En su más reciente comunicado, El Pavón – Teatro Kamikaze de Madrid ha dejado colar una palabra que me retumba en la cabeza: “vocación“. El texto de despedida de su 2020 y de su infraestructura, lejos de ser un epitafio, es una carta solemne al espectador. En ella, los líderes del grupo dicen “adiós” con emoción y conmoción, convirtiéndose, de alguna manera, en el reflejo perenne de lo que ha sucedido este año con el cierre de teatros, los más afectados por el Covid 19.
La victoria y el dolor del 2020
Es la memoria de la victoria y del dolor. Este año ha sido muy difícil para cientos de compañías teatrales, pero también de explosión creativa y de superación. 2020, el año de la pandemia, nos ha dejado claros a los que habitamos en esta época que el teatro es una “vocación“, comparable con cualquier otra religiosa o espiritual.
Dice la Real Academia Española que vocación es la “llamada o inspiración que una persona siente procedente de Dios para llevar una forma de vida, especialmente de carácter religioso”. Sea el Dios o dioses que sean, sin duda la valentía con la que miles de artistas se han apoderado de las tablas virtuales o presenciales, en perjuicio -o no- de la pérdida económica y los arrebatos de moralismo entre algunos escépticos, hacen de este un oficio ciertamente de proclividad y gusto.
El Pavón Teatro Kamikaze cerrará sus puertas definitivamente el 30 de enero de 2021.
Nada de lo que nos ha pasado estos cinco años hubiera sido posible sin vosotros. Sois el mejor público que un teatro puede desear.
Gracias.https://t.co/5XLTqqyhL7 pic.twitter.com/Cs11rZhQ6X
— Teatro Kamikaze (@teatrokamikaze) December 21, 2020
Teatro Kamikaze de Madrid es uno de los teatros que han dicho adiós a su infraestructura, que finalmente despiden tras no poder continuar con el contrato de arrendamiento, ni con los pagos en general. Los números no son suficientes para sostener El Pavón, de la Calle de Embajadores 9, cuyos dueños -Amaya Curieses y José Maya- tampoco han intentado sacar adelante. La pandemia ha adelantado al 30 de enero de 2021, la salida de las producciones de Miguel del Arco, Jordi Buixó, Israel Elejalde y Aitor Tejada, ganadores del Premio Nacional de Teatro de 2017.
“No vamos a ocultar que es un momento de una enorme, gigantesca tristeza. Cuando presentamos el proyecto hablamos de nuestra voluntad de abrir un teatro que fuera más allá de la función. Un teatro que intentara aunar lo mejor del teatro privado con lo mejor del teatro público. De ejercer de anfitriones de una casa que abriera sus puertas para recibir con alegría tanto a los profesionales de teatro como al público. Un espacio flexible en permanente proceso creativo. Hoy nos vamos con tristeza, pero con la sensación de haber cumplido una gran parte de ese sueño. Por eso este comunicado es, fundamentalmente, una carta de agradecimiento a todas las personas e instituciones que, de una manera u otra, han posibilitado la existencia del proyecto“, dicen los Kamikazes en el comunicado.
2020 de despidos y cierres
Aunque aún no se tienen los números exactos del cierre de teatros en los países hispanohablantes, ya se conocen algunos que han bajado el telón y se puede vaticinar lo que viene a partir de las dinámicas internacionales. Así como El Pavón, pequeños grupos han abandonado sus salas, vaciadas hasta que el reencuentro presencial retome su rumbo cotidiano. O bien, algunos gigantes tuvieron que echar a la calle a su plantilla y modificar su dinámica para enfrentar los estragos de este año.
El Circo del Sol ha sido el caso más llamativo, entre todos, luego de declararse en bancarrota tras la cancelación de sus espectáculos por el coronavirus. La compañía de entretenimiento con sede en Montreal, que organiza hasta seis espectáculos en Las Vegas y cientos de giras mundiales, dio la noticia en junio, obligado a despedir a aproximadamente 95% de sus trabajadores y a suspender temporalmente sus espectáculos.
En mayo, el Globe Theatre de Shakespeare, construido en 1997 en la orilla sur del Támesis, en Londres, advirtió también su posible cierre definitivo si no se les echaba una mano. O, directamente, el gobierno no hacía algo. Al final, esta vocación teatral es de los artistas pero la lucha debe ser de todos los sectores.
Cierre de teatros en América Latina
América Latina no se quedó atrás con el cierre de teatros. En Colombia, el templo de teatro bogotano, Casa E, anunció su cierre en septiembre. Su directora, la actriz Alejandra Borrero, dijo que la venta del edificio era “el único salvavidas” en estos momentos. También, la Casa de Crisanto, en la entrada al cerro Nutibara, cerró sus puertas tras 15 años de trayectoria. Es el mismo caso del Teatro Casa Comedia de Cali y Teatro Corfescu de Bucaramanga.
Microteatro México, de la calle Roble de Santa María la Ribera, hizo lo propio y en Venezuela, ya se habla de que el Ateneo de Caracas y Teatrex El Bosque -el último que queda de los dos que existieran alguna vez- podrían idénticas consecuencias, aunque ninguno ha adelantado informaciones.
En Buenos Aires, Escena (Espacios Escénicos Autónomos), que agrupa a unas 40 salas porteñas, emitió un comunicado para alertar sobre la desaparición de espacios y anunció en junio el cierre de tres salas de la red.
De lo malo y lo feo, lo bueno
En caso de que hubiese que hacer una lista al estilo de “las cosas positivas que el 2020 me dejó, en la lista de los teatreros está el avance vertiginoso de las alianzas y lazos posibles de los que dependiera la subsistencia teatral. Con ello, la creación y dinamización a través de redes de contactos que impulsarán o acelerarán proyectos que no estaban en agenda a principios del año.
Así, los artistas de las artes escénicas fueron sin duda los que más se hicieron notar en las redes con protestas como #TeatroSeguro y #CulturaSegura, pero también con propuestas que abarcan otras disciplinas y formatos como el teatro online, streaming, virtual, por Whatsapp y demás desbarajustes exitosos o no. Productos de un laboratorio acelerado y espontáneo que han resuelto una necesidad desesperada, tras verse como el sector con mayor pérdidas a nivel global. Pobres teatreros, dirían algunos en marzo.
Hoy solo se puede decir: qué grandes los teatreros, los mutantes.
Vocación y nuevas dinámicas
Sin embargo y, como todo, las mutaciones dejan destrozos y pérdidas. No solo la pandemia nos aventó en la cara una realidad económica devastadora para muchos -como siempre, pero peor-, sino que los grupos que migraron al espacio online cierran el año con una ventaja abrumadora con respecto a aquellos que no hicieron nada para resolverse. Lo cual es, sin duda, el adiós de muchos teatros.
En Los ingleses dicen Calm!, el podcast que lanzamos en mayo en El Teatro, el dramaturgo Kleber Luiz Bosque, nos comentaba ante el inminente cierre de teatros que “la supervivencia hace que el teatro tenga nuevas dinámicas” y que «sobrevivirán los que trabajamos en cocinas de teatro. Los que sabemos lidiar con la crisis e innovar».
Y así ha sido. Los que habrán laboratorios de creación y los que tengan esa vocación.