Por Patricia Vilches López.- Un espacio envuelto en penumbra, una rampa enmarcando el escenario y personajes dando la espalda al público, salvo una mujer que camina nerviosa de frente. Este es el saludo inicial de Muelle Oeste, obra presentada en la Sala Mirador de Madrid, bajo la dirección de Cesar Barló.
En la pieza, una adaptación de Bernard-Marie Koltès, entramos en un sitio que no nos pertenece. Lo sabemos mientras acompañamos a los dos personajes que inician la acción, Mauricio y Mónica, que desentonan claramente por apariencia y clase con el lugar. Un hangar a orillas de un río.
Él busca suicidarse. Ella sólo quiere huir. Las personas que habitan el lugar aprovecharse para sacar algo de ellos. Con este concepto, el de negociar, la obra te sumerge en un retrato despiadado de la miseria humana, fruto de su individualismo y desesperación.
El desarraigo de los personajes recorre el espacio que actúa como catalizador de sus deseos y pasiones.
Aquí todos quieren hacerse con algo, y para ello necesitan a alguien. Nadie dudará en desplegar su estrategia para tratar de conseguirlo. Incluso el espacio, el hangar, toma un protagonismo mayor al habitacional y se alza como otro personaje más, exhibiendo cómo la riqueza pierde valor gradualmente porque hay algo mayor: las ganas de pertenecer; de dejar de hacerlo. El desarraigo de los personajes recorre el espacio que actúa como catalizador de sus deseos y pasiones.
Los diálogos intensos y punzantes desde el inicio, quizá a veces tanto que en ocasiones uno puede perderse, el incesante movimiento de los actores entre el escenario y la audiencia, y la crudeza de los sentimientos expuestos, llevan al espectador a sentirse parte del descenso moral que generan los personajes durante la obra.
Muelle Oeste consigue hacer ecos de realidades como la inmigración, el deseo de ser algo más que un miembro familiar o una vergüenza tan grande que lleve a querer la muerte, pero desde un lugar muy concreto. Ahí reside lo magistral de la obra: el poder de retratar con profunda visceralidad temas que atraviesan a gran parte de la población, pero despojándolo de morales ni embellecimientos para convertirse solamente en pulsaciones.
En este hángar hay hueco para todos, cómo lo vivas es otra historia.
Lee también: No al sufrimiento: Procesos de trabajo con El Recuerdo del Futuro
El recuerdo del futuro: Reflexiones sobre el recuerdo y la creación artística