En la capital de Córdoba, Argentina, un profesor y una estudiante debaten intensamente sobre la vida, sus diferencias, sueños y frustraciones. Mientras, el resto de la clase está en una marcha. Bajo esta premisa, supimos a qué atenernos como espectadores, cuando nos dejamos conmover por la pluma del premiado dramaturgo chileno, Guillermo Calderón y ésta, su Clase.
La obra de Calderón cayó en manos de quien finalmente consiguiera llevarla a escena: Gonzalo Marull, junto con un par de actores que han dejado el corazón en el escenario: Pablo Martella y Elisa Gagliano.
Estas tres voces creadoras se unieron para gritarle al mundo sus inconformidades, injusticias, sueños y pesimismos, y es por esto que con este vínculo tan humano, su repercusión no para.
Clase se convierte a lo largo de ochenta minutos, en una montaña rusa de emociones y en un debate interno del que no te salvas, porque convives como espectador con dos visiones de vida ante el amor, el futuro y lo cotidiano. Una visión más optimista y una más pesimista. La joven, avivada con ganas de cambiar el mundo y cautivada por vivir el presente, y el profesor que se resigna ante la posibilidad de cambiar su vida, su entorno, su clase. Dos opuestos que se encuentran y por vez primera, debido a la ausencia de los que protestan afuera, se miran, se escuchan y se reclaman.
La obra pone, entonces, sobre el tapete las dos caras de pensamientos que se nos hacen recurrentes y como espectadores, sabremos reconocer en qué lugar estamos, si “soy más alumna” o “soy más profe”. Aunque el resultado de ese debate interno pudiera culminar con un “soy ambos”.
Entre los diálogos, se pueden entrever las posturas políticas y sociales de la compañía, pues en una esquina de la gran pizarra está escrita la pregunta “¿Dónde está Maldonado?”, que se lee en varias paredes de la ciudad como acto de protesta por el joven estudiante desaparecido en 2017, y del que aún no se sabe el paradero.
No quedándose conformes con esto, en la mochila de la estudiante vemos colgado un pañuelo verde, que para Argentina se han convertido en símbolo del feminismo y de la legalización del aborto, que está dado pasos cada vez más contundentes.
Si bien Calderón ya viene haciendo un teatro político contundente que le ha dado reconocimiento internacional y un posicionamiento valioso en la escena mundial, Marull y sus cómplices de magia escénica, han contextualizado ‘cordobesamente’ una protesta interna en medio de una gran protesta externa a la vida, que es la obra misma.
La acertada puesta en escena del también dramaturgo Marull, ha dejado a Clase muy en alto. Su trabajo ha sido descrita como magistral en los medios de la provincia. El mismo director afirma que no había más que dejar que las emociones resonaran en cada actor para dejar correr este inquietante texto, por el escenario. Este año, además, se llevó los galardones como “Mejor obra” y “Mejor actriz” para Gagliano en los Premios Provinciales de Teatro de Córdoba.
Unido a esto, sólo dos obras representaron a la provincia de Córdoba en la Fiesta Nacional de Teatro y una de estas, fue Clase, dejando al público inquieto, con ganas de más y un sinfín de emociones revueltas que los críticos y periodistas culturales dejaron por escrito que “Córdoba da clases de teatro”.
Por fortuna, aún tiene un par de funciones en cartelera durante el mes de junio en la ciudad de Córdoba, antes de iniciar su gira nacional. Si estás en Córdoba, no dejes de ver esta “clase magistral” en sus últimas funciones.
Clase se presenta en DocumentA/Escénicas, los sábados a las 21.00 horas.