La Caja de Fósforos, en Caracas, presenta la pieza teatral Silencio vengo a pedir, un acercamiento del director Orlando Arocha a temas como el aburrimiento sexual, la avaricia y la infidelidad, a través de los impresionantes cuadros del pintor holandés El Bosco. La obra busca poner en contacto la pintura de este artista, el universo literario del Siglo de Oro Español y la cultura urbana latinoamericana.
Se trata de la primera pieza que La Caja de Fósforos presenta desde el comienzo de la pandemia de Covid-19. En esta, se entremezclan seis historias cortas, o entremeses, del Siglo de Oro español, con el objetivo de conectar al público con los grandes clásicos del teatro, según ha explicado Arocha a diferentes medios.
El Bosco y el Siglo de Oro español
En la obra Silencio vengo a pedir, Arocha ha vuelto a hacer de las suyas, con su marcado estilo satírico y a veces extravagante, nos trasporta a alguno de los cuadros del reconocido pintor holandés El Bosco para hablar de sexo, avaricia y locura y adentrarnos al Siglo de Oro español. Aunque a simple vista no parezca que hacen match, lo hacen y muy bien.
La obra de El Bosco sigue siendo referencia en la cultura mundial. Un ejemplo de ello es la obra El jardín de las delicias que envuelve el universo, mostrando el paraíso y el infierno. Donde entra la música profana, la lujuria, la codicia y avaricia, la hipocresía, el alcoholismo, el sexo, entre otros temas del estilo. El artista muestra la creación de alguna manera haciendo cómplice al espectador hacia la evolución y la moral del mundo.
Estos temas se entremezclan en Silencio vengo a pedir, no solo a través de las referencias a las pinturas del holandés, sino también de los autores españoles del Siglo de Oro como Miguel de Cervantes, Lope de Rueda, Luis Quiñones de Benavente y del dramaturgo colombiano Luis Vargas Tejada. Autores que hablaron del poder, el sexo, la sangre, Dios y el modelo del mundo.
El abuso sexual intrafamiliar, el autoritarismo desde el poder absoluto, quedan, desde entonces, enmarcados en el paradigma de una cultura judeocristiana. El mito angélico y la necesidad del yo trascendente frente a la muerte.
La obra está conformada por una serie de piezas breves donde confluyen: los celos, el aburrimiento sexual, la avaricia, la infidelidad, la hipocresía, el abuso de poder. Todos estos temas convergen a través del canto, la risa y el drama; y en donde el peso central recae en los actores y actrices. Quienes interpretan diferentes personajes en cada pieza con un castellano antiguo en rima, pero que se entiende en la actualidad.
Sobre esto, Arocha ha señalado: “Nos parece que era el momento correcto después de, digamos, esta debacle cultural o de esta caída en la vida cultural que habido en el país. Una solución era presentar grandes clásicos que pusieran en contacto al público con esas obras poderosas, y que de ahí naciera una nueva relación con el teatro”.
Arocha presenta una puesta sencilla, una escenografía fija donde apuesta más a las interpretaciones. Los actores y actrices conformados por Jesús Miguel Das Merces, Nathaly Ordaz, Orlando Paredes, Antón Figuera, Abilio Torres, Rafael Carrillo, Margareth Aliendres, Larisa González cambian de personajes camaleónicamente en cada pieza, de ritmo, de situación, de registro.
El vestuario realizado por Raquel Ríos es adrenalina desde la primera pieza hasta la última. Se desnudan como los cuadros de El Bosco y se muestran como un ejercicio moralizador para el espectador. La pieza cuenta con la participación de los músicos Luvin Zabala y David Vásquez, bajo la dirección musical de Alexander Hudec. También cuenta con la asistencia de dirección de José Manuel Suárez.
Silencio vengo a pedir se presenta en La Caja de Fósforo, situada en la Concha Acústica de Bello Monte, viernes 6:30 de la tarde, sábados y domingos 4:00 de la tarde.
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