Luis Ernesto Rodríguez. Ayer el país me derrotó. El robo de mi celular que comenzó la tarde fue apenas parte del trágico anecdotario en el que se ha convertido mi día a día, nuestro día a día.
Me bajo de la camioneta (autobús) después del asalto, mudo, ya ni sorprendido, pensando en mis culpas y en los “si yo hubiera…”, una vez más.
Como segunda nota, 30 estaciones del Metro de Caracas están cerradas. A caminar varias cuadras, una vez más. Transporte público escaso o insuficiente, da lo mismo.
Denuncia en la respectiva empresa de telefonía móbil, con una “desATENCIÓN al cliente” que deja mucho que desear.
Un par de cuadras más, al tratar de llegar a mi destino, sorteando el caos predecible, me sorprenden los aires cargados con “gas del bueno” (bombas lacrimógenas), que me asfixian sobre todo las ganas.
Regresar, y pensar en un nuevo camino, o más bien un atajo, como si de estrategas de cualquier videojuego de guerra estuviésemos hablando.
Y ahí el tercer strike: Manifestantes de opositores peleando entre sí por la disyuntiva entre “cerrar o no cerrar”. Los insultos ya no sólo van dirigidos a Miraflores, sino también al que conduce en la vía, y que luce indiferente (y digo, luce, porque seguramente no lo está en realidad y seguramente es de este mismo “bando”).
Todo bajo la mirada inquisidora del helicóptero que amenza y agrede con su sola presencia.
Fuego, sirenas, gritos, caos… más lacrimógenas… locales cerrados, tráfico en contrasentido, motos por montón, transeúntes desconcertados, todos desconcertados…. más gas…
Me siento derrotado, frustrasdo, lloro por el gas y por la rabia, lloro por dentro y por fuera, no me da pena, me da pena el país, que me cierra las puertas, las ventanas, las posibilidades y me grita que me vaya, que me bota a patadas…
Me veo a mi mismo en una imagen de película de guerra apocalíptica.
Finalmente llego al teatro, despues de hora y media intentándolo. Calma. Respira. Cómete un dulce. Vuelve a respirar. Dan sala. Increíblemente una veintena de espectadores también llegan, supongo que con su propia película a cuestas. Aplausos. Termina la noche.
Y aquí estamos, intentando seguir… UNA VEZ MÁS.
No me voy. No ahora. Aquí sigo, a guerrear una vez más.
Fue una derrota, pero me quedan muchas batallas.