El escenario y la butaca son el terreno idóneo para poner sobre las tablas historias silenciadas. Y hoy hay algo que quiero contar. Hace unos meses conocí a cuatro mujeres que, desde el piso tutelado en el que vivían, me enfrentaron a mí misma y al concepto de ser mujer.
Se habían mudado recientemente y por primera vez tenían una vivienda para ellas solas. No había que hacer mucho para conservarlo, salvo ser limpias y actuar con decoro, ser normales. Ellas eran Ángeles, Nati, Marga y Patri, mujeres con diferentes grados de diversidad intelectual. Las conocí el Teatro Valle-Inclán (Centro Dramático Nacional), que acogía la obra teatral Lectura Fácil, dirigida por Alberto San Juan, adaptada libremente de la novela homónima de Cristina Morales.
me enfrentaron a mí misma y al concepto de ser mujer.
Ellas desean, sienten, y sobretodo, tratan de vivir. Por encima de ellas, una etiqueta, una condena: la sexualidad de Marga incomoda; las respuestas viscerales de Nati violentan; el conformismo de Patri enfada; la búsqueda de expresión continua de Ángeles desespera.
Pero Lectura fácil no es una historia de resignación, es una historia guiada por la voluntad de las protagonistas por dominar su propia vida, su propia idea de ser mujer. Esta obra es un ring de boxeo que sitúa constantemente al espectador contra las cuerdas su propia moral. Aquí compadecerse no es un gesto de amabilidad, pues sólo evidencia la separación entre ellas y tú.
En ese piso tutelado los juicios previos se desintegran. Ellas representan la indefensión a manos de un sistema incapaz de abrazar lo que se queda -forzosamente- fuera de la norma. Ni siquiera el lenguaje, una de las grandes barreras para la autodeterminación, está a su alcance. Esto queda magistralmente representado en una escena en la que Ángeles es llevada ante una jueza para testificar sobre el proceso de esterilización -no elegida- de su propia prima, Marga. Ángeles pide un texto adaptado a lectura fácil para comprender mejor lo que se le dice. Es decir: frases cortas, sencillas, con palabras fáciles. Sujeto, verbo y predicado. Pero no existe. Y por ello no testifica.
La mirada anticapacitista que recorre la obra es un alegato a la horizontalidad entre personas que conviven con las mismas represiones, que se enfrentan a la imposibilidad de ser más allá de una sociedad que dicta cómo hacerlo. Pero también es una protesta para hacer visibles realidades acalladas. Su indefensión también es la tuya.
Ellas representan la indefensión a manos de un sistema incapaz de abrazar lo que se queda -forzosamente- fuera de la norma.
Desde el teatro tenemos el poder de seguir creando estrategias para ensanchar los espacios vitales necesarios para existir. El poder de abrir las puertas a realidades ajenas. Lectura fácil es una lección, un canto a la vida y al mismo tiempo la oportunidad de un alzar la voz junto a aquellas a quienes a veces les dicen que no pueden cantar.
Por seguir creando espacios mediante el arte en los que todas entremos. Porque existir no sea un privilegio, sino un derecho.
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Un texto muy bien escrito que anima a ver y atender la obra Lectura Facil