Le ofrecieron protagonizar Reina pepeada y dijo que sí de inmediato. Sincera a más no poder, Norkys Batista confiesa que no tenía ni idea de que se trataba de la obra de uno de los tres vértices de la llamada “Santísima Trinidad” del teatro venezolano: Román Chalbaud.
“Les dije que no había manera de que estuviera en el proyecto si no ponían a Caridad Canelón en el personaje de Casilda, mi madre, y a Aroldo Betancourt como mi pareja. Y aceptaron. Y yo, imagínate, me volví como loca de la emoción. ¡Todavía estoy contenta! Es que ellos son como mi familia. A ella la adoro y a él también”, dice Batista, quien, tras alborotar las hormonas de los espectadores durante siete años gracias a la obra Orgasmos, sabe bien que está a punto de subir algunos peldaños en su carrera teatral.
En Reina pepeada, Chalbaud retorna al submundo que siempre lo ha obsesionado como escritor de teatro y cineasta: las prostitutas, los marginados, los delincuentes, las víctimas irredentas y los transgresores morales; las complejas relaciones familiares y de amistad, y la instauración protagónica de zonas marginales y ocultas de la realidad.
La actriz entrará, pues, en las grandes ligas de la escena venezolana, y aún así conserva la actitud desenfadada de las mujeres que ha encarnado en la pantalla chica, unas exhuberantes y otras, como las criaturas de las telenovelas de Martin Hahn, envueltas por el misterio.
“¿Son ideas mías o es que está haciendo calor?”, pregunta la actriz antes de sentarse a conversar acerca de los preparativos del montaje. “Espero que no sea la menopausia”.
Entre política y talento
De lo que sí está segura Norkys Batista es de que deberá desprenderse de las joyas que habitualmente la adornan para darle vida en este montaje a Reina, la dueña de una arepera que debe sortear las duras condiciones de vida de un sector de la sociedad tradicionalmente relegado, con el telón de fondo de una dictadura. Con todo, aún no ha conversado con Chalbaud.
“Conmigo pasa algo muy gracioso, y es que no acostumbro a leer los textos anticipadamente. Me gusta que me asombren cuando los leo al momento de comenzar a ensayar”, afirma.
Así, la actriz se adelanta a cualquier posibilidad de malinterpretar el postergado encuentro con el autor de Reina pepeada. Aclara que no es por la posición política del dramaturgo. Para ella, tal aspecto no debería formar parte de las relaciones interpersonales.
“Cuando relacionamos las ideales de las personas con el trabajo, surgen los conflictos. Sé cuál es la inclinación política de Chalbaud, y soy una persona que respeta mucho las posiciones. Hablo abiertamente de mis convicciones sin ofender ni insultar a nadie. Todo lo digo desde mi punto de vista, pero con respeto. No creo que esto vaya a afectarnos. En el arte no debería hacerlo. El talento es lo que realmente importa”, expresa Batista, quien adelanta que el montaje en el que está trabajando tendrá como escenario una arepera.
Y prosigue: “Adoro a Winston Vallenilla. Al Potro (Álvarez) lo veo donde sea y lo abrazo con mucho cariño. Hay mucha gente del oficialismo que en algún momento me han extendido su mano. El problema es que nos hemos vuelto intolerantes”.
Después de prepararse para salir de la zona de confort que Orgasmos le ha brindado, la actriz se considera dispuesta a formar parte de cualquier otro proyecto artístico que le propongan, “siempre y cuando me hablen con claridad de las condiciones de trabajo. Lo único que se necesita para emprender un proyecto es buena disposición, y yo siempre la tengo”.
-¿Por qué se suspendió la adaptación al cine de Orgasmos?
-Por la situación nacional. Los productores tenían miedo de invertir en un país tan inseguro y por mucho que les dije, no pude convencerlos. De todas maneras, la idea está. Sólo estamos esperando que todo mejore, que yo sé que sí pasará.
[…] fin de semana culmina el ciclo de lecturas con Reina Pepeada, la obra de uno de los tres vértices de la llamada “Santísima Trinidad” del teatro […]