Hacer teatro y mantener una agrupación independiente en un país en crisis, sin un sustento económico anual o parcial por parte del Estado, es una gran hazaña en la escena cultural venezolana. Hoy por hoy, Marisol Martínez, directora, conmemora los 28 años de su agrupación Art-O de Caracas, tiempo que lleva de “resistencia desde el arte, una resistencia como modo de vida”.
Marisol nació en una familia de artistas y continuó ese camino, comenzó sus estudios por la literatura (Letras UCV) y terminó entrando de lleno al mundo teatral con una visión y posición bastante particular, casi anarquista, tal como se titula su última producción: El banquero anarquista. Bajo la autoría de Fernando Pessoa y la dramaturgia de Daniel Dannery, a sólo tres funciones de cerrar la temporada en la Sala Rajatabla, estuvimos conversando sobre su agrupación, la manera de acercarse al arte y la reflexión que pone en escena con esta pieza.
-Art-O de Caracas celebra 28 años de trabajo artístico, con El banquero anarquista. Pero ¿podemos llamarlo “celebrar”? El lema del grupo es “28 años de resistencia”. ¿Resistencia contra qué?
-Resistencia en qué, no contra. Las resistencias no son “contra”, sino en en un lugar. Yo planteo la resistencia desde el arte, que es el lugar en el que resido desde que nací. No es contra, sino a favor. Nosotros cuando decidimos hacer Art-O fue por un proyecto de entrega total al arte, al arte enraizado con la vida, el arte como fórmula de vida.
De hecho, nuestra primera experiencia como grupo fue un proyecto de teatro antropológico donde con varios compañeros que ya venían trabajando, organizamos un viaje a Mochima, para hacer un proyecto de arte-vida; queríamos desarrollar Los argonautas y siendo éstos unos navegantes que viven a la orilla del mar, nuestra proyecto nació de esa vivencia de navegar, estar en una isla, de acampar, de estar en contacto con la naturaleza y poder entender ese texto desde otro lugar.
Decidimos hacer este proyecto antropológico porque como el arte es la vida. Cuando estoy en escena sigo estando viva, sigue siendo mi tiempo, sigue siendo mi presente. Siempre hemos entendido el arte desde una totalidad.
-El proyecto de El Banquero Anarquista, comenzó en La Caja de Fósforos, en la exploración de Ver para Crear ¿Cómo fue ese proceso?
-Este proyecto de Pessoa siempre estuvo en mi gaveta de proyectos. El año pasado me encontré con Ricardo Nortier y en lo que vi su lenguaje, que además es brasilero y habla portugués, me dije: este es el momento, ¡aquí tengo a Pessoa! Justamente coincidió con el proyecto Ver para Crear de Nortier. Este proyecto planteaba acercarse a los primeros conceptos de una puesta en escena, un ejercicio más bien que se viene concretando ahorita. Convoqué a Daniel Dannery para desarrollar el proyecto dramatúrgico, yo tenía algunas ideas y junto a Daniel, a partir del libro, comenzamos a deconstruir, porque creo que últimamente lo que he hecho con el teatro ha sido un proceso permanente de deconstrucción. Ahora entiendo el arte desde otra manera, desde otro lugar. Este proyecto de Pessoa casi siempre se hace como un monólogo y en este caso, propuse tres personajes, tres que se confrontan ideológicamente y se complementan. Considero a este montaje como un discurso de muchas ideas.
-Viajaste a Europa y te formaste para la construcción de puestas es escena ¿Cómo penetran estos conocimientos que traes desde Europa a Art-O?
-Cuando yo me fui, teníamos un año haciendo Art-O. Éramos un grupo de diferentes artistas que nos juntamos en un proyecto y generamos la agrupación. En ese momento estábamos un poco aburridos de lo que pasaba y sentimos que era un momento de sacudir un poco las cosas, por eso nos llamamos Art-O de Caracas, era una combinación entre arte y estar harto. Surgió estre proyecto dinamizador, según nosotros, y por eso trabajábamos en los espacios no convencionales, no hacíamos teatro dentro de las salas. Al final de ese primer año de ART-O fue el primer experimento que tuvimos dentro de la sala, que se llamó Homenaje a Dalí y que fue justamente aquí, en la Sala Rajatabla. Cuando usamos la sala no la usamos de manera convencional, usamos los baños, las escaleras, los pasillos… Buscamos vincular al espectador de una manera diferente con el espectáculo.
-¿Actualmente Art-O de Caracas lo llevas únicamente tú?
Sí. Éramos cinco artistas fundamentalmente que lo formulamos: Alejandra Pozzo, periodista y actriz; Luis Seco, actor, dramaturgo y director; Arnoldo Maal, artista plástico; Roberto Fuentes, músico y yo, que hacía teatro y de alguna manera los convocó, los juntó, los revolvió.
-Fue entonces la unión de varias disciplinas artísticas lo que se creó en Art-O
-Siempre fue un proyecto multidisciplinario, hasta se unió gente que hacía deportes extremos. En el grupo buscábamos siempre que hubiese un compartir desde el lugar de cada artista. Luis, por ejemplo, era arquitecto y eso fue muy importante porque nuestro trabajo siempre fue de intervención urbana y su conocimiento de la arquitectura nos permitía saber si nos podíamos colgar de ciertos techos, columnas, paredes… eso era importante. Luego se unió otro amigo Ingeniero en materiales y allí empezamos a diseñar estructuras, porque no te puedes colgar de cualquier tipo de estructura. Esto fue muy enriquecedor. Nos fuimos haciendo un equipo de diversidades y eso nos fue haciendo artistas multidisciplinarios a todos.
-¿Cómo trabajan la mezcla circo-teatro?
-Nosotros en un principio todo lo que hacíamos tenía que ver con deportes extremos. Lo hacíamos nosotros mismos en ese entonces, creábamos e interpretábamos. Luego nos fuimos encontrando con gente que venía del Sur y nos dimos cuenta que los montajes con cuerdas, arneses, poleas… eran una gran técnica pero difícil de hacer. Gracias a estas conexiones con los amigos del Sur, nos dimos cuentas que podíamos trabajar con telas sin necesidad de cuerdas… y allí nos fuimos casando con el circo.
Como agrupación nos fuimos a Europa y tuvimos mucho contacto con el teatro de calle europeo y eso hizo que el lenguaje circense se afianzara en nosotros porque una de las herramientas del teatro de calle es el circo, es una de sus sílabas de trabajo, como lenguaje. Así, Art-O de Caracas afianzó el circo como lenguaje, no como el circo por el circo, y fuimos indagando e investigando, tanto, que en un momento se pensó que Art-O era circo, pero ya ves que hemos dado muchas vueltas.
-Estuvieron trabajando en la Convención Internacional de Circo, de alguna manera, ¿esa influencia circense de Europa llegó a Caracas de la mano de Art-O de Caracas?
-Sí, tanto de Europa como del Sur. Hay que tener en cuenta que el circo en Venezuela tiene muchísima influencia del Sur, incluso más que del circo europeo. Aquí nos encontramos con otros amigos, gente de circo propiamente, que tenían esa inquietud de hacer una convención, de convocar a artistas y así entramos a la organización Convención Internacional de Circo de Venezuela donde habían varios organizadores, de hecho aún se mantiene esa organización. Estuvimos trabajando en varias ediciones, generando mucho intercambio con gente de afuera y mucha circulación.
-¿Qué le dice Art-O de Caracas al teatro de hoy? ¿Con qué discurso se planta la agrupación en la actualidad?
-A todos los creadores les diría que no hay normas, no hay fórmulas, no hay reglas. Cuando hablo de teatro experimental, que es donde yo ahora me ubico como creadora, lo entiendo porque es un teatro que surge desde la experiencia propia y creo que un artista solamente puede trabajar desde sus propias experiencias porque el valor del arte es ése, la autenticidad. Y sólo le diría a los creadores, no al teatro, el teatro no existe sin los creadores, el teatro es un nombre, un hueco, una definición, los que existimos somos nosotros: los actores, los directores, los dramaturgos, los productores… Los que hacemos de esta definición un hecho real. Mírense y hablen desde sí mismos, no sean complacientes, conéctense con lo que sienten y traten de expresarlo en una manera poética.
Marisol Martínez, como hacedora del oficio teatral, ya tiene la agenda ocupada y su plan es seguir haciendo. El banquero anarquista estará presentándose hasta el 16 de abril en la Sala Rajatabla y culminará su recorrido en la VI edición del Festival de Teatro de Caracas.
La pieza propone al espectador ser parte de un cuestionamiento sobre la tiranía, el sistema, el poder, el dinero y la anarquía. Lo que es inherente al hombre, y lo que no. La propuesta escénica hace parte al espectador, a partir de una reflexión desde adentro. Un ensayo filosófico-escénico sobre los problemas del hombre post-moderno y sus vínculos con la libertad y el sistema. Lo que Marisol ha convertido en su resistencia.
En lo que queda de año llevará consigo dos sustanciosos proyectos, ambos como directora. De su mano veremos al elenco de la Compañía Nacional de Teatro con Hotel Kafka, una construcción a partir de relatos del autor y posteriormente la producción de Rajatabla: Terror y miseria del Tercer Reich de Bertolt Brecht.
Para más información sobre sus montajes y la agrupación, pueden seguirlos en sus redes sociales: @ArtodeCaracas.
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