El 1 de febrero en el marco del ImproFest Venezuela 2017 se llevó a cabo un Conversatorio titulado “Desafíos de la improvisación latinoamericana” que estuvo moderado por el licenciado en letras Willy McKey.
En el encuentro el emprendedor y actor de improvisación Ron Chávez (director del grupo Improvisto- Venezuela), y los actores Juan Guillermo Mahecha (Miembro de Bastidor Teatro- Colombia) y Javier Monge (Director del grupo Impromptu- Costa Rica) propiciaron un importante espacio de reflexión entorno a la improvisación teatral latinoamericana mientras compartían anécdotas y pensamientos con los asistentes.
Mckey se encargó de contextualizar el panorama de la impro en Venezuela, un país cuyo único precedente en materia de festivales fue en el 2011 con El primer encuentro internacional de improvisación en Caracas que contó con representantes de Argentina e Italia. Hacerlo posible fue complejo y había mucha inexperiencia entre los organizadores, por eso el encuentro no pudo repetirse con prontitud, aseveró.
En el país no existe una escuela formativa para ejercer el oficio de productor y la única manera de aprender es haciendo. Afortunadamente, hay mucha proactividad y ganas de mejorar, por eso el moderador señala que sin Carito Delgado y Federico Santelmo ejecutando la idea de Ron Chávez, el festival habría sido un sueño imposible:
“Hay una falla inmensa en Venezuela a nivel de producción. Los productores no tienen a nadie que les enseñe”, dice Mckey sobre la improvisación y otros géneros.
Sin embargo, es válido afirmar que la producción no es la única dificultad en el camino de “hacer impro”, como dicen sus realizadores. La improvisación teatral suele asociarse con la comedia escénica, esta es una característica que persigue a los improvisadores latinoamericanos, pues deben lidiar con un público que espera reírse en todas las funciones. Así, el humor se convierte en el punto de partida del conversatorio:
“No encasillo la improvisación colombiana en el humor, es un género más, incluso un recurso que puedes usar en un long form (formato largo de improvisación). Pero no debe ser lo único que nutra la escena. Nosotros tenemos la responsabilidad de educar al espectador. Tenemos el compromiso de generar una cultura de la impro que no necesariamente tenga que ligarse al humor”, dice Juan Guillermo Mahecha.
En el caso de Venezuela, el buen marketing de agrupaciones como improvisto, que ya cuenta con más de 10 años, ha hecho que el público general sí vincule la improvisación con la comedia. Acerca de esto, Ron Chávez afirma que la gente llama “improvisto” a cualquier espectáculo de improvisación y que es responsabilidad de cada grupo tener elementos diferenciadores que hagan que el público los identifique.
Para Javier Monge, existe una responsabilidad mayor, la del improvisador como artista, ese que se aburre del camino recorrido y necesita crear nuevos formatos:
“Hay que hacerse preguntas teniendo como punto de partida la impro: ¿Qué pasa si yo combino la impro con cine mudo? ¿Qué pasa si yo trabajo en impro con textos de Beckett? ¿Qué pasa si le meto luz y sombras? Las investigaciones surgen de ahí y es así como nosotros como artistas nos empezamos a divertir de diferentes maneras (…) Nunca debemos quedarnos en la zona cómoda”.
Mahecha añade que el artista debe estar movido por la curiosidad, que debe registrar e indagar en todo lo que le interese y que es mucho más importante el camino que lo conduce a su obra, que el resultado. Así, resulta fundamental el proceso de investigación personal del artista improvisador y los intercambios que pueda generar con sus colegas:
“Soy antiacadémico. No todos los que salen de escuelas son actores. Yo me gradué como actor pero Ron es una persona que no estudió en una academia formal y vive de esto. Realizó un festival con las uñas en un país difícil. Lo que él hace es teatro y el proceso de la impro se construye así: haciendo (…) Hay que vivir en el placer enorme de disfrutar la escena”, continúa Monge.
En este sentido, Mckey resalta el trabajo de Ron Chávez quien ha tomado talleres en Chile, Costa Rica, Colombia Perú y Argentina, además de propiciar espacios de aprendizaje para la improvisación en Venezuela. Resaltar las ventajas de tener aliados internacionales que nutran al improvisador es tan importante como hacerse preguntas sobre el proceso de la impro:
“Yo sí soy re-académico. Hay que pasar por la academia para poderla deshacer. Yo siempre que propongo un formato nuevo, vuelvo primero a las bases. Las mías, por ejemplo, son el teatro y las artes plásticas . Pienso que no falta mucho para academizar la impro, pero lo digo con cuidado por los peligros de la gremialización”, aseguraMahecha.
Ron Chávez comenta que el improvisador debe alimentarse de todo lo que le rodea, como música, teatro y la vida misma; pero también admite que en sus talleres busca la manera de dar una estructura académica. Todo proceso artístico que necesite de un actor para ser ejecutado, requiere de alguna técnica, algo que pueda darle forma a la construcción escénica.
Javier Monge asegura que en el teatro hay personas que piensan que la impro no es teatro, cosa con la que está en desacuerdo, y pone como un buen ejemplo el caso de Cuba, donde los críticos teatrales van a los ensayos y observan el proceso antes de emitir una opinión:
“Conocer el proceso es necesario. Hace falta hacer crónica, un ‘behind the scene’, ver la deconstrucción de un espectáculo. Nos falta la etapa de construir y documentar cómo se llega a un espectáculo. Trascender la escena”, afirma.
El costarricense comparte la opinión de que un buen improvisador debe investigar y alimentarse de todo, desde lo más elitista hasta lo más burdo. Además, Mahecha agrega que debe entrenar y leer para fortalecer sus herramientas más importantes de trabajo, el cuerpo y la mente. Ambos coinciden en que las frustraciones cotidianas no pueden afectar su trabajo:
“El artista a veces debe sacrificarse artísticamente para después poder hacer lo que le da la gana. Yo le llamo a eso el efecto George Clooney: un actor que cada año acepta un par de películas comerciales y después aparece dirigiendo alguna película más interesante. Todos saben que las películas comerciales le dan el dinero que necesita para costear las que verdaderamente desea realizar a nivel creativo”, explica Monge.
La improvisación seguirá evolucionando, según Mahecha, en la medida en que aparezcan nuevos grupos y nuevos formatos, además de continuar generando intercambios en festivales. En Colombia, Bastidor Teatro está organizando su Festival de Impro en Bogotá y en unos meses el grupo Impromptu celebrará su propia parranda de improvisación en Costa Rica.
Estas reflexiones ayudan a comprender que uno de los principales retos de la improvisación teatral latinoamericana es propiciar más espacios de investigación que faciliten a los improvisadores la tarea de seguir nutriendo su oficio.
Con cuatro de cinco funciones agotadas y dos talleres de formación dictados por representantes internacionales, resulta pertinente pensar que Venezuela está encaminándose correctamente con iniciativas como el ImproFest Venezuela 2017, en el que se reunieron representantes de distintos grupos del país (Noches de Impro, Improvisto, El Cumpleaños de Fulanito, SIMProducción).
Podría ser quizás un pequeño éxito que impulsa a los improvisadores del país a seguir investigando y experimentando sobre las tablas.