Caracas, por muchos conocida en otros tiempos como la sucursal del cielo, recientemente cumplió 450 años. Aunque no tuvo la celebración que ella merecía, un grupo de jóvenes actores que pertenecen a la agrupación teatral Funámbulo, honró entre el ayer y hoy a esta ciudad con Caracas a 450 grados.
Caracas ha sido una ciudad que ha acogido a innumerables personas oriundas de varios rincones de Venezuela y de otras latitudes. Caracas también ha sido cuna de grandes construcciones, vivencias, música, baile, cultura, y de ese estilo particular que caracteriza al venezolano en general: el trabajador, bonachón, echado pa’ lante.
Pero, los tiempos cambian. Y Caracas también ha cambiado. Parte de su magia ha desaparecido y se ha ensombrecido por la delincuencia, la anarquía en varias de sus calles y la viveza criolla.
Caracas a 450 grados reunió varios textos escritos en verso y prosa de diferentes venezolanos que se dieron a la tarea de investigar y escribir sobre la otrora ciudad de otras épocas. Pero, ¿Y a quién no le gustaría rememorar aquellos tiempos de una metrópoli donde se podía salir a disfrutar sin importar la hora de regreso? ¿A quién no le gustaría viajar por unos instantes para vivir lo que fue esa Caracas del ayer y analizar en lo que se ha convertido hoy? A eso invitaron los actores del grupo teatral Funámbulo, en una destreza entre danza, canciones y frases del ayer de caraqueños y los no caraqueños.
Esta puesta teatral en homenaje a la sucursal del cielo, fue de la dramaturgia de Moisés Rivas. Caracas a 450 grados invitó a adentrarse y ser parte de una ciudad que fue emblemática, glamorosa, segura, luminosa, noble y cálida; a la que seguramente todos quisiéramos volver a tener.