Villadolorosa de la dramaturga alemana Rebbekka Kricheldor no es un texto fácil. Su complejidad radica en entender los avatares de una sociedad burguesa o adinerada, frente a su incapacidad de conectar en el mundo moderno y las injusticias actuales.
Algunos dirían que el guion, basado en Las tres hermanas de Antón Chéjov, puede ser contradictorio en la oda a la opulencia, frente a la realidad de la Rusia profunda que presentaba el ruso junto con Stanislavski en 1901. Sin embargo, Kricheldor hace agitar las tragedias de una familia de cuatro hermanos –tres chicas y un chico– ricos que no se hayan en el mundo actual, repleto de injusticias para todas las clases sociales. Y lo hace desde el sarcasmo y la crítica hacia el esnobismo intelectual y la xenofobia.
Partiendo de esto, vale decir que para representarla se necesita una reflexión hacia la sensibilidad humana sin remedar ideas preconcebidas sobre las clases sociales, sino mirarlas entendiendo las palabras de Chéjov, tanto como los nuevos dramaturgos que han escrito del tema.
Sale a la luz este tema con motivo de la representación de Villadolorosa o Tres cumpleaños fracasados por la compañía Ventana Azul, en los Teatros Luchana, de Madrid. Una obra en la que Masha, Olga, Irina y Andréi son unos hermanos jóvenes que bien pudieran vivir en la Salamanca actual, pero que no se define del todo y no llega a ahondar en los matices ni de Chéjov, ni de Kricheldor, ni en los propios.
No hay cuidado en los detalles, ni en el mapa de movimiento, ni en la aprehensión del texto. Tampoco existe un claro código de dirección que permita crear afinidad o rechazo con los personajes y su humanidad. No hay esperanza en la historia, pero tampoco hay rotundidad en el grupo que la representa. Queda mucho en el aire, y mucho por decir.
Con una obra tan compleja, habría que cuidar más el sonido y la luz, que deben jugar a favor de las escenas y no convertirse en errores continuos; las entradas y salidas anodinas; y las pausas arrítmicas que pueden hacer que ya se conozca lo que va a pasar o crear una expectación magistral.
Destacan, sin embargo, las actuaciones de Antonio Alcalde, en el rol del amigo de Andréi que llega para cortejar a Masha; y la venezolana Ana Alicia Pérez, cuya energía inunda el espacio al entrar. Tanto uno como otro tienen presencia en escena y gran proyección –aun en la disparidad de sus personajes– por lo que deberían servir de balanza para que el resto de actores equilibre la escena.
En Villadolorosa todos los hermanos viven en la mansión heredada de sus padres, donde cada año Irina celebra su cumpleaños cada vez de forma más decadente en un reflejo de las vicisitudes que guarda en su alma. La fortuna que poseían ha ido desapareciendo y la casa parece que se está desmoronando, de modo que reina la infelicidad y la insatisfacción permanente.
“Año tras año suceden las mismas cosas, hablan de los mismos temas, se dan los mismos regalos. La soledad, la decadencia de la élite, la contradicción y la monotonía de la vida moderna en una comedia con mucho humor negro”, reza la sinopsis del grupo.
La dirección es de Nathalia Paolini; la producción corre a cargo de esta y de Karlina Fernández y Nathalia Paolini; el arte y vestuario es de Luis Campos; mientras que elenco lo completan Patricia Valle, Nathalia Paolini, Helena con Hache y Adán Redondo.
Las tres hermanas de Chéjov
Aprovechamos la ocasión para compartir una representación de la obra Las tres hermanas de Chéjov que saliera al aire en RTVE en 1970 y que puedes ver en este enlace: https://www.rtve.es/alacarta/videos/estudio-1/estudio-1-tres-hermanas/3615106/