Lunes, 3 de abril de 2017. Espacios abiertos del Teatro Teresa Carreño en Caracas, Venezuela. Aún no es mediodía cuando comienza la rueda de prensa del anunciado evento Queen Sinfónico.
“Para nosotros, y hablo en nombre de toda la orquesta con total seguridad, el presentarnos en la Sala Ríos Reyna es más que un sueño hecho realidad, es una meta lograda que, desde cuando se creó la orquesta lo decíamos bromeando”, así expresó Daniel Hurtado, el director de la Orquesta de Rock Sinfónico, lo que significa para ellos llegar a la famosa sala de conciertos.
La frase “Cuando estemos en la Ríos Reyna…” dejó de sonar como un chiste. Ya no era un futuro indefinido e incierto, y se volvió palpable: las funciones se realizarían el 7, 8 y 9 de abril, lo que después se convirtió en un fin de semana convulso.
Una producción que suma 210 músicos en el escenario entre la Orquesta de Rock Sinfónico, la Orquesta Sinfónica, el Coro Juvenil y el Coro de Ópera del Teresa Carreño, no puede sino generar grandes expectativas.
“Tienen que ver lo que tenemos acá. A nivel técnico, a nivel artístico, a nivel humano hay un talento impresionante. El Teresa Carreño está abriendo las puertas para que eso pase”.
Fue la invitación de Jorge Redondo, de Oz Producciones, que, junto con Amarú Producciones, se encargó de llenar el escenario con toda la parafernalia de luces, sonido y contenido audiovisual. Un gran alarde invertido en función de convertir una presentación musical en una experiencia espectacular.
Como abrebocas del show por venir, siete músicos de la orquesta se dieron la tarea de cerrar la rueda de prensa interpretando dos de las diecinueve canciones prometidas para el repertorio: “Crazy little thing called love” y “We are the champions”. Con todo y su “I’ve taken my bows, and my curtain calls, you brought me fame and fortune”.
A solo unos kilómetros de distancia, pocas horas después, los diputados Juan Requesens y José Brito, opositores al régimen del presidente Nicolás Maduro (quien lleva a acuestas el legado del chavismo y del socialismo del siglo XXI) fueron agredidos en una de las protestas que comenzaron a gestarse desde días atrás. La disidencia volvía a salir a las calles en rechazo a las sentencias que dictó el Tribunal Supremo de Justicia, en las que dejó sin competencias a la Asamblea Nacional, de mayoría opositora.
Así, a tan solo cuatro días del estreno del tributo al grupo británico, una sucesión de hechos aislados pronto se convirtió en una escalada de violencia, de las fuerzas de seguridad contra manifestantes, que bien recuerda a muchos lo ocurrido en Venezuela durante las protestas de 2014. Muy al estilo de la banda liderada por el excéntrico Freddie Mercury, la calle era un show apoteósico de bombas de humo, disparos y efectos especiales lanzados desde el aire que enardecía a los espectadores.
“It’s the terror of knowing what this world is about watching some good friends screaming: ‘Let me out!'”
Martes, 4 de abril de 2017. A unos 5 kilómetros de distancia del Teresa Carreño se encontraba Frederick Pinto, cornista de 22 años de edad, que se dirigía con el instrumento a cuestas a un ensayo de la Orquesta Sinfónica de Chacao. Estaba pautado para las 2 de la tarde.
Parte de su trayecto incluía el pasar por la transitada Avenida Libertador que, ese día, estaba repleta de manifestantes.
De arbitraria tacharon su detención: Pinto no llegó a su ensayo. Las redes no tardaron en inundarse con vídeos y fotos de lo ocurrido. El Foro Penal Venezolano publicó imágenes en las que se ve a funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana rodeando al joven que, habiendo sido despojado de su corno, grita entre forcejeos: “¡Yo soy músico!”
Las voces del Teatro de Chacao se alzaron para cancelar el concierto de la semana, para el que se preparaba Frederick. Ninguna otra voz se escuchó en otras orquestas. Ni del Sistema. Ni notas de violines o de bajos.
Mientras tanto, en el complejo cultural más importante de América Latina de los 80 seguían los ensayos. La cuenta regresiva no se detuvo para los más de 200 integrantes del equipo de Queen Sinfónico.
Luego de dos meses de prácticas constantes habían llegado a la semana previa, con 7 ensayos por venir. Nicolás Boada, tecladista del conjunto, explicó: “Todo iba bien hasta que surgió la primera manifestación, que llevó al cierre de varias estaciones del metro. Como era de suponer, esto acarreó fuertes retrasos en el ensayo, sumado a un estado general de intriga”.
Al no recibir ninguna indicación de cancelación de ensayos, Boada se embarcó al Teresa: “Podía contar con los dedos de la mano los músicos que faltaban”. Sin embargo, al volver a su casa y conocer la historia del cornista, no pudo evitar pensar que Frederick Pinto pudo haber sido cualquiera de sus compañeros de Queen Sinfónico.
Manuel Aumaitre, vocalista de la orquesta, acotó que la reprogramación del espectáculo no entraban en el terreno de lo posible. Los costos mediáticos y de inversión que ello hubiera acarreado eran muy elevados: “Para nosotros esta serie de conciertos era la más importante de toda nuestra historia como orquesta. No íbamos a tener otra oportunidad como esta”.
“Chippin’ around, kick my brains ’round the floor. These are the days – it never rains but it pours. People on streets – people on streets”
Jueves, 6 de abril de 2017. La oposición llama a una tranca en la autopista Francisco Fajardo a partir de las 10 de la mañana y el ensayo general -casi estreno- de Queen Sinfónico inicia a las 3 de la tarde. El metro de Caracas amanece con 16 estaciones cerradas.
Con las vías subterráneas bloqueadas y las superficiales atiborradas, se bandeaban los ciudadanos entre las avenidas principales y los llamados “caminos verdes” de la ciudad.
Una camioneta intrépida, presentada como “Virgen del Carmen”, se detiene a recoger pasajeros por la avenida Rómulo Gallegos. “Llegamos hasta Parque Central y de allí se van a Bellas Artes caminando”, espeta su conductor.
El trayecto se hace más lento de lo normal, pese a que casi nadie menta la parada, son muchos las que la piden desde afuera y “Virgen del Carmen” no tarda en verse rebasada. Consigue trasladar hasta a quienes se encaraman y penden de las puertas. Así iba, lenta pero segura mientras la Rómulo Gallegos se convertía en la Francisco de Miranda y, en algún momento, pasaría a la Libertador, siempre bajo la explícitamente vociferada ley de “si salen dos entran cuatro”.
Entre El Recreo y Sabana Grande se hizo preciso dar vueltas estratégicas para esquivar los cordones policiales, de vez en cuando acompañados por despliegues motorizados de la Guardia Nacional Bolivariana. El paso estaba inhabilitado hacia el oeste de la ciudad y, entre reclamos, se fueron bajando los pasajeros furibundos a buscar alguna opción que se disipara en medio de los gases de bombas lacrimógenas que habían dejado los cuerpos de seguridad a su paso.
“Virgen del Carmen” no se detuvo hasta retornar a puerto seguro. Poco a poco las vías se fueron despejando hasta que aquella ciudad con disturbios no parecía más que un reflejo paralelo. Pero era de esperarse, el ensayo no tuvo quórum.
“Insanity laughs under pressure we’re cracking. Can’t we give ourselves one more chance? Why can’t we give love that one more chance?”
Al día siguiente el país despierta con la noticia de que Jairo Ortiz, de 19 años, fue asesinado por fuerzas de seguridad en una manifestación en Carrizal. No hubo marchas, pero las entradas para Queen Sinfónico estaban agotadas para todas las funciones desde hacía semanas.
A las 5 de la tarde 2500 asientos de la imponente Ríos Reyna se llenaron. Un respiro entre la ansiedad para los músicos.
La fusión de tres orquestas brindaba la visión de un escenario repleto y descomunal. El ánimo no aminoró tras descorrer las cortinas: ver a músicos, cantantes, coristas y director, dispuestos y en acción era un espectáculo sobrecogedor de cultura, no tan ajeno a la realidad.
Luces de colores centelleaban y el escenario fungía como una máquina del tiempo en la que podían verse a Freddy y a Brian contonearse en las pantallas, al tiempo que el coro y la orquesta los traían a la vida con sus interpretaciones. Una chaqueta amarilla, un plumero, una aspiradora y demás elementos evocaron momentos míticos de los creadores del “Keep yourself alive”.
Las participaciones de Gilberto Bermúdez y Ninoska Camacaro hicieron que fuera algo hipnótico para ver.
Durante unas 2 horas se deleitó el público, que coreaba y aplaudía. El recital cerró de la manera clásica con “We are the champions” luego de darse un amplio recorrido por décadas de rock.
“Siento que el arte tiene algo que ver con el logro de la quietud en medio del caos. Una quietud que caracteriza la oración, también, y el ojo de la tormenta. Creo que el arte tiene algo que ver con el arresto de la atención en medio de la distracción”, dijo una vez Saul Bellow, ganador del premio Pulitzer en Literatura.
Y es que el arte, su pertinencia y necesidad siempre será un tema que da amplia tela para la discusión y, más aún, cuando no se está en tiempos de paz.
Las dos funciones siguientes fueron bastante parecidas a la primera, según recuerda Nicolás Boada. La sala se llenó los tres días, con unas pocas excepciones y la receptividad se mantuvo positiva:
“Yo solo sabía que no me era indiferente lo que estaba ocurriendo en las calles. Al fin y al cabo nosotros, en la orquesta, no estábamos jugando”.
Ante los revuelos políticos y sociales que colisionaron con el concierto, cientos de músicos ejercieron.
“Yo siempre he dicho que uno hace arte no porque quiere, sino porque lo necesita. Estos eventos permiten ver el lado bueno, lo que se puede lograr, te permite ver más allá de lo que te puede llevar a ver una posición política”.
Para entonces, Frederick Pinto había sido liberado tras 24 horas de arresto, y luego de recibir la humillación y los golpes de policías que no creyeron en él ni en su cuerno. Fue entregado a manos de sus familiares antes de la medianoche del 5 de abril, como fue confirmado vía Twitter por personas como el alcalde del municipio Chacao, Ramón Muchacho, y el periodista de sucesos Román Camacho.
Si bien podría decirse que para el propósito indetenible de la cultura “el show debe continuar”, el entorno y el contexto no pasan sin hacer mella. Frederick fue tan protagonista de la escena, como los cantantes Laura Guevara y Nacho, y el colectivo Músicos en la Calle, desde sus propias formas de hacer protesta. Fue tan protagonista como Queen, que revivió para 7500 personas en una Caracas “Under pressure”.
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