Sus historias mantuvieron en vilo al país entero y cruzaron continentes como bandera de la calidad de los dramáticos que engalanaron a la época dorada de las telenovelas venezolanas. En sus obras, recordó a la audiencia que bastaba estar vivo para morir y que de eso, de la muerte, no podía escapar ni siquiera una mujer enamorada.
La escritora y actriz venezolana Pilar Romero falleció el sábado después de haber batallado durante 17 años contra la vasculitis, una enfermedad que se produce cuando el sistema inmunológico del cuerpo ataca a los vasos sanguíneos.
Romero fue la autora de recordadas telenovelas como Inmensamente Tuya, Libres como el viento y Mi prima ciela, dramático donde versionó su historia más emblemáticas para la audiencia venezolana, Elizabeth, con otro de sus grandes éxitos, Maite.
“Toda Venezuela vivió la agonía de la pobre Elizabeth”, recuerda la actriz y protagonista del dramático, Caridad Canelón. “Era algo tan innovador para el público y para los actores, pues la enfermedad y la muerte se convirtieron en la sombra antagonista de la historia, no había un villano. Algo muy nuevo”, dice la artista.
Y es que de acuerdo con Canelón, no se podía esperar menos de una mente como la de la escritora. “Fue una mujer muy dulce y alegre pero al mismo tiempo tan segura y tan profesional que nos vendió la idea de una forma tan convincente, como era ella siempre, que nos encantó”, añade.
Al hacer memoria, la actriz recuerda con voz entrecortada de qué manera surgieron los apodos de “mi ciela” y “mi vido”, que popularizó junto con Orlando Urdaneta, con quien protagonizó Elizabeth.
“Fue muy divertido porque estaba en una escena con Orlando (Urdaneta) y mientras grabábamos, él me dijo ‘mi ciela’ y yo al final del rodaje le dije ‘mi vido’ para seguirle el juego. A Pilar (Romero) esto no le gustó mucho y Orlando (Urdaneta) la convenció al decirle que si íbamos a innovar con una telenovela como esta, también podíamos hacerlo con la forma de hablar. Hoy en día él y yo nos seguimos llamando así en broma. Con todo, la verdad es que lamento no haber hecho teatro nunca con Pilar”, dijo la actriz.
La escritora de dramáticos Mónica Montañés recuerda a la dramaturga entre lágrimas como “un ídolo”. “La verdad es que ella transmitía verdadera magia con solo estar presente. Pero también podías sentir mucha fuerza y nobleza que venían de su aura, esa misma fuerza que le daba a sus personajes femeninos ¿sabes?”, dijo Montañés. “Nunca borraré de mi mente el apoyo que me dio con El aplauso va por dentro. Le estaré eternamente agradecida no solo por eso sino por todo lo que dejó a la cultura venezolana”.
Romero también es conocida por trabajar en películas como El rebaño de los ángeles, El pez que fuma, Cangrejo II, de Román Chalbaud, y La generación Halley, de Thaelman Urgelles, estrenada en 1986.
“Una mujer de gran talante. Eso era Pilar Romero”, explica Urgelles. “Ella hacía una pequeña escena en mi película, pero su personaje, la madre de familia que se moría de un ataque de asma, desencadenaba la historia de la cinta. Grandes papeles para una gran mujer. Todos sus logros fueron bien merecidos”. agrega.
Su compromiso por la cultura marcó su vida y la llevó a impulsar proyectos como el sistema de Teatros Nacionales Juveniles de Venezuela (TNJV), Niños Actores de Venezuela (NAVE), y el Instituto Universitario de Teatro (Iudet).
En su camino por las tablas, Pilar Romero tuvo la oportunidad de recibir formación de maestros como como José Ignacio Cabrujas, Salvador Garmendia, Julio César Mármol y Clemente de la Cerda; así como de trabajar bajo la dirección de Carlos Giménez mientras estuvo en el grupo Rajatabla y por José Simón Escalona, presidente del Grupo Theja.
“Aunque no fui muy cercano a ella, fue una artista muy respetada y bastante admirada, incluso por mí, en el gremio de actores por toda su generosidad y ayuda a los más necesitados y pobres”, explicó Leonardo Azparren, crítico teatral.