A pesar de las circunstancias que vive actualmente el sector de las artes escénicas, algunos festivales, eventos y muestras siguen en pie dando un aliento esperanzador a la industria.
Prueba de ello es el prestigioso Festival de Teatro Clásico de Mérida cierra una edición diferente, que ha logrado sacar adelante su edición número 66, a la que han acudido más de 65.410 espectadores con todas las medidas de seguridad que impone la actual crisis del Covid-19 en España.
Jesús Cimarro, director del festival, asegura que “Este año, el éxito del Festival radica en que haya podido celebrarse con cierta normalidad dentro de la anormalidad más inédita”.
También ha querido agradecer la confianza y el comportamiento ejemplar del público, el apoyo de las instituciones y el esfuerzo de los profesionales que han permitido la celebración de esta edición.
Así, el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida ha cerrado su edición número 66, que pasará a la historia como una de las más peculiares, con 65.410 asistentes.
En la presentación de los datos del balance de la edición, celebrada el pasado martes junto al presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, Cimarro manifestaba que “Este año, el éxito del Festival radica en que haya podido celebrarse con cierta normalidad dentro de la anormalidad más inédita”.
“El Festival de Mérida ha sido una cita segura para el disfrute de la cultura y ha demostrado al mundo que si siguiendo las normas de las autoridades sanitarias, la cultura y el teatro pueden seguir adelante” afirmó, Jesús Cimarro.
Más detalles sobre la 66 edición
Durante las cinco semanas en las que se ha extendido la duración del Festival, las múltiples representaciones teatrales se han concentrado, como es usual, en cuatro espacios romanos: Mérida, Medellín, Regina y Cáparra.
En la ciudad emeritense, las actividades y espectáculos se distribuyen en espacios como el Museo Nacional de Arte Romano y otros monumentos al aire libre, como el Templo de Diana y, como no, el Teatro Romano.
La programación de las obras en el Teatro Romano se redujo con la medida del 75% del aforo máximo en su primer espectáculo, Antígona.
Posteriormente, a partir del segundo montaje, Anfitrión, se redujo al 50% por indicación de las autoridades sanitarias, ya que los números de los contagios en la región no mejoraba. Los teatros de Medellín, Cáparra y Regina han funcionado siempre al 50% de su aforo.
Las medidas de seguridad aplicadas han sido varias. Por supuesto, la distancia entre localidades. Por otro lado, el reparto de una mascarilla y gel hidroalcohólico a todos los espectadores en cada una de las representaciones a la entrada del teatro.
Además, tanto a la entrada como a la salida del recinto, se activó un protocolo para que los asistentes entraran y salieran de forma ordenada, evitando así aglomeraciones.
Por último, el personal de sala se encargaba de desinfectar los asientos antes de la llegada de los espectadores y una vez el teatro se desalojaba.
Sin duda, en una edición tan singular, la labor de todo el equipo que trabaja encima y detrás de las piedras ha sido heroica.
Esto resulta ser otro motivo más para sumar fuerzas para el sector de las artes escénicas de cara a la nueva temporada que encara la industria en España a partir de septiembre.