Una mujer con vestido rojo que llega hasta las rodillas pasea entre el público con un vaso de leche. Sonríe y lanza miradas pícaras. Sus movimientos son precisos e hipnotizantes, mantienen a la audiencia en absoluto silencio, a la expectativa de lo que va a ocurrir. La tensión se quiebra cuando ofrece cigarros a cambio de dólares, todo en un estridente, imperfecto e hilarante inglés, lo que provoca una inmensa carcajada por parte del público. “I am Kassandra”, grita.
Sorteando el apagón, que ha dejado a Venezuela sin luz durante días, Kassandra, se presentará esta semana. Se trata del último monólogo dirigido por Daniel Dannery, producido por el Grupo Teatral Skena y la compañía La Productora, revisita el mito de Cassandra, la hija del rey de Troya caída en desgracia y sin patria luego de la conquista de Aquiles. Esto, desde el punto de vista de una prostituta, interpretada por Sara Valero Zelwer, que regresa a Venezuela luego de ocho años de haber salido del país.
Kassandra posee como escenario el espacio La Íntima, en Suka Bar, una sala experimental con aforo para 40 personas, atendiendo a la recomendación del autor de la obra, el franco uruguayo Sergio Blanco. A Sergio, le encanta la idea de que se presente en un bar a la media noche.
La situación de inseguridad caraqueña dificulta los deseos de Blanco, por lo que se presentará a las 8:00 de la noche en el Centro Comercial San Ignacio todos los sábados de marzo.
La explicación más banal
Las luces tenues que iluminan la sala de paredes blancas subrayan los gestos de Valero y de las joyas que adornan su vestimenta, diseñado por Vladimir Sánchez.
La actriz, que debe maniobrar entre los asistentes minuciosamente debido a lo pequeño del local, proyecta su voz con histrionismo y genera cambios de humor con facilidad pasmosa, yendo desde la explicación más banal hacia la confesión más impactante.
A pesar de las limitaciones espaciales, el montaje está adecuado a La Íntima, por lo que ninguna persona pierde detalles esenciales de la interpretación.
“Cuando leí Kassandra conecté de inmediato. Es un persona emigrante, de paso, que constantemente se busca la vida yendo y viniendo porque el lugar del que venía fue destruido por una guerra. Me vino a la mente la dura circunstancia de migración que viven los venezolanos”, explica Dannery, quien fue merecedor del Premio Marco Antonio Ettedgui en 2018.
El director agrega que la obra es una oda a la esperanza en medio de la situación nacional.
“Te lleva por toda su historia, que es una gran tragedia, para decirte que vivas tu vida”.
La deconstrucción del mito griego de La Ilíada hace énfasis en los personajes homéricos, a través de la narración de Kassandra, y los tumba del pedestal de divinidad y clasicismo para bañarlos de crudeza, cotidianidad y erotismo.
“¿Quieren saber por qué amo a Agamenon? Porque tiene un pene enorme, es el caballo de Troya. Es mi amante sexual. Melenao no es tan bien dotado, ese es el chisme”, dice Valero, que se apropia de la épica y los personajes legendarios de manera jocosa.
A pesar de estar contada en clave de comedia, el monólogo da pistas subrepticias de una gran catástrofe elaborándose cuidadosamente bajo la superficie, creando angustia y desasosiego.
La obra no se conforma con revisar la literatura clásica helena, sino que aprovecha para hacer una crítica y poner a la luz las condiciones de vida de una comunidad LGBT menos favorecida.
La confesión clímax, que requiere que Valero se suba por primera y única vez a las tablas con un telón de fondo y una luz amarilla apuntando fijamente a su cuerpo, posee un gran poder dramático. El mutismo de la audiencia es completo por la actuación. El idioma y las palabras parecen convertirse en imágenes vivas que hacen perfectamente entendible lo que ocurre, incluso para aquellos que no son duchos en la lengua anglosajona.
Fiel a sus raíces griegas, Kassandra concluye con una tragedia prevista de la que no se puede escapar. Es la maldición determinista del destino, siempre presente en los dramas helénicos. Sin embargo, en su afán de lograr una ruptura de pleno carácter político, la protagonista da un esperanzador mensaje que pretende, como dice Dannery, generar resiliencia en la audiencia.
Una obra itinerante de crítica social
Dannery hizo incapie en que prefiere “alejarse de los teatros y ver que otros espacios se pueden tomar, fuera de una sala regular”, como parte de su idea para recuperar a los espectadores del teatro venezolano.
“Son 25.000 personas las que van a ver obras a nivel nacional, por lo que debemos buscar nuevos espacios para ofrecer esparcimiento y cosas nuevas a la gente que den un respiro de la crisis actual”.
El director, además, califica a Sergio Blanco como uno de los escritores más “rock and roll” de la escena teatral mundial.
El director asegura que la obra está vinculada a organizaciones no gubernamentales que luchan para detener la violencia en contra de las mujeres.
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“Hemos logrado el aval de asociaciones como Unión Afirmativa, La Red Naranja, Cepaz, la Asociación Venezolana para una Educación Sexual Alternativa, Fundamujer, con los que nos hemos asociado para hacer labor social con Cassandra y estrenarla en barriadas y comunidades populares, además de hacer foros con mujeres que han sido víctimas de la violencia”, asevera.
Tiene además la pretensión de presentarla en distintos bares a nivel nacional.
Relatos bárbaros que mezclan la historia de la princesa maldecida por Apolo y la prostituta maltratada venida a menos, Kassandra es un clamor a un mejor porvenir en medio de las adversidades y vicisitudes, y se estrenará al público caraqueño este ocho de marzo, Día Internacional de la Mujer.