Después de agotar la temporada anterior de cuatro meses continuos, vuelve la propuesta hiperrealista del dramaturgo venezolano José Gabriel Núñez, Fango negro, Teatro en el autobús con una nueva temporada que muestra a todos los espectadores un recorrido desde un vehículo que parte todos los viernes a las 7:30 pm desde la Plaza Francia de Altamira. Los sábados la misma ruta inicia a las 7:00 pm.
El montaje a cargo del Centro de Directores para el Nuevo Teatro en celebración de su 30 aniversario, conjuntamente con Mandarina Films y The Kaleidoscopic World Art Foundation se presenta una vez más en Caracas, para recrear una historia que transcurre a bordo de un autobús de recorrido urbano. Sobre este, el espectador se convierte en parte de diversas historias que tienen lugar en el trayecto.
Al mismo tiempo, el público disfruta de bebidas espirituosas y shows de bailes que sirven de adorno para la narrativa de amor central de la pieza.
Aunque esta sea una propuesta novedosa para el público caraqueño, no lo es para el resto del mundo teatral. Ya en Uruguay la idea innovó las artes con el título Barro negro, dirigida por Marcelino Duffau. El montaje, similar al que se monta en este momento en la capital venezolana, se ha convertido en un clásico de la cartelera montevideana y fue declarada de interés turístico y cultural.
En Caracas, la primera exhibición de Fango negro fue en 1990. La actual está dirigida por Daniel Uribe.
Fango negro es un intento de trasladar la vieja historia de amor con humor venezolano y urbano, un tanto absurdo, que se ha mantenido en cartelera casi todos los años en Venezuela aunque no siempre tuvo su muestra en Caracas, como ocurre en Montevideo, donde ha sido escenificada durante 20 años ininterrumpidamente y ya va por su temporada 25.
Así, San Cristóbal, La Victoria, Maracay, Barquisimeto y Valencia han sido testigos de un espectáculo que finalmente logra desarrollarse durante casi dos horas gracias a sus personajes masculinos, pues los femeninos merecen tener una historia más sólida.
Si el espectador piensa que el viaje en autobús transcurrirá con normalidad, se equivoca. Un travestido, un indigente, un militar alcohólico, un vendedor ambulante que resulta ser su amigo, una docente que los conoce, la sifrina acostumbrada a viajar en taxi, la policía y algunas prostitutas, alterarán el orden psicológico del pasajero que se pasea por los alrededores del municipio Chacao mientras debaten sobre sus ficticias vidas y hasta describen situaciones políticas y filosóficas mientras golpean el techo y suelo del lugar, lo cual podría generar cierto desconcierto –y hasta malas caras– entre los usuarios del transporte.
Pese a todo, Núñez se encarga de trasladar a la realidad caraqueña algunas figuras arquetípicas de la cotidianidad uruguaya para resolver un conflicto, con el que aprovecha para criticar –entre otras cosas– acciones típicas de la sociedad, como la violencia doméstica y el maltrato a los derechos humanos. Su excusa es la historia de una mujer enamorada (María) que termina bañada en sangre. ¿Lo logra? Será decisión del asistente afirmarlo o negarlo.
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