“No escribas para decir que vas a marcharte
no hables de la belleza
si eres incapaz de sostenerla.”
Con este poema de Gabriela Rosas damos comienzo a la entrevista a la poeta venezolana. Su voz poética ha traspasado las fronteras de su país estando presente en festivales y en antologías internacionales, además de dictar talleres de poesía online para varios países latinoamericanos.
La poeta venezolana define la poesía como una fuerza natural, un parto:
es un poder, una comunicación altísima, un don, mi lugar lejos del miedo.
El primer recuerdo con la poesía
Para Rosas el primer contacto consciente con la poesía fue cuando siendo niña veía televisión junto a su madre. Uno de los personajes en sus diálogos detonó en ella un deseo consciente de ser poesía, de hablar y vivir siendo el poema. “No recuerdo cuántos años tenía, pero no más de ocho. Recuerdo la frase, recuerdo que el padre trataba de explicarle el por qué de la separación o divorcio de su madre a su hija y la niña le preguntó: ¿Papá, acaso los pájaros cuando tienen calor se despluman?”, manifiesta.
Desde entonces ella quería hablar así de hermoso, sencillo y profundo a la vez, desde lo que entendía a esa edad. Le parecía fuera de lo común y así comenzó a mirar todo distinto, a detenerse en la cosas, en las palabras, en las esquinas, etc. “Ya no quise hablar de otra manera, yo quería la pulpa, el oro, la belleza. El resto es la vida que brilla en la palabra de los otros y espero siempre en la propia”, enfatiza.
Cuenta que no recuerda a qué edad comenzó a escribir, pero sabe que fue desde niña. “Recuerdo llevar un diario y recuerdo el parque, a mis vecinos, escribir sobre ello, recuerdo los cuadernos y libretas llenas de escritos, poemas, cuentos, sueños; conscientemente quizás a los 12 años”. Su primer taller de poesía lo realizó siendo estudiante de primaria. Y el primer premio que ganó fue escribiendo un cuento en tercer año de bachillerato, ya apuntaba maneras, señala.
Vivir poéticamente
Vivo la poesía desde lo personal, desde la memoria corporal, desde los cinco sentidos, desde la luz que encierra toda oscuridad, desde mis lecturas que son norte.
Expresa que no siempre está en el poema, a veces solo en un verso o dos, otras veces habla desde la mirada de lo que le ocurre a otros. Así desde la simple contemplación de una taza de café, una acera, la manilla de una puerta que no cierra, recordando lo que pudo ser en ella, en los otros, otras tantas aparecen en sus sueños y luego acude a su parto.
Es un hecho que la mayor parte de mi obra publicada hasta ahora es bastante autobiográfica
Además reflexiona diciendo que sus últimas publicaciones son casi en su totalidad álbumes de fotografías, pero no en un cien por ciento, la poesía es misterio. “Hay que estar muy claros en que el lector tiene un espacio en el que puede reescribir y releer a voluntad los poemas, es inevitable que varié lo que yo he tratado de decir una y mil veces según cada lector, cada momento del lector y cada relectura que realicen”.
Dice escribir es oficio, como dice nuestro gran poeta Cadenas: “Que cada palabra lleve lo que dice”.
El regalo de un lector es su relectura, que insista en ti, que acuda a ti de nuevo. Suelo decir y es mi fe: no es que te lean es que te relean.
– Muchos escritores dicen que la escritura es fuente inagotable. Crees que es así, siempre vas a tener algo que escribir o hay un límite? ¿Cuáles serían esos temas que recurres constantemente y que no dejarías de escribir sobre ello?
– Aprendí a no dar nada por sentado, cosa que reafirmé en este último año y medio. No soy de las que creen, no, confío, y confío en que siempre mientras respiremos habrá algo que decir y lo haremos. Es normal que hayan bloqueos, intermedios, dejemos de escribir, que nada nos invada, nos posea, nos rapte, es la vida que ocurre, es parte del proceso creativo, esto no se hace más fácil con los años, al contrario; pero pasa, siempre pasa, porque de la poesía nadie vuelve.
Siempre habrán temas para escribir. Vendrá la muerte, los nietos, el encierro, la taza humeante, otro cuerpo, tu cuerpo y escribirás. Volverás a escribir como quien insiste en el pecho que ama.
– ¿Cuáles son los poetas a los que siempre recurres?
– Pregunta difícil escoger poetas con un canon poético de altísima factura como el venezolano. Grandes, inmensos poetas tenemos, vivos y siempre vivos, un poeta nunca muere, porque su poesía es mapa, vida.
Podría nombrarte algunos poetas que siempre me acompañan: Rafael Cadenas, Yolanda Pantin, Santos López, Cecilia Ortiz, Edda Armas, Sánchez Peláez, Armando Rojas Guardia, Esdras Parras, Hanni Ossott, Elena Vera, Luz Machado, Enriqueta Arvelo Larriva. Eleonora Requena desde muy joven la leo, Beverly Pérez Rego, Claudia Noguera Penso, Luis Enrique Belmonte, Víctor Manuel Pinto, Néstor Mendoza; más jóvenes: Julieta Arella, Cristina Gutiérrez Leal y Jesús Montoya, me gusta mucho su trabajo.
Entre muchos otros debo decir y que pueden leer en mi sección de Joven poesía venezolana en la página Web Letralia. Venezuela es tierra de poetas y aquí no se deja de escribir, de publicar en los formatos disponibles, de generar espacios y compartir poesía.
– En este contexto mundial con la pandemia que ya lleva casi dos años ¿Cómo ha sido tu conexión con la escritura?
– La pandemia ha sido un agujero negro, nos ha tocado adaptarnos a todo lo que trajo y se llevó consigo y, adicionalmente, encerrarnos voluntariamente y reinventarnos en todo. Me ocurrió lo de siempre, que es leer muchísimo y seguir dando mis talleres de poesía vía online.
Tengo talleres de poesía que imparto de la mano de varias instituciones, editoriales y revistas literarias: La Poeteca, La revista Letralia, La editorial La hoja Poesía Viva (México) y los propios, mis talleres personalizados, que los daba ya antes de la pandemia. Por ello no me agarró desprevenida el tema de trabajar vía virtual. Tengo mucho tiempo para la poesía, pero poco para trabajar la mía. Aunque siempre recibo invitaciones, como esta que me haces, para entrevistas o publicar en portales, revistas, antologías, asistir a festivales de poesía, presentaciones, etc., y mantenerme en el ojo de mis lectores. Un solo lector es el mundo, yo lo celebro y agradezco.
La pandemia ha sido en lo personal una catástrofe por diversos motivos, pero la poesía es amparo, es ánimo, sana y salva. Así que la poesía y el afán por compartir la belleza me han mantenido en pie, a salvo y fuerte de espíritu.
– Cómo profesora en particular con los talleres de poesía ¿Cómo ves el movimiento en cuanto al interés de aprender a escribir poesía, las edades de las personas, cuales son las dudas más frecuentes?
– El interés es altísimo, la gente está sedienta de belleza, la gente quiere, necesita expresar lo que siente. Tienen, llegan en su mayoría con todas las dudas, tocan la puerta y para ello están los talleres de poesía y escritura en general, para ver, reconocer su lugar, su momento escritural y lector. Desde su propia experiencia identificar si lo que están escribiendo es poesía u otra cosa, si están iniciándose, qué leen, qué escriben ellos, los demás, y expandir su universo lector.
La lectura es el maestro, nosotros solo somos guías. La poesía lo digo siempre es como el amor, te pasa o no te pasa, pero tienes que entregarte, porque la poesía es un camino iniciático y transformador, es almática. Es clavarse en la cruz, destruirse para construirse de nuevo. Lo que la poesía toca lo eleva. Es trabajo del poeta hacer de lo obvio lo extraordinario. Y sí, podría asombrar que haya tanto interés, pero lo hay y las edades en mi caso están comprendidas entre los 15 y 60 años, en su mayoría entre los 20 y 45 años.
Desde Austria, El salvador, Ecuador, Chile, Venezuela, RD, Colombia, España, Canadá, México, Estados Unidos, Londres, Luxemburgo, etc., la gente quiere saber, conocer más sobre la poesía.
Primera publicación
Para Rosas fue sencillo publicar, fue convocada por la Editorial venezolana Eclepsidra y su directora la poeta Carmen Verde Arocha. Quien estaba atenta a las nuevas voces que pasaban por la Casa de la Poesía Pérez Bonalde y apostaba a publicar a poetas jóvenes a la par de voces reconocidas. El Conac en ese entonces daba al aporte para la publicación. Era el año 1999.
“Fui de las últimas en publicar durante el siglo XX mi primer libro La mudanza. Fue una grata experiencia, un sueño, una joven escritora, en ferias, en el periódico, recitando, entre poetas; porque entonces la cultura se movía mucho, habían muchas ferias y mucho contacto con los grandes poetas venezolanos e internacionales que venían invitados”.
La mudanza fue presentado en la antigua librería Monte Ávila ubicada en el Teatro Teresa Carreño junto a los magisterios de nuestra poesía Juan Liscano y Elizabeth Schön. También se presentaba el primer libro la poeta ItaloVenezolana Erika Reginato Día de San José, Eclepsidra. 1999.
“Imagina qué privilegio y emoción, nosotras noveles poetas en medio de dos grandes de la poesía, ya teníamos conciencia de ello, de su grandeza, de lo importante que eran y lo importante que es honrar a nuestra tradición poética, leerlos y saber que hay huellas de cada uno de ellos en nosotros”.
La lista de lecturas con grandes voces de la poesía que son un para siempre creció junto a muchas anécdotas. Así como la oportunidad de conocer y realizar talleres de poesía con magisterios de la poesía no solo venezolanos sino de otras latitudes, tales como: Jaime Jaramillo Escobar, Marosa di Giorgio, Gonzalo Rojas, Francisco Madariaga, Juan Gelman, entre otros. “Gracias al invalorable trabajo de La Casa de la Poesía Pérez Bonalde y las Semanas Internacionales de la poesía que realizaban, eran excepcionales”.
Publicaciones
Ha publicado los poemarios La mudanza (1999) Agosto interminable (2008) Editorial Eclepsidra. Blandos (2013) Editorial El Pez Soluble, Blandos (2021) Petalurgia, Madrid. Quebrantos (2015) Ediciones del Movimiento. Forma parte de diversas antologías en Venezuela y otros países. Recientemente incluida en Nubes-Poesía hispanoamericana, publicada por la editorial Pre-textos. España (2019) y Poesía en el pecho, La Hoja Poesía Viva. México (2021) Ha sido traducida en varios idiomas.
Sus cuentos han sido compilados en Antología de Cuentos Postmodernistas (2014) NSB Ediciones. Ganadora del Primer Premio Nacional de Poesía para Jóvenes Juan Antonio Pérez Bonalde (1995), ganadora del Primer Premio de la Bienal Nacional de Literatura Lydda Franco Farías (2014) mención poesía.
Desde el año 2015 lleva adelante el programa Poesía en el aula, iniciativa sin fines de lucro, que busca promover la lectura de poesía en las aulas venezolanas desde temprana edad, como eje transformador en la educación. Es editora de la sección Joven Poesía de Venezuela en Letralia y dicta en ella talleres de poesía. Es editora del Stand Up Poetry, de la sección de poesía contemporánea venezolana de la revista Colombia Caravansarys y forma parte del comité de selección de la editorial Uniediciones (Bogotá-Colombia), entre otras.
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