formaron actores, actrices y directores como José Ignacio Cabrujas, María Cristina Lozada, Gustavo Rodríguez y Hernán Lejter, entre otros.
Ese mismo año en que presentó con el TU Don Juan Tenorio. También montó en el Aula Magna la pieza Historia plena, que denunciaba los abusos del poder en un entorno silenciado por la dictadura de Marcos Pérez Jiménez.
En toda su carrera artística, Nicolás Curiel realizó más de cuarenta montajes, entre los que destacan Los Miserables (1958), Barrabasalia (1962), Romeo y Julieta (1962), Yo, Bertolt Brecht (1963); La literatura que camina: el sentido (1998), y Pinocho, que obtuvo dos Premios Municipales de Teatro. Recibiò el Premio Nacional de Cultura, mención Teatro 1992.
Incansable hombre de ideas, decía: “La gente del teatro, o los teatreros, nunca nos jubilamos. Cuando nos retiramos es por algo definitivo”.
Fuente: Medios
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