Por Oscar Villanueva. Miembro de El recuerdo del futuro. Hace unos meses tuve un accidente que me hizo perder la memoria. Por ende, tuve lagunas mentales, es decir, que mi memoria estuvo tan afectada que algunos recuerdos de mi vida habían desaparecido. Lo que me hizo darme cuenta del valor que posee la acción de recordar y los detonantes de recuerdos.
Debo aclarar que el hecho de recordar no significa vivir en el pasado, sino poder ser consciente de lo ocurrido y tenerlo en cuenta en el presente, ya sea como inspiración, como aprendizaje, como referente o simplemente como una anécdota.
El recuerdo del futuro, es una iniciativa que busca vincular a los archivos con el teatro, y me ha permitido profundizar en la concepción de la memoria como objeto de estudio artístico. Además, la importancia y necesidad de esta iniciativa se hizo más evidente luego del accidente porque pude reconocer cómo un elemento me abría la mente ‒metafóricamente hablando‒, y me permitía recordar varios acontecimientos.
Eso es lo que llamo detonante de recuerdo. Estos detonantes pueden ser archivos, testimonios, olores, texturas o incluso personas, porque te lleva a reconocer una información que estaba en tu mente y habías olvidado que conocías.
De igual forma, los archivos y testimonios son el foco principal de El recuerdo del futuro, y a partir de estos hemos logrado crear productos artísticos. Un ejemplo de ello es la exposición que hicimos en el 1er Festival de Artes Escénicas Franco Venezolano sobre parte del archivo de Nicolás Curiel.
Allí pudimos vincular el arte escénico, con el arte plástico y los archivos, creando así una narrativa a partir de materiales que había coleccionado el difunto director y nos permitía recorrer el pasado en el presente, y reflexionar a partir de ello.
Allí se encuentra lo interesante del asunto, y es que a pesar de que el archivo y los materiales eran del maestro, habían sido presentados al público a través de una curaduría realizada sin su presencia. Esto demuestra cómo funciona el hecho creativo al momento de generar una exposición museográfica.
Además, permite reconocer que es necesario un amplio conocimiento a nivel técnico, teórico e histórico del material con el que se trabaja para lograr un producto final coherente, informativo y atractivo.
En este caso, no solo se recuerda algo que ya se conocía sino que se trae al presente una información que podría ser desconocida. Por lo tanto, podemos entender que el recuerdo no solo funciona como un acto de reconocimiento sino también como promotor del conocimiento.
Esto es más evidente cuando una persona de edad avanzada relata un cuento de su adolescencia a una persona mucho más joven, porque la persona joven va a aprender un poco más del contexto en el que se desenvolvía la persona de edad avanzada a partir de su anécdota, o podríamos llamarlo testimonio.
El asunto es cómo logramos vincular esto con el arte. Esa dificultad cada artista puede resolverla con las herramientas que posee, y allí se puede generar una obra que sea lo suficientemente creativa y diferente. A pesar de que esto no sea una forma de creación nunca antes vista, me parece que es necesario que continuemos reflexionando sobre ello.
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En Instagram @elrecuerdodelfuturo.
Esta nota se publica en alianza entre El-Teatro.com y el proyecto El recuerdo del futuro, con el fin de promover el archivo y la memoria cultural de Venezuela.