Felipe Torres es un joven bogotano que pisa fuerte en el mundo de la comedia estadounidense. Hace tres años, luego de graduarse de Literatura en Los Andes, decidió ir por sus sueños a Estados Unidos y empezó a estudiar un máster en guión de cine y de televisión. Actualmente se presenta junto a grandes de la improvisación del país.
“Desde chiquito me ha gustado la comedia, cuando llegué a Estados Unidos me puse a investigar, a mí me gustaba mucho la gente de Saturday Night Live: Tina Fey, Amy Poehler. Así descubrí The Upright Citizens Brigade”, cuenta.
Allí llegó Felipe, primero una vez por semana mientras estudiaba en Boston y luego, en 2015, su asistencia se volvió más regular pues se mudó a Nueva York, donde hay dos sedes del teatro. Desde su llegada,insistió en prestar su voz como latino para dar a conocer, a través de la comedia, las dificultades que se le presentan a cualquier inmigrante en Estados Unidos.
Así la gente lo empezó a reconocer, ya no era solo un estudiante más sino un latino que hablaba de problemáticas actuales como raza, migración y género. Entre sus logros, se encuentra haber participado en Del Close Marathon, uno de los festivales de improvisación más grande del mundo, con dos shows: The Terry Withers Mysteries y B.Y.O.T.
¿Cómo es para un colombiano llegar a un teatro como UCB?
UCB es un sitio muy abierto, si tienes los 400 dólares que vale el primer curso. Ahí ya hay una limitación económica, ya que debes pagar para recibir las clases y no cualquiera puede hacerlo.
Sin embargo, lo realmente difícil es aclimatarse a una sociedad completamente distinta, una sociedad muy ignorante en cuanto a la vida fuera de Estados Unidos. En UCB se ha dado la oportunidad de que yo pueda mostrar mi cultura, diferente a la de acá, y eso también me ha ayudado a hacerme ver y a que la gente se de cuenta que no soy uno más de los que está en el teatro.
Muchos de mis sketches empezaron a volverse más sobre temas de raza, temas políticos, sobre cómo es ser un inmigrante en Estados Unidos, sobre cómo es ser un latino en Estados Unidos, que particularmente en el último año se ha vuelto todo un tema por Donald Trump.
En este momento en el país hay una sed de voces nuevas, voces diferentes, no el típico comediante blanco como Jerry Seinfeld o Louis C.K., que son genios pero ya se han visto.
¿Has tenido malas experiencias por ser inmigrante?
No voy a decir que no ha habido experiencias negativas en términos de raza. A veces ha pasado, ya incluso en presentaciones grandes, donde están haciendo una escena, entra el tema de las drogas, donde todos los actores son blancos, entra alguien a hacer del dealer y tiene acento latino. Cuando hacen el personaje del latino siempre tiene que ser una caricatura.
Mi interés desde que llegué siempre ha sido meter la idea de que no todo es así. Hay que llegar a decir “abre tu cabeza un poquito”.
¿Qué opinas de la comedia colombiana viéndola desde afuera?
Un principio que yo he aprendido acá es el principio de “golpear para arriba y golpear para abajo”, cuando tú estás haciendo comedia lo que quieres hacer es golpear para arriba. Por eso es que a todo el mundo le gustan los chistes de politicos, a todo el mundo le gustan los chistes contra la gente que está en el poder porque es golpear para arriba, todo el mundo se siente oprimido por esta persona, el humor está ahí para atacar de una forma pasiva, que no hace daño en realidad.
Yo siento que en Colombia, particularmente en ese humor de programas como Sábados Felices, se suele golpear mucho para abajo. Entonces se ven casos como el del “Soldado Micolta”, donde estamos en el año 2016 y todavía hay una persona haciéndose pasar por el negro ignorante. Eso obviamente no ayuda a nadie, no está haciendo nada y en realidad no es chistoso.
Nos burlamos es del pobre, del feo, del mueco, del negro, en vez de burlarnos del político. Por eso es que Jaime Garzón era un genio, un absoluto genio de la comedia, porque sus personajes aunque eran personajes de abajo, lo que él estaba haciendo era golpear para arriba. Aunque él se ve ridículo vestido de empleada doméstica, por ejemplo, el chiste de verdad es dirigido hacia los políticos. El ridículo verdadero lo están haciendo los políticos y no él.
El problema es meterse a la risa fácil y burlarse de los defectos del otro.
¿Cómo sigues adelante cuando alguien no se ríe de un chiste?
Una de las maravillas de presentarse en un lugar como Nueva York es que hay tantos sitios que si te va mal en uno pues vas y te presentas en otro.
Lo que uno tiene que recordar al final del día es que esto es comedia y que si la gente no se rió pues bueno, uno debe estar seguro que uno es capaz de ser chistoso. Si la gente no se ríe de ese chiste, creo que lo peor que uno puede hacer es quedarse ensartado en “uy no se rieron, ¿qué hago?”. Uno puede recoger la pelota, volver a hacer el pase y la logra.
Para mi es mejor que la gente no se ría a que la gente se ofenda, el momento en que la gente se ofende ahí ya uno los perdió, porque se convirtió en bullying. Cuando ellos salgan del teatro van a acordarse es del chiste machista o del chiste racista.
Entonces para mí la forma de lidiar con ese silencio del chiste que no funciona es contar otro. O incluso lo he visto mucho en otros shows y a veces lo he hecho yo, uno se ríe de uno mismo: “¿no les pareció? Bueno a mi sí me pareció chistoso cuando lo escribí” y la gente se ríe de eso, se ríe de esa fragilidad que uno pone ahí, eso a la gente le produce empatía y risa.
¿En qué proyectos te encuentras actualmente?
Estoy escribiendo un show sobre migrar a Estados Unidos siendo latino, que es algo que siento que en este momento es relevante. Cuando hay alguien en el poder diciendo que todos los mexicanos son violadores, es necesario que los latinos, así no seamos mexicanos, digamos algo en contra.
También tengo una cuenta de parodia en Twitter (@milimmigrants). Es una cuenta de comedia, con bastantes ataques a los republicanos, nos burlamos de la política actual de Estados Unidos y de nuestro privilegio al ser inmigrantes que no tuvimos que pasar trabajos para llegar aquí.
Fuente: El Tiempo