Sería lo fácil: dar sustos tipo Pasaje del terror o recorrido. Que no es que esté mal, cumple y bien su función, pero esto no va de eso.
La Caja del Terror es teatro, dedicado al género que más vivo se ha mantenido a lo largo de la historia y que por vez primera en España y, según cuenta su creador Raúl de Tomás (Creaciones Interactivas), también en Europa, ocupa un espacio fijo: una sala de 200 metros cuadrados en el madrileño Paseo de la Esperanza.
En él sólo hay hueco para el miedo: el soportable, el extremo y hasta para los niños. En la primera planta, nada más entrar, la bienvenida corre de la mano de ataúdes, vampiros disecados, fotos angustiosas y una muñeca que hace que uno se piense si continuar o darse la vuelta.
Aquí comienza la historia, una cuyo estreno tendrá lugar mañana: La noche de los vampiros. Raúl, junto al actor Álex Tormo, nos invita a bajar por unas escaleras que son de todo menos tranquilizadoras. Llegamos a tener una persona que se sacudía cosas del cuerpo durante una sesión de espiritismo y decía que eran espíritus.
Tras ellas no dudan en darnos un susto de los de grito largo y que no se puede desvelar. Pasado el susto, en un espacio lleno de instrumental médico, vampiros, trozos de carne…, accedemos a una sala con 50 butacas, que es el máximo de espectadores que admiten ya que para el clima que se requiere más público lo dificulta.
Y público tienen de todo tipo y edad, dice Raúl, y aunque sexista no reprimo la pregunta: ¿quién grita más y quién demuestra su miedo, ellos o ellas?
“A ellas se les oye gritar más, y ellos se crecen y disimulan, se hacen los fuertes”, cuenta Raúl.
Dos ataúdes presiden el escenario y a su lado, una escalofriante guillotina. Tanto que no hay quien se atreva a meter la cabeza para hacerse una foto. En uno de los ataúdes sí que entramos, que es algo que el público durante la representación puede hacer, y la experiencia es curiosa.
“No teníamos claro que fuera a haber muchos voluntarios para meterse en el ataúd, pero sí los hay”.
No acaba aquí la apuesta: cuentan con una ‘escape room’, o lo que es lo mismo, una habitación en la que se realiza un macabro juego interactivo. Entra un máximo de diez personas, con los dos actores, y el asunto va de escapar, para lo que tienen que ir superando pruebas bastante terroríficas. Se atreven además con los más pequeños con el montaje Juan sin miedo.
Recién abierto este teatro, pionero y único, de momento en su elenco no cuenta con mujeres: “ya nos gustaría, poco a poco iremos consiguiendo más cosas”.
Raúl reconoce que si a algo tiene miedo es a los espíritus y que el público en general es a lo que más teme. Sabe de lo que habla porque uno de los espectáculos que han hecho a lo largo de estos cuatro años era una sesión de espiritismo. “Y aterra, llegamos a tener una persona que se sacudía cosas del cuerpo y decía que eran espíritus”. Por supuesto, con el miedo por mucho control y experiencia que se tenga siempre existe riesgo, y han tenido algún desmayo. “Pero no es lo habitual, además aliviamos la tensión con la trama y con un toque de humor negro”, matiza Álex.
Tienen muchos planes, todos de miedo, y algunas realidades, las actuales: La noche de los vampiros (de jueves a sábado a las 20h, domingos a las 19.30h), que es la obra de teatro; el escape room llamado La Criatura ( de jueves a sábado a las 22h, domingos a las 21.30h) y la función infantil Juan sin miedo (desde finales de octubre, sábados y domingos, a las 17h).
A Raúl, que tanto hacer terror parece que nada pudiera dárselo, es clarísimo en lo que teme: “A mí lo que más miedo me da es no llenar la sala”. Y con una risa que tiene mucho del personaje terrorífico que interpreta nos despedimos tras una hora en la que hemos sido testigos de cómo trabajan una de las emociones más complejas del ser humano: el miedo.