Entre sombras, el escenario se tiñe de colores: “¿Y qué sería de las cosas si no las lavase la noche? ¿Brillarían, acaso?” Una voz femenina ensombrece la atmósfera, es Erzsébet Báthory, la condesa sangrienta. Rosa, violáceo, rojo, las luces permearon las figuras danzantes mutando al son de la atmósfera de aquellos tiempos en que “niños y vírgenes desaparecían (…) y más valía no tener nada que ver con su mala fortuna”.
Así, el ballet clásico, la danza contemporánea y el teatro se fusionan sobre las tablas, recreando los horrores de la Hungría en la que vivió Erzsébet.
Protagonizada por la bailarina Claudia Olaiz, la pieza va narrando entre melodías los crímenes perpetrados por la condesa, junto a la bruja Darvullia, Ficzkó y Jo Ilona; interpretados por Andrés Villarroel, Francisco “Paco” Díaz y Mariana Tamariz, respectivamente.
Es el grupo de teatro Dramo el realizador del montaje, con la dirección y coreografías de Roberth Arámburo.
Los Talleres de Realización del Teatro Teresa Carreño se convierten en el palacio de Ecsed, en donde un grupo de cándidas doncellas bailan en apología a la inocencia y la vida perdidas a manos de la condesa, quien asesinó en serie a un gran número de ellas con el fin de rejuvenecerse en baños con la sangre de las mismas.
Colores, estructuras metálicas y elementos conceptuales convierten este episodio trágico de la historia de la Hungría de los casi 1600 en un espectáculo sensitivo y conmovedor.
Báthory ha pasado a la historia por haber sido acusada y condenada de ser responsable de una serie de crímenes motivados por su obsesión por la belleza que le han valido el sobrenombre de la Condesa Sangrienta.
Las funciones, aptas solo para mayores de 18 años, se extenderán hasta el domingo 12 de marzo. Las entradas pueden obtenerse en la taquilla del teatro o por medio de su página web.