Con funciones agotadas se estrenó en en la Scala de Brickell, en Miami, la obra teatral La hija del general, una denuncia social que refleja la actualidad de varios países de Latinoamérica, incluyendo Venezuela.
La pieza fue escrita en 2016 por Beatriz Valdés junto a Leonardo Padrón y está dirigida por la propia actriz cubana.
Este espectáculo teatral que cuenta con más de 20 actores en escena, entre ellos: Gabriela Vergara, Omar Germenos, Omara García y Gabriel Coronel.
Tiene en su elenco a tres actores zulianos que marcan pauta en Estados Unidos con sus intervenciones en la industria del entretenimiento: Fefi Oliveira, quien interpreta a una valiente y enamorada estudiante, que a su vez es la mejor amiga de Manuela, “La hija del general”; Ana María Simon, quien con su personaje rinde una especie de tributo a los comunicadores sociales venezolanos, interpretando a la periodista Fernanda Montilla, y Mario Dusper, quién también da vida a un joven integrante de movimiento estudiantil que cómo muchos en la actualidad, luchan por sus sueños y su futuro, en un mejor país.
El montaje cuenta, además, con la colaboración del reconocido actor y coreógrafo Antonio Drija, como director invitado.
La hija y los derechos humanos
En la época actual y en cualquiera de los países latinoamericanos, los estudiantes han tomado la ciudad capital para protestar por la ineficiencia del gobierno de turno, la injusticia social y la violación de los derechos humanos. Las calles de la ciudad, se han convertido en el escenario de un pueblo que pide auxilio por la dura realidad que viven miles de personas que reclaman sus derechos.
En medio de estos acontecimientos, Manuela, una joven que vive al margen de la realidad social que enfrenta su país por ser hija de un alto funcionario del régimen, no logra escapar de la violencia y termina siendo víctima del abuso e impunidad de gobernantes inescrupulosos y enfermos de poder. Ella es la hija del general Adolfo, nuevo ninistro de la defensa, quien insiste en silenciar la opinión pública y controlar a los jóvenes manifestantes con violentos e inhumanos actos de represión. Su empeño en preservar los intereses del régimen a costa de la integridad de todo un país, impactan su vida y su propia familia.
La obra, cuyo propósito es llevar a sus espectadores a un clímax de reflexión, se convierte en la expresión artística de la voz y la esperanza de los que, desde el exilio, siguen con espanto los actos de represión y abuso que se cometen en algunos de los países latinoamericanos como Argentina, Paraguay, México, Ecuador, Chile y Venezuela.
Fuente: Panorama